Jerusalén (Agencia Fides) - Si se quiere ver el infierno - afirmó el obispo sirio Jacques Mourad al comienzo de la última guerra de Gaza - hoy hay que ir a Tierra Santa, donde las masacres de inocentes se han convertido en exterminio.
Los cristianos de Gaza, Cisjordania e Israel sufren con sus compañeros de camino y de destino pertenecientes a otras comunidades de fe. Y la guerra – explica en una entrevista con la Agencia Fides el padre franciscano egipcio Ibrahim Faltas, Vicario de la Custodia de Tierra Santa - arroja también nuevas sombras sobre la permanencia futura de las comunidades bautizadas en la tierra de Jesús. Una humanidad herida que en el tiempo de la prueba da testimonio de su fe mendicante, incluso en los gestos sencillos de compartir el dolor y el sufrimiento.
- Padre Ibrahim, ¿cómo están viviendo las comunidades cristianas de Tierra Santa este oscuro momento?
- Las comunidades cristianas de Tierra Santa lo están viviendo mal. La guerra siempre es una derrota, como dice el Papa Francisco, y para los cristianos que son minoría en Tierra Santa, se convierte en una tragedia muy difícil de afrontar.
En Gaza, unos ochocientos cristianos han encontrado refugio en la parroquia de la Sagrada Familia, otros doscientos en la iglesia greco-ortodoxa. Muchos han muerto, los supervivientes lo han perdido todo. Tienen que compartir el mismo espacio para todas sus necesidades, y escasean los alimentos, el agua, los medicamentos... Hace unos días me impresionó la sonrisa del vicepárroco, que me enseñó una manzana roja, la primera fruta que se veía tras seis meses de guerra y que estaba repartiendo entre los feligreses.
-¿Qué está ocurriendo en Cisjordania e Israel?
- En Cisjordania, los cristianos, que se dedican principalmente al turismo, no tienen trabajo debido a la falta de peregrinaciones. No ven futuro para sus familias y a muchos les gustaría abandonar Tierra Santa. También en Israel, las comunidades cristianas viven y sufren las consecuencias de la guerra. En el norte, en Nazaret y Galilea, están muy cerca de otro frente de guerra. Sin embargo, todos los cristianos de Tierra Santa están dando testimonio de su fe de manera ejemplar.
-¿De qué manera están en contacto las comunidades cristianas de Israel y Cisjordania con los hermanos y hermanas de Gaza?
- Desgraciadamente, las comunidades cristianas de Tierra Santa no pueden tener contacto entre sí, a pesar de la proximidad física de estos lugares. Ya estaban sometidas a tantas restricciones antes de la guerra y durante los últimos seis meses ha sido imposible pensar en iniciativas para apoyar a Gaza. Gracias a Dios, la tecnología ha hecho posible que tengamos noticias unas de otras y que podamos sostenernos mutuamente en la oración.
- Israel dijo que el objetivo de la guerra era "eliminar a Hamás". Lo que está ocurriendo, ¿es justificable como "efecto colateral" para lograr ese objetivo?
- No puedo hacer un análisis político de esta guerra pero, como todo el mundo, veo las consecuencias de este absurdo. Los niños, como todos los niños del mundo, son las primeras víctimas de estas atrocidades. Millares han perdido la vida, otros miles siguen bajo los escombros, otros han sufrido graves amputaciones y muchos llevarán de por vida las marcas físicas y morales de la guerra. ¿Quién borrará el trauma psicológico de los niños, de todos los niños, independientemente de su nacionalidad o creencia religiosa? Una señal importante es la acogida para tratamiento en hospitales italianos de tantos niños de Gaza. Desde enero, unas 160 personas, niños y sus acompañantes, han podido llegar a Italia, y por ello debemos dar las gracias a la generosidad del pueblo italiano.
- ¿Qué está ocurriendo en Jerusalén?
- En Jerusalén hemos vivido una Santa Pascua sin peregrinos y sin los cristianos de Cisjordania, a los que no se ha permitido salir y participar en las celebraciones de Pascua en la Ciudad Santa. El clima es triste y la esperanza se está desvaneciendo. Los cristianos, especialmente en Cisjordania, sufren muchas restricciones y la falta de trabajo es fuente de gran preocupación. Resulta especialmente llamativa la falta de confianza en el futuro de los jóvenes, la tristeza de no poder construir sus vidas en la Tierra que les vio nacer.
- ¿Cómo son percibidos los discursos del Papa sobre la guerra y los llamamientos al alto el fuego?
- Los llamamientos del Papa Francisco apoyan y dan fuerza a los cristianos de Tierra Santa y, créanme, no sólo a los cristianos. Ha sido el primero y, durante mucho tiempo, el único en pedir un alto el fuego. Es un hombre de paz y sufre mucho por la guerra. Cuando le conocí sentí y vi su sufrimiento, en sus palabras y en sus ojos. En la carta que envió a los cristianos de Tierra Santa con motivo de la Santa Pascua, brilla la ternura de un buen padre que sufre por sus hijos. Espero que los poderosos de la tierra acojan de forma concreta sus llamamientos en favor de la paz, la verdad y la justicia.
-¿Cómo valora las decisiones y movimientos de la comunidad internacional ante la guerra en Gaza?
- No soy analista político, pero vivo en Tierra Santa desde hace treinta y cinco años y puedo decir que conozco bien la situación. Desde hace años creo que la comunidad internacional tiene que intervenir para intentar llevar la paz a esta parte del mundo tan necesitada de paz. La guerra ha traído destrucción, muerte y sufrimiento a Gaza y no sólo a Gaza. Sólo con una intervención real y concreta de la comunidad internacional será posible volver a las negociaciones. A pesar de las recientes resoluciones de alto el fuego, sigo sin ver cerca la posibilidad de una solución definitiva a esta guerra devastadora.
- En medio de tanta destrucción, ¿qué testimonios de fe le han impresionado más?
- El Señor es grande y misericordioso y sostiene a esta humanidad herida. Lo veo en los ojos de los niños y los desvalidos de esta Tierra Santa atormentada. Lo veo en los gestos sencillos al compartir el dolor y el sufrimiento. Esta es la fuerza de la fe de los cristianos de Tierra Santa. Su vida aquí es un testimonio continuo, y hay que seguir apoyándoles.
(Agencia Fides 9/4/2024)