ASIA/LÍBANO - Entre lluvia y sol, los libaneses acogen como un don la visita de León XIV

lunes, 1 diciembre 2025 papa león xiv   oriente medio   ecumenismo   diálogo   jóvenes  

VaticanMedia

por Pascale Rizk

Beirut (Agencia Fides) – «El miedo, la desconfianza y los prejuicios no tienen la última palabra, y la unidad, la reconciliación y la paz son posibles». Con emoción y gratitud, el Papa León XIV ha pasado la tarde del lunes 1 de diciembre, segundo día de su visita al Líbano, junto a los jefes y representantes de todas las comunidades religiosas del País de los Cedros, al que ha definido como «tierra bendita: una tierra exaltada por los profetas del Antiguo Testamento», «donde el eco del Logos nunca ha enmudecido, sino que continúa llamando, de siglo en siglo, a aquellos que desean abrir sus corazones al Dios vivo». En su discurso, ha recordado cuál es la «misión de esta amada tierra que se mantiene inalterada a lo largo de la historia: dar testimonio de la verdad imperecedera de que cristianos, musulmanes, drusos y muchos otros pueden vivir juntos y construir un país unido por el respeto y el diálogo».

En la “tienda de la paz”, instalada en la Plaza de los Mártires de Beirut, con un escenario circular en el centro como símbolo de la unidad de la familia humana, el Papa ha escuchado con atención las intervenciones y saludos de Patriarcas, Sheikhs y Muftíes, y ha concluido encomendando el Líbano y Oriente Medio a la protección de la Virgen María, para que se difunda la gracia de la reconciliación y la esperanza.
En la tienda se han colocado dones simbólicos en las sillas reservadas a los invitados. El programa ha incluido la proyección de un documental sobre la convivencia y los testimonios de cercanía entre creyentes de distintas confesiones. Al final, en la plaza se ha plantado un olivo, símbolo de esperanza y reconciliación
Tras el saludo del Patriarca greco-ortodoxo de Antioquía, Yohanna X Yazigi, el Patriarca siro-católico Ignace Youssef III Younan, ha abierto una serie de intervenciones recordando «las palabras de san Juan Pablo II, según el cual el Líbano no es solo un país, sino un mensaje para nuestra región y para el mundo entero». Además, ha afirmado que la visita del Papa, en el actual contexto libanés y de Oriente Medio, puede favorecer la paz y la estabilidad en la región, «especialmente en el Líbano, pequeño en el mapa pero grande por su mensaje, su papel y su mosaico islámico-cristiano».
El Muftí de la República Libanesa, Abd al-Latif Derian, ha subrayado que la ciudadanía, la justicia y la igualdad son la base de los derechos y deberes en el Líbano, que protege las libertades religiosas en su Constitución. También ha evocado la experiencia de la emigración de los musulmanes a Abisinia.
El Sheikh Ali al-Khatib ha dado la bienvenida al Papa en nombre del Consejo Supremo Islámico Chiita, describiendo la visita como un apoyo al Líbano herido que enfrenta graves desafíos. Ha subrayado que la convivencia y el diálogo entre los seguidores de las religiones son fundamentales, y que las guerras en nombre de la religión traicionan su esencia. Tras recordar que los libaneses se han visto obligados a defenderse de la ocupación israelí, ha concluido con un llamamiento al apoyo internacional para ayudar al país a superar sus crisis.
El Patriarca siro-ortodoxo Mar Ignatius Aphrem II también ha dado la bienvenida al Papa en el Líbano, «tierra de santidad en el corazón de Dios», recordando que los cristianos de Oriente Medio han perseverado en el testimonio de Cristo a pesar de persecuciones y guerras. Destacando la convivencia secular entre cristianos y musulmanes, expresión diaria de convivencia, ha expresado el deseo de que la visita del Papa sea un rayo de esperanza y paz para un Oriente martirizado.
El Catolicós de Cilicia de los Armenios, Aram I, por su parte ha exaltado la visita del Papa como un signo poderoso de la solicitud de la Iglesia de Roma hacia el Líbano, donde la convivencia islámico-cristiana constituye la piedra angular de la identidad del país.
El Sheikh druso Abi al-Munah ha afirmado que la delicada convivencia sobre la que se sostiene la nación exige a cada familia espiritual contribuir a preservar la patria común, mientras que el Sheikh Ali Qaddour, Presidente del Consejo Islámico Alauita, ha destacado que la visita del Papa «no es un acto protocolario, sino un mensaje de esperanza para todos los libaneses, porque el Líbano sigue siendo capaz de levantarse y retomar su misión».

El encuentro en Harissa

«Salam el Masseeh» («la paz de Cristo») han sido las primeras palabras del Papa en la mañana, dirigidas a obispos, sacerdotes, religiosas, consagrados y agentes pastorales de las Iglesias católicas del Líbano que lo han acogido en la basílica de Nuestra Señora del Líbano en Harissa. Tras escuchar algunos testimonios, el Papa ha subrayado la importancia del amor continuo en la construcción de la comunión, así como la fuerza de la oración y la profundidad de la esperanza en los momentos difíciles.

La visita a la tumba de san Charbel

Desde primeras horas de la mañana, numerosos libaneses comenzaron a llegar desde todas las regiones a lo largo de la ruta que recorrería el Papa rumbo a la gruta que custodia las reliquias de san Charbel, en el monasterio de Annaya.
Durante el trayecto de Biblos a Annaya, las campanas de las iglesias han repicado repetidamente, alternándose con cantos en árabe y siriaco, junto con momentos de silencio. Antes de la llegada del cortejo, se han distribuido copias de la oración que el Papa recitaría en francés ante la tumba. Ya en el santuario, el Papa se ha arrodillado ante la tumba de san Charbel para un momento de oración y ha encendido junto a ella una vela traída desde Roma. Resumiendo la herencia del ermitaño de Baakafra, el Papa ha destacado la atracción espiritual que tantos sienten por este monje, santo «como agua fresca y pura para quien camina en el desierto».

El encuentro con los jóvenes

Al final de esta intensa jornada, el Papa León XIV se ha trasladado a Bkerke para el encuentro con los jóvenes, llegados también de Siria e Irak, con sus testimonios «como estrellas luminosas en una noche oscura». «Su patria, el Líbano», ha dicho el Papa, «florecerá hermosa y vigorosa como el cedro, símbolo de la unidad y fecundidad del pueblo». Y ha recordado que la fuerza del cedro radica en sus raíces, tan amplias como sus ramas: «Así también, el gran bien que hoy vemos en la sociedad libanesa es el resultado del trabajo humilde, oculto y honesto de tantos hacedores del bien, de tantas raíces buenas que no quieren hacer crecer sólo una rama del cedro libanés, sino todo el árbol, en toda su belleza ».
«Recurran a las raíces buenas del compromiso de quienes sirven a la sociedad y no se sirven de ella para interés propio - ha exhortado el Papa -. Con un compromiso generoso por la justicia, proyecten juntos un futuro de paz y desarrollo. ¡Sean la savia de esperanza que el país espera!».
(Agencia Fides 1/12/2025)


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