ASIA/LÍBANO - Rmeish, el pueblo cristiano al borde del abismo: "nosotros también pedimos el milagro de la paz

jueves, 3 octubre 2024 iglesias orientales   oriente medio   guerras   chiítas  

Por Gianni Valente

Rmeish (Agencia Fides) - Israel está al otro lado de la colina, a menos de dos kilómetros en línea recta. En medio de esa tierra fronteriza que se ha convertido en teatro de enfrentamientos directos entre las milicias chiíes de Hezbolá y los soldados del Estado judío, la aldea cristiana de Rmeish permanece suspendida entre la vida y la ruina que ya la asedia por todas partes. Sus habitantes, hasta hace unas semanas, sumaban más de 11.000 personas. Ahora quedan menos de 5.000. Muchos -sobre todo familias con enfermos y niños pequeños- se han unido al éxodo de un millón de nuevos desplazados libaneses -chiíes, suníes y cristianos- que han huído a zonas consideradas «más seguras», antes de que el temido «conflicto terrestre» cierre las rutas de escape.

Los que no se han ido, quieren quedarse y seguir adelante, a pesar de todo.
Rezan todos los días a Jesús María y a sus santos más queridos, pidiendo que todo el pueblo, en su impotencia, permanezca a salvo de los drones, los misiles y el fuego de artillería. Como una isla de paz suspendida en medio de la tormenta, la devastación y la carnicería.

Abuna Toni Elias, uno de los cuatro sacerdotes maronitas del pueblo, vigila por las tardes con unos 30 jóvenes las carreteras de acceso al municipio, para que puedan avisar a todo el mundo en caso de peligro. «A estos jóvenes los llamo “centinelas de la mañana”. Son como vigilantes pacíficos, desarmados, que comprueban lo que ocurre alrededor del pueblo para ver si hay algún peligro». Mientras conversa con la Agencia Fides, se oyen a lo lejos explosiones y bombardeos. «Ocurre todas las noches. Puede que los soldados israelíes ya estén al otro lado de la colina. Hasta ahora no los hemos visto. Pero hemos oído el ruido de tanques moviéndose por las carreteras que llevan a otros pueblos».

También Rmeish se ha visto inmersa en la guerra de baja intensidad que comenzó en las zonas fronterizas entre Líbano e Israel tras las matanzas de israelíes del 7 de octubre de 2023. Desde entonces, todo ha cambiado. Las escuelas han cerrado, no hay trabajo, mucha gente sólo consigue salir adelante gracias a la ayuda de Cáritas Líbano y otras organizaciones benéficas.

Cuando los milicianos chiíes de Hezbolá empezaron a lanzar misiles contra Israel - relata el padre Toni -, «varios de nosotros alzamos la voz para decir que nadie quería esta guerra y que no ayudaríamos a los palestinos de Gaza desde aquí y de esta manera». Y cuando los lanzamientos de la artillería israelí llegaron a las tierras cultivadas de los alrededores de Rmeish, los habitantes, con la mediación del ejército libanés, pidieron a los milicianos de Hezbolá que no lanzaran sus misiles desde el territorio de su pueblo.
No querían que la respuesta de los misiles israelíes acabara en sus casas, en una guerra que no era suya.

Hace quince días, cuando el ejército israelí comenzó la operación «Nuevo Orden» en Líbano, bombardeando posiciones de Hezbolá, matando a sus milicianos y también a su líder Nasralá, y causando cientos de víctimas entre la población civil, muchos pueblos chiíes y cristianos cercanos a Rmeish también quedaron devastados y ahora están desiertos. A estas alturas hay tantas ruinas, tantos lugares destruidos como Gaza, también a nuestro alrededor», subraya el padre Toni. Y relata cómo también han llegado órdenes de evacuación del ejército israelí a las aldeas cristianas desde cuyas tierras habían estallado misiles disparados por Hezbolá. Ahora, a lo largo de toda la franja fronteriza, sólo quedan habitantes en Reimsh y en otro pueblo cristiano.
El resto es tierra desierta. «Aparte de nosotros, no queda ni un alma. Hasta el ejército regular ha recibido la orden de retirarse detrás de la llamada 'línea azul'».

Mientras todo se prepara para lo peor, el padre Toni Elias admite que «no podemos entender qué hay detrás de todo esto, ni adónde nos llevará». En cuanto a las relaciones con los chiíes, recuerda la buena convivencia que existía entre los distintos pueblos antes de la nueva guerra. Somos del mismo pueblo, no podemos entrar en conflicto con ellos», repite. Y añade comentarios realistas sobre el país de los cedros «reducido a pedazos. Ahora también nos preguntamos qué pasará cuando acabe la guerra. Cómo podremos seguir adelante. Por eso pedimos que se elija un nuevo presidente, ya que llevamos dos años sin tenerlo. No tenemos un jefe de la nación, y esto dice mucho de nuestra debilidad».
El padre Toni relata también el tormento de las familias que han huido durante la noche, que siguen durmiendo en sus coches, mientras las bombas siguen cayendo sobre Beirut y ni siquiera hay colchones en las escuelas y lugares donde se acoge a los refugiados.

En Rmeish -añade el sacerdote maronita- «ahora somos como una pequeña barca en un océano tempestuoso, pedimos que Jesús esté con nosotros». Los habitantes de Rmesh saben que el domingo el Papa Francisco rezará por la paz en Santa Maria la Mayor, y que ha convocado una jornada de ayuno y oración el 7 de octubre, para pedir el milagro de la paz. «También nosotros -añade el padre Toni- nos encomendamos al Señor, a su misericordia y protección. Rezamos por los difuntos, de todas las comunidades de fe, en las que están incluidos los cristianos, Ayer mismo, dos padres y su hijo murieron cerca de aquí, alcanzados por un proyectil. Que el Señor les reciba en el Paraíso».
(Agencia Fides 3/10/2024)


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