HS/CTS
Por padre Ibrahim Faltas ofm*
Alepo (Agencia Fides) - Desde hace 800 años, los hijos de San Francisco custodian los Santos Lugares y las "Piedras Vivas" que los habitan. La Custodia de Tierra Santa trabaja en diferentes países: no sólo está presente en Palestina e Israel, donde Jesús pasó su vida terrena, sino que también actúa en gran parte de Oriente Medio, en Chipre, Rodas, Jordania, Líbano, Egipto y Siria.
Tierra Santa ha vivido guerras y destrucción y todavía sufre violencia, odio, división.
En 800 años, la Custodia ha perdido a más de dos mil frailes que han muerto confesando su fe en Cristo y defendiendo Tierra Santa.
El 10 de julio, la liturgia conmemora a los beatos mártires franciscanos asesinados "in odium fidei" en Damasco en 1860. El Papa Francisco anunció su canonización, que tendrá lugar el 20 de octubre de 2024. Será un día de gracia para la Siria mártir que lleva 13 años en guerra: una guerra fratricida que está destruyendo un pueblo, una gran nación, una civilización que presume de una historia milenaria.
El pasado 6 de julio llegué a Alepo con otros hermanos. Por la gracia de Dios, Siria ha podido regocijarse con la ordenación sacerdotal de dos hermanos gemelos que han cultivado juntos el amor a Cristo y a san Francisco. Ha sido una inmensa alegría para la Custodia, que ya ha contado en el pasado con ordenaciones de hermanos sacerdotes, ¡pero que por primera vez acoge a dos sacerdotes gemelos!
Al salir de Ammán, atravesamos gran parte del territorio sirio: hemos visto pueblos y ciudades destruidos y sin vida. A la guerra en curso, se suman las muertes y la destrucción del terrible terremoto de febrero de 2023.
En los últimos años, 1,3 millones de sirios han perdido la vida y 8 millones han tenido que abandonar su tierra y su historia. Pienso en Gaza, que sufre como Siria, y en cómo la guerra se ha cobrado vidas y ha arrasado los edificios que las albergaban.
Siria es el país que cuenta actualmente con el mayor número de hermanos de la Custodia de Tierra Santa: un don y una presencia importantes. Nuestros hermanos implicados en las comunidades sirias han sufrido y sufren, pero nunca han descuidado su amor por el prójimo y nunca han perdido la esperanza en la paz.
Mientras caminábamos por carreteras silenciosas y desoladas, he dado gracias a Dios por la renovada semilla de esperanza que los dos nuevos hermanos en el sacerdocio han aportado a la Iglesia y a la Custodia de Tierra Santa.
Los diáconos, el Hermano George Paolo y el Hermano Johnny Jallouf, han recibido por la imposición de manos del Obispo Hanna Jallouf, Vicario Apostólico de los Latinos en Alepo, la ordenación sacerdotal en la Iglesia de San Francisco de Asís en Alepo. El obispo Hanna es tío de los dos nuevos sacerdotes y es una de las muchas santas vocaciones que Siria ha dado a la Custodia de Tierra Santa: que su entrega total a Cristo y a la Iglesia sea un ejemplo para estos jóvenes y para todos nosotros. El padre Hanna, que el 17 de septiembre cumplirá su primer año como Vicario Apostólico de Alepo, ha consagrado por primera vez a dos nuevos sacerdotes con la alegría de ver a sus sobrinos entrar a formar parte de su propia Orden Franciscana de Menores y de la Custodia de Tierra Santa.
He participado en la celebración eucarística junto con treinta hermanos, hemos rezado por las vocaciones que tanto necesita el pueblo de Dios y por Siria, tierra bendita ultrajada por la guerra. Me he alegrado con la hermosa familia Jallouf, he felicitado a los padres orgullosos y emocionados por sus hijos, dos hermanos tan unidos y en sintonía para recorrer juntos el camino de la vida, compartiendo el don de la vocación.
Tras la solemne celebración, los dos sacerdotes recibieron el homenaje de familiares, amigos, hermanos y feligreses. Percibí la fuerte participación en la verdadera alegría de la comunidad cristiana de Alepo, que para esta ocasión se olvidó por unas horas de la guerra para alabar a Dios con alegría.
Antes de la guerra, había doscientos mil cristianos en Alepo. Hoy quedan veinticinco mil.
El domingo 7 de julio me reuní de nuevo con mis hermanos sirios. Conozco bien su compromiso, pero también he podido comprobar por mí mismo el gran trabajo realizado en la recuperación del Terra Sancta College, un imponente complejo requisado por las autoridades sirias y devuelto hace unos años a los franciscanos de la Custodia.
Ahora el Terra Sancta College vuelve a ser un lugar de encuentro, un lugar de apoyo concreto a las necesidades de la gente. Una parte del colegio se ha destinado a la creación de un horno que produce un pan delicioso, fragante y sabroso: en ese horno he sentido también el perfume de Jesús que se entrega en la Eucaristía y da vida nueva, incluso en el sufrimiento. He vuelto a ver la piscina, habilitada y equipada para dar alivio en los días calurosos y momentos de serenidad a quienes sufren desde hace años la angustia de la guerra.
Por la tarde participamos en la primera Santa Misa de los sacerdotes recién ordenados: una celebración conmovedora, en la que surgió el compartir y el cuidado del servicio sacerdotal. El Padre George presidió y el Padre Johnny pronunció la homilía. Cada momento de la Santa Misa se vivió intensamente y estuvo amenizada por cantos muy hermosos: los gemelos son también buenos músicos y alabaron al Señor también con música.
En una tierra devastada y ofendida por la tragedia de la guerra, la familia de la Custodia de Tierra Santa da gracias a Dios por el don de la vocación y reza para que sus amados hijos sigan siendo misioneros de paz en la Tierra de Jesús y en todo el mundo.
(Agencia Fides 10/7/2024)
*Vicario della Custodia di Terra Santa