ASIA/ISRAEL - Los emigrantes y los solicitantes de asilo remodelan el rostro de la comunidad católica en Tierra Santa

jueves, 10 marzo 2022 oriente medio   iglesias locales   migrantes   refugiados   minorías étnicas   pastoral  

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Tel Aviv (Agencia Fides) – A pesar de las difíciles situaciones que tienen que afrontar, las comunidades de emigrantes y solicitantes de asilo cada vez más están caracterizando el rostro de las comunidades eclesiales en Tierra Santa, incluso en sus rasgos espirituales. Así se desprende de una encuesta realizada por Cécile Leca y difundida por los órganos oficiales del Patriarcado Latino de Jerusalén.
En 2011, para asumir la atención pastoral del creciente número de migrantes y solicitantes de asilo católicos en Tierra Santa, se creó una coordinación especial, que más tarde se convirtió en un verdadero Vicariato para migrantes y solicitantes de asilo del Patriarcado de Jerusalén de los Latinos. El Vicario Patriarcal encargado actualmente de coordinar la atención pastoral a los inmigrantes y solicitantes de asilo es el Padre Nikodemus Schnabel, de la Orden de San Benito (OSB). El vicariato es frecuentado por comunidades de católicos procedentes principalmente de Filipinas, Sri Lanka, India, Eritrea y Etiopía, y otros grupos más pequeños de Ucrania, Rusia, Rumanía, China y varios países del África subsahariana. La mayoría de los habitantes de estas comunidades viven en la zona de Tel Aviv, que ofrece más oportunidades de trabajo. Además de varias capillas, principalmente en la zona de Jaffa, el lugar de culto más popular para la comunidad de expatriados es la Iglesia de Nuestra Señora del Valor, en el sur de Tel Aviv, que fue construida con la ayuda de la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro. Cada fin de semana se celebran trece liturgias eucarísticas en la iglesia en diferentes idiomas.
Los problemas a los que se enfrentan cada día las comunidades de inmigrantes y solicitantes de asilo con el apoyo del Vicariato Patriarcal son principalmente económicos, jurídicos y sanitarios. Muchas de las familias son madres solteras con sus hijos, y un gran número de ellas viven con el temor constante de ser deportadas, entre otras cosas por la dificultad de obtener la renovación del permiso de residencia. “Algunos de ellos - dice el padre Nikodemus – han vivido experiencias terribles antes de llegar aquí, otros han sido víctimas de la trata de personas”. En la dureza de sus experiencias pasadas y en las dificultades cotidianas que deben afrontar -señala el Vicario Patriarcal-, las comunidades de emigrantes y de asilados católicos llegados a Tierra Santa muestran al mundo la gracia de su fe en Cristo con una vivacidad gratuita y reconfortante, que se refleja en el alegre recogimiento con el que participan en las celebraciones litúrgicas. “En verdad - confiesa el padre Nikodemo con un corazón sincero - percibo que estas personas están más cerca de Dios que yo”.
(GV) (Agencia Fides 10/3/2022)


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