ASIA/IRÁN - «Maryam-e Moghadass». ¿Qué nos cuenta la estación de metro de Teherán dedicada a María?

miércoles, 22 octubre 2025 diálogo   corán   chiítas   devoción mariana  

del Cardinale Dominique Joseph Mathieu OfmConv*

Teherán (Agencia Fides) – Uno de los sistemas de transporte público más importantes de las ciudades modernas es el metro. El de Teherán cuenta con siete líneas, 160 estaciones y una extensión total de 292,1 kilómetros, de los cuales 67,5 km pertenecen a una línea de trenes suburbanos. Entró en funcionamiento el 7 de marzo de 1999 y actualmente lo utilizan en promedio 2,5 millones de pasajeros al día.

Actualmente, se están llevando a cabo obras de ampliación en todas las líneas, en dirección noroeste (tres nuevas estaciones intermedias) y sureste (una estación adicional) para la línea 6, de color rosa. Inaugurada en 2019, cuenta con 25 estaciones activas en 32,5 km, y una vez concluida alcanzará los 38 km con 32 estaciones. Pronto se inaugurará la estación “Maryam-e Moghaddas (Shahid Nejatollahi)”, situada a 34 metros bajo tierra y considerada una estación de especial relevancia por su posición central en el eje de la línea 6.

El director del Centro de Comunicaciones y Asuntos Internacionales de Teherán, Amir Mohammadkhani, ha explicado que el nombre “Santa María” fue propuesto por la administración municipal y aprobado por las autoridades competentes en reconocimiento a la comunidad cristiana armenia, debido a la cercanía de la catedral apostólica armenia. Según Mohammadkhani, esta designación refleja la atención del municipio hacia la diversidad cultural y religiosa de la capital.

Originalmente, la estación llevaba el nombre de Shahid Nejatollahi, en honor a Kamran Nejatollahi, un estudiante iraní asesinado durante las protestas estudiantiles de 1979 contra el régimen anterior. El término “Shahid” significa “mártir”, y “Nejatollahi” puede traducirse como “saludo de Dios”.

La estación se encuentra junto al centro religioso de la comunidad armenia, cerca del parque Sainte-Marie y de su centro cultural, y frente a la iglesia catedral de San Sarkis, la única iglesia de Teherán abierta permanentemente fuera de las celebraciones litúrgicas. Los cristianos armenios constituyen la minoría religiosa más numerosa de Irán, con entre 120.000 y 150.000 miembros según algunas fuentes, y hasta 355.000 según otras. En Teherán viven unos 75.000 armenios. Dos de los cinco escaños reservados a las minorías religiosas en el Parlamento iraní les pertenecen, y son la única minoría con estatus de “observador” en el Consejo del Discernimiento y el Consejo del Convenio de Oportunidades.

Irán y Armenia mantienen lazos culturales milenarios, y su relación tiene un valor estratégico para Irán, ya que el corredor norte-sur es una ruta clave hacia los mercados del mar Negro. Sin embargo, el reciente tratado de paz entre Armenia y Azerbaiyán, auspiciado por Estados Unidos, amenaza esta vía comercial.

El exterior de la estación y su portal principal están revestidos de piedra blanca y vitrales de estilo románico, armonizados con la fachada de la iglesia de San Sarkis. Sobre las tres vidrieras, incluida la principal, están inscritos en persa e inglés el nombre de la estación y el número de la línea. Frente a la iglesia, se revelará el día de la inauguración una estatua de piedra de 2,30 metros que representa a la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, donada por un benefactor armenio.

En el interior, sobre la primera rampa subterránea, aparece la inscripción “En el nombre de Dios” en persa, acompañada por su traducción al inglés, armenio y árabe sobre un fondo rojo ocre. Según el alcalde Alireza Zakani, el diseño de la estación, que combina luz, arcos y espacios silenciosos, une la delicadeza de la arquitectura de las iglesias con la geometría serena de la arquitectura iraní. A su juicio, la estación evoca “a la mujer divina que despertó al mundo con su pureza y dio vida a un gran profeta”.

El interior, inspirado en las iglesias armenias, está decorado con bajorrelieves de Jesús y María, además de símbolos tomados de la iglesia de San Sarkis. La Organización Municipal para el Arte Urbano y el Embellecimiento considera esta obra una celebración de la identidad multirreligiosa de Teherán a través del arte público.

A medida que se desciende, los arcos blancos, los tonos azules del techo y las cúpulas evocan los colores atribuidos a María. En un nivel intermedio, una placa plateada recoge una cita del Líder Supremo sobre el “Profeta Jesús”: «Jesucristo (la paz sea con él) no dudó ni un instante en combatir el mal y en invocar el bien durante toda su estancia entre los seres humanos».

Un piso más abajo, dos inscripciones relatan otras declaraciones del Líder Supremo sobre Jesús: «El mensaje de Jesucristo (la paz sea con él) era liberar a la humanidad de la oscuridad, la ignorancia, la corrupción, la privación y la discriminación» y «Jesús, hijo de María (la paz sea con él), fue el heraldo de la misericordia divina, la bendición y la guía para toda la humanidad».
Al centro de un gran arco en el siguiente nivel, un medallón con un efecto luminoso especial reproduce, sobre una lámina metálica, los versículos 29-34 de la sura 19 del Corán sobre María:
- (29) Ella lo señaló [al niño], y entonces le dijeron: “¿Cómo vamos a hablar con un niño que aún está en la cuna?”
- (30) Entonces [Jesús] habló: “Soy un siervo de Dios, Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta.
- (31) Seré el más bendecido entre los siervos dondequiera que me encuentre. Él me ha encomendado realizar la oración y dar el zakat mientras viva.
- (32) E hizo que honre a mi madre. No me hizo arrogante hacia la obediencia de mi Señor ni me hizo desobediente a ella.
-(33) La paz fue conmigo el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado.
-(34) Ese es Jesús, hijo de María, la verdad sobre la que ellos discuten.

El vestíbulo principal evoca la atmósfera de una iglesia, con iluminación azul suave que infunde paz a los viajeros. Los relieves que adornan las rampas combinan arquitectura islámica y cristiana, arte floral y poesía persa.

Uno de los bajorrelieves representa a Jesús con los brazos abiertos y los ojos cerrados, caminando sobre las aguas, rodeado de formas estrelladas y acompañado por versos del poeta Hafez: «Alégrate, oh corazón mío, el soplo del Mesías está cerca; de su dulce aliento emana el perfume del Único. No te lamentes por el dolor de la separación, pues anoche consulté a los oráculos y el nombre de un Salvador ha sido la respuesta». Abû Bakr Ibn Abî Ad-Dunyâ relata de Bikr Ibn ‘Abd Allah Al-Mazani: «Los apóstoles perdieron de vista a su profeta ‘Îsâ, y se les dijo: “Dirigíos hacia el mar”. Entonces emprendieron el camino, y cuando llegaron al mar, lo vieron caminar sobre el agua, elevándose y descendiendo con las olas. Vestía un manto, la mitad del cual cubría la parte superior de su cuerpo y la otra mitad la inferior, y caminaba en su dirección».

Dos parejas de bajorrelieves se encuentran frente a los andenes del metro.
Uno de ellos representa, sobre un fondo con dos líneas onduladas que ascienden hacia la izquierda, las montañas que dominan Teherán. A los lados hay árboles verdes: el de la derecha, más frondoso, parece pertenecer a la familia de los cipreses. Antiguo símbolo de Persia, del arte, la literatura y la cultura islámica, el ciprés -por su naturaleza siempre verde, su rectitud y su crecimiento vertical- suele representar la inmortalidad, la vida eterna y la libertad. A la izquierda, en gris, se alza la catedral apostólica armenia, con sus tres torres cónicas típicas. Las dos más bajas, situadas bajo las cimas de las montañas, están coronadas por un globo con un ancla (cruz sobre media luna), mientras que la torre más alta, que apunta hacia la cima superior, lleva una cruz sobre la curva convexa que separa la montaña del cielo. Sus dos puertas laterales son oscuras; solo el portal central tiene escalones diagonales que conducen al centro del panel.

A la derecha, una imponente mezquita sigue la línea de la montaña. Más simbólica que específica, podría haberse inspirado en una mezquita famosa de la región. En cualquier caso, representa el símbolo de la religión mayoritaria. Sus dos minaretes apuntan entre las dos cimas, y la cúpula, con su asta elevándose hacia la cavidad más alta, hace ondear su estandarte a la altura del cielo. Los escalones de las tres puertas claras de la mezquita son perpendiculares al cuadro, mientras que solo la puerta central de las dos oscuras de la iglesia tiene una escalera diagonal. Ambos edificios religiosos simbolizan la coexistencia cultural. En el centro, un rosetón geométrico verde con una estrella de doce puntas -símbolo del orden divino, la unidad y la perfección- une horizontalmente las dos arquitecturas religiosas y, verticalmente, el cielo y la tierra. Las siete espigas de maíz, símbolo de fertilidad y abundancia, expresan que la vida en la tierra se nutre de la luz divina.

La otra pareja de bajorrelieves representan a María, figura importante en la tradición islámica y venerada tanto por cristianos como por musulmanes chiíes, quienes la respetan como madre del profeta Jesús.
El primero, situado frente al bajorrelieve con la iglesia y la mezquita, muestra en el centro del panel dos tercios de la silueta de María, con una gran aureola que simboliza su santidad. Tiene las manos juntas sobre el pecho y los párpados cerrados, con la mirada fija al frente. A su izquierda y derecha hay un parterre de tulipanes de distintos colores y tallos de arroz, así como racimos y hojas de uva en las esquinas superiores. A la izquierda, una paloma de la paz sostiene una rama de olivo en el pico. La forma elegante de los tulipanes evoca belleza y armonía; en el islam, recuerdan la fugacidad de la vida y simbolizan el amor fiel y eterno.

Frente a ella, Santa María, de blancura inmaculada, parece -como el campo de tulipanes, originarios de Irán, Afganistán y Kazajistán- enraizada en la tierra, pero se eleva más recta que ellos, en el centro de la escena. Al otro lado, el rosetón verde conecta horizontalmente la iglesia y la mezquita, y verticalmente el cielo y la tierra. La frágil paloma que desciende planeando hacia Santa María se sitúa frente a la majestuosa mezquita, inmóvil. Las cimas de las montañas y el cielo corresponden a la frondosa vid celestial, con cuatro grandes racimos a la altura de la mezquita y otros seis a la altura de la iglesia.

El segundo bajorrelieve mariano está formado por dos letras omega simétricas, unidas por ramitas, obra de Dios; la segunda está coronada por estructuras artificiales que recuerdan un puente. En el lado izquierdo se ve un árbol con follaje verde y la iglesia de San Sarkis, sobre un suelo empedrado. En el derecho, María está sentada sobre un bloque colocado en un sendero flanqueado por matas verdes. Jesús, con los párpados cerrados como su madre, está de pie sobre el bloque a su derecha, apoyando su mano en el hombro de María. En la esquina derecha, se eleva una colina rocosa triangular con árboles sin hojas.

Frente a este, otro bajorrelieve muestra un paisaje idílico. Al fondo, una cadena de montañas; en el centro, un lago y, en la parte inferior, la desembocadura de un río entre dos promontorios rocosos. El de la izquierda presenta lirios -símbolos de pureza e inocencia, que en el contexto espiritual pueden asociarse con la paz y la belleza divina-, mientras que el de la derecha muestra un olivo, árbol mencionado en repetidas ocasiones en el Corán como símbolo de paz, bendición y misericordia. En el centro del panel, una vidriera multicolor de tonos rosados muestra una paloma volando sobre el agua, símbolo del Espíritu.

Los bajorrelieves son predominantemente de color ocre arena, con algunos toques de verde. El ocre transmite una sensación de paz y simboliza la vida y la eternidad, portador de valores rituales. El verde, en el islam, representa las mayores riquezas materiales y espirituales, pues evoca la fertilidad. Usado por el Profeta, remite al paraíso y a la vida eterna. Es el color sagrado por excelencia: el Corán está a menudo revestido de este color. Dado que el islam se desarrolló principalmente en regiones áridas y propensas a la sequía, el verde es siempre un color positivo, asociado a la vegetación, la renovación, la primavera, el cielo, la felicidad, la esperanza, el paraíso, la bendición y la santidad.

Estación de metro “Maryam-e Moghadass”

Los paneles y los textos que acompañan el recorrido concluyen con el versículo 171 de la sura 4: «¡Oh, Gente del Libro! No se extralimiten en las creencias de su religión. No digan acerca de Dios sino la verdad: Porque el Mesías, Jesús hijo de María, es un Mensajero de Dios y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María; un espíritu creado por Él. Crean en [la unicidad de] Dios y en Sus Mensajeros. No digan que [Dios] es una parte de la trinidad, abandonen esa idea, es lo mejor para ustedes. Dios es una única divinidad. Lejos está, Glorificado sea, de tener un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la Tierra. Dios es suficiente como protector».
En la superficie -en el parque- y en las profundidades -de la estación-, las miradas de Jesucristo y de su Madre, la Virgen María, se posan sobre los viajeros. Pero, dado que ambos tienen los ojos cerrados o sin pupilas, no hay cruce de miradas, salvo el del “ojo de la paloma”.
Que desde las profundidades surja la luz divina de la paloma e ilumine el corazón de los viajeros de buena voluntad, para que con los ojos de la fe -una “visión de paloma”- contemplen, tras la triada “Jesús-María-paloma”, el Amor del único Dios, que inflama los corazones para caminar con dulzura, humildad y deseo de paz en el camino de la vida y los encuentros que el Creador dispone para sus hijos.
El Espíritu Santo desciende a los corazones como una paloma, para impulsarnos a imitar el corazón humilde de María y seguir a Jesús en su senda de paz. La verdadera paz tiene su fuente en la Trinidad: el Padre que habla, el Hijo que acoge y el Espíritu Santo que se derrama sobre nosotros.
(Agencia Fides 22/10/2025)

*Arzobispo de Teheran- Isfahan


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