por Gianluca Frinchillucci
Beirut (Agencia Fides) – En el Líbano atravesado por una devastadora crisis económica, marcado por inestabilidad política y por heridas de guerra aún abiertas, la visita del Papa León XIV adquiere para la comunidad cristiana un valor misionero. Así lo subraya don Guillaume Bruté de Rémur, sacerdote francés desde hace muchos años en Oriente Medio y rector del Seminario Eparquial Internacional “Redemptoris Mater” del Líbano, institución que forma jóvenes provenientes de distintos países y de Iglesias católicas de diversos ritos, situada en el corazón de un barrio de Beirut de mayoría musulmana.
En un contexto en el que muchos jóvenes y familias luchan contra la tentación de emigrar, el seminario vive la visita del Papa como un fuerte llamado a la misión y al testimonio. Don Guillaume ve en los signos que acompañan este viaje – comenzando por la elección del tema “Bienaventurados los constructores de paz” – una invitación a redescubrir el papel de los cristianos como levadura de convivencia en la sociedad multirreligiosa libanesa.
-Don Guillaume, ¿qué significado atribuye a la visita del Papa León XIV al País de los Cedros, en un contexto de crisis económica, inestabilidad política y heridas de guerra aún abiertas?
-«Yo creo que es una visita muy importante. Algunos la consideran como la realización del deseo de Papa Francisco, que había dicho varias veces que vendría al Líbano; luego ha subido al Cielo y no se presentó esta oportunidad.
Pienso que ya antes de la elección del Papa León había en el Vaticano una atención particular a la situación del Líbano. Pero creo que esta elección del Papa de iniciar sus viajes apostólicos con un viaje a Turquía, ligado al Concilio de Nicea, y un viaje al Líbano, con una dimensión más pastoral y sobre todo misionera, es muy significativa.
El Papa León ha querido titular este viaje: “Bienaventurados los constructores de paz”. Él tiene muy en el corazón la situación de Oriente Medio, profundamente desestabilizada, y que ahora se encuentra en una fase de reconstrucción cuyo resultado no está claro. Hay un mapa geopolítico que se está redibujando. En el centro de estos cambios, el Papa puede hacer recuperar a los cristianos la misión que siempre han tenido: ser una presencia que favorece la convivencia de una sociedad multiconfesional y multirreligiosa. Su presencia aquí tiene un gran significado porque la diáspora y la pérdida de la conciencia de su propia misión por parte de los cristianos han contribuido a la desestabilización de esta región».
-¿En su opinión, qué nos revela la elección del Papa de incluir al Líbano entre las primeras etapas de su pontificado?
-«Tiene un significado muy importante, porque el Líbano siempre ha sido una tierra de acogida para las confesiones perseguidas, no solo cristianas. Cuando los Mamelucos persiguieron a los chiíes, muchos se refugiaron en las montañas; lo mismo vale para los drusos. El Líbano siempre ha sido una tierra de acogida. Mostrar este país como “mensaje” – expresión acuñada por San Juan Pablo II, que decía: “El Líbano, más que un país, es un mensaje” – es fundamental. Y pienso que el Papa quiere subrayar precisamente este aspecto, tan importante para la Iglesia».
-¿Cómo viven los seminaristas la noticia de la visita del Papa? ¿Qué esperan de este viaje para su camino vocacional y para el futuro de la Iglesia en el Líbano?
-«Todos nosotros – pero ellos en particular – estamos muy contentos y honrados por este primer viaje del Papa. He encontrado muy significativo, y también lo han notado nuestros presbíteros, que la primera audiencia que el Papa León ha tenido tras su investidura haya sido dedicada al Jubileo de las Iglesias orientales. Algunos de nuestros presbíteros estaban en Roma y participaron: también esto nos ha parecido un signo providencial.
Este año se cumplen treinta años de la fundación de nuestro seminario. Es un aniversario importante, y el Papa llega al Líbano precisamente el 30 de noviembre, día de la firma del decreto de erección del seminario y fiesta de San Andrés, santo de Oriente. También esto tiene un gran valor simbólico.
Los seminaristas están entusiasmados: sienten que la visita del Papa confirma su vocación y su presencia aquí. Naturalmente esperan una palabra del Santo Padre. El primer encuentro público del Papa en el Líbano será precisamente con seminaristas, clero y religiosas, y ellos están muy felices de estar allí».
-¿Puede la visita del Papa ayudar a los cristianos, a menudo tentados por la emigración, a permanecer en su tierra?
-«La posibilidad de permanecer en la propia tierra siempre existe: la vida es cuestión de elecciones. Es natural que el hombre busque mejores condiciones, y hoy la tentación de emigrar es muy fuerte, sobre todo en un país en crisis como el Líbano.
La palabra del Papa es muy importante porque recuerda a los cristianos que ser cristiano no es solo pertenencia o credo, sino ser llamados a vivir la propia vida como testimonio. En griego, testimonio significa martirio: no todos estamos llamados al martirio, pero sí a la misión.
El desarrollo profundo de nuestra persona se realiza en cumplir la misión para la cual hemos sido creados y llamados por Dios. En medio de las dificultades, yo veo jóvenes y familias que dicen: “Nosotros tenemos una misión aquí”, y esto supera fragilidades y fatigas. Esta es una de las cosas más importantes que el Papa puede traer: confirmar que la misión de la Iglesia no es solo educación o asistencia, por fundamentales que sean, sino transmitir el sentido de la misión a través de su presencia misma en Oriente Medio».
-¿Se espera del Papa más un mensaje de consolación, de conversión o una palabra profética que sacuda las conciencias?
-«Pienso que hoy es fundamental sacudir las conciencias: es una de las grandes urgencias de nuestro tiempo, y aún más aquí en el Líbano. La guerra siempre baja el nivel de la conciencia: permite aquello que normalmente es inaceptable, y así la conciencia personal se acostumbra. Por esto espero que el Papa dirija a las élites del país un llamado a la conversión. Es importante despertar las conciencias para que el Líbano permanezca lo que ha sido y lo que todavía puede ser: un lugar donde la convivencia es posible y donde las diferencias se convierten en riqueza».
- ¿Qué compromiso concreto siente que su seminario y la Iglesia en el Líbano están llamados a asumir después de la visita del Papa?
-«Nosotros ya estamos preparando el “después”. Organizamos un encuentro vocacional con obispos, jóvenes, familias, para llamar a la vida presbiteral, a la vida consagrada y a la evangelización también en las familias. Para nosotros la misión es esencial.
Hoy en el Líbano hay una gran sed de una Iglesia más misionera. Después de la visita del Papa tendremos que involucrar a los seminaristas en la pastoral, crear vínculos más personales con las personas, hacer más significativa nuestra presencia.
Esperamos también completar el proyecto de construcción del seminario, ralentizado por las guerras y la crisis económica. Nuestra presencia, en un punto de frontera entre barrio cristiano y musulmán, es un signo importante. Creo que esto es realmente fundamental».
(Agencia Fides 29/11/2025)