Macao (Agencia Fides) - El Cardenal Luis Antonio Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización (Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares) ha enviado un video-mensaje a la Congreso Internacional “Primum Concilium Sinense (Shanghai Council): History and Significance” organizado del 26 al 29 de junio en Macao por la Universidad Saint Joseph, con ocasión del Centenario del Primer Concilio de la Iglesia Católica en China (1924-2024).
Proponemos el Video-mensaje del Cardenal Tagle, pronunciado en inglés, y reproducimos a continuación la transcripción completa en italiano:
Queridos hermanos y hermanas, en nombre del Dicasterio para la Evangelización, Sección para la Primera Evangelización y de las Jóvenes Iglesias particulares, os saludo a cada uno de vosotros desde el Palacio de Propaganda Fide de Roma, mientras os reunís en jornadas de estudio, diálogo y discernimiento en torno a un acontecimiento eclesial que tuvo lugar hace cien años: el Primer Concilio de la Iglesia católica en China (Primum Concilium Sinense), celebrado en Shanghai del 15 de mayo al 12 de junio de 1924.
El Concilio de Shanghai fue un momento decisivo en el camino de la Iglesia católica en China. Las preocupaciones que abordó y las respuestas que dio son, en gran medida, aún relevantes hoy en día. Permítanme compartir cuatro puntos.
1) El Concilio de Shanghai puede considerarse un nuevo comienzo, un recomenzar, en el sentido de que nos devuelve a la fuente auténtica y a la verdadera naturaleza de la labor apostólica de la Iglesia, y así supera también el malentendido que parecía prevalecer durante el periodo del colonialismo. Este malentendido, que también estaba presente en China, tendía a identificar el cristianismo con una doctrina religiosa impuesta por otras civilizaciones, mediante presiones políticas, sociales o culturales. Este equívoco se convirtió en un obstáculo para el anuncio del Evangelio y a menudo alimentó la desconfianza, la hostilidad e incluso el odio hacia la Iglesia y los misioneros.
El Concilio de Shanghai ha seguido las indicaciones contenidas en la Carta Apostólica Maximum Illud, en la que el Papa Benedicto XV reafirmaba que la fe en Cristo “no es extraña a ninguna nación”. Porque la liberación y la curación que nos trajo Jesús es un don para todas y cada una de las personas, como repite siempre el Papa Francisco.
El Concilio de Shanghai pone de manifiesto cómo la misión del anuncio del Evangelio no se identifica con una única civilización y una única cultura y, por lo tanto, protege y promueve las riquezas de los distintos pueblos y sus culturas. Por ello, los documentos del Concilio de Shanghai contienen llamamientos a abrirse a los valores de la cultura y la socialidad chinas.
Vivimos en una época de contraposiciones globales, en la que algunos sectores alimentan el llamado “choque de civilizaciones”. Pero el Concilio de Shanghai señaló otra vía: la posibilidad de que las tradiciones culturales no se encierren en sí mismas, no se opongan, sino que permanezcan abiertas al encuentro y al intercambio recíproco.
2) Cuando se celebró el Concilio de Shanghai, los obispos presentes en China eran todos misioneros de otros países. El Concilio sentó las bases para el florecimiento de una Iglesia católica plenamente china, dirigida por obispos chinos. Esta intención no fue impulsada por tácticas o cálculos humanos, sino por el misterio de la Iglesia en su peregrinar por el mundo.
El fruto del anuncio del Evangelio y de toda auténtica misión apostólica siempre es el nacimiento de una Iglesia local, plenamente inmersa en su contexto histórico, social y cultural. Pero esta inmersión, esta inmanencia de la Iglesia en los diversos contextos, no hace nunca de la Iglesia local una realidad aislada, autosuficiente, encerrada en sí misma. Toda Iglesia local está siempre en comunión con las otras Iglesias locales y con toda la Iglesia universal.
3) El Concilio de Shanghai representa también una realización de la sinodalidad, que con tanta fuerza se nos vuelve a proponer en nuestro tiempo, gracias al magisterio del Papa Francisco.
El Delegado Apostólico Celso Costantini, que presidió el Concilio a instancias del Papa Pío XI, comparó la Asamblea Sinodal de Shanghai con el Concilio de Nicea, donde “los que estaban lejos se vieron reunidos”.
Asimismo, en el Concilio de Shanghai, los Padres que participaron experimentaron que la sinodalidad no es una dimensión secundaria, sino constitutiva e indispensable en la vida de la Iglesia.
El Papa Francisco, en el video-mensaje enviado a la Conferencia sobre el Concilium Sinense organizada en Roma el 21 de mayo por la Pontificia Universidad Urbaniana en colaboración con la Agencia Fides, afirmó que los participantes en aquel Concilio “vivieron una experiencia auténticamente sinodal, y tomaron decisiones importantes juntos. El Espíritu Santo los reunió, hizo crecer la armonía entre ellos, los condujo por caminos que muchos de ellos no habrían imaginado, superando perplejidades y resistencias. Así actúa el Espíritu santo que guía a la Iglesia”. Con estas palabras se dirigió el Papa Francisco a los participantes en aquella conferencia, entre los que se encontraba el obispo de Shanghai, Joseph Shen Bin.
4) Quisiera rendir homenaje al Cardenal Celso Costantini, que como primer Delegado Apostólico en China fue el gran director a nivel humano del Consejo de Shanghai. Costantini, siguiendo los pasos de Matteo Ricci, puso en marcha la Maximum Illud. Podemos aprender mucho de esta figura profética y creativa. El Papa Francisco, en su video-mensaje, subrayaba además que “En el Concilio de Shanghai, también gracias a la labor de Celso Costantini, la comunión entre la Santa Sede y la Iglesia en China manifestó sus frutos, frutos de bien para todo el pueblo chino”.
Rezo para que, a la luz del Primum Concilium Sinense, podáis ver más claramente los caminos por los que se puede caminar junto a nuestros hermanos y hermanas chinos, para que, en nuestro testimonio común de fe en Jesucristo, crezcan “frutos de bien para todo el pueblo chino”. ¡Que Dios os bendiga!
(Agencia Fides, 28/6/2024)
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