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Jerusalén (Agencia Fides) - El nuevo gobierno que se prepara para obtener la confianza del Parlamento israelí nunca podrá ser un verdadero “gobierno del cambio”. Su fragilidad hará que su duración sea incierta desde el principio, no puede haber un desarrollo positivo en lo que respecta a la “cuestión palestina”, y la participación de un Partido Árabe en la mayoría desorganizada que apoyará al gobierno no puede en modo alguno ser sobre-estimada como un hecho de importancia política, capaz de desencadenar procesos de mayor integración de los árabes en la sociedad israelí. Como siempre, las consideraciones expresadas por el padre Frans Bouwen sobre los actuales procesos políticos y sociales que tienen lugar en Tierra Santa son lúcidas y realistas. El padre belga Frans Bouwen, misionero de los Padres Blancos, vive y trabaja en Jerusalén desde hace 52 años.
El próximo domingo, 13 de junio, el Parlamento israelí está llamado a expresar su confianza en el primer gobierno arrebatado a Benjamín Netanyahu, que ha monopolizado el cargo de primer ministro del Estado judío durante los últimos 12 años. Sobre el papel, el nuevo ejecutivo debería contar con una escasa mayoría de 61 diputados (hay 120 escaños en la Knesset). El apoyo al gobierno debería provenir de una coalición desigual, compuesta por ocho partidos de derecha, centro e izquierda, además del Partido Árabe Ra'am. El acuerdo prevé que el equipo de gobierno sea dirigido por turnos, primero por Naftali Bennett, líder del partido derechista Yamina, y luego por Yair Lapid, jefe del partido centrista Yesh Atid. Los grupos que han anunciado su apoyo al gobierno - señala el padre Bouwen en una conversación con la Agencia Fides – “sólo tienen un punto en común, el deseo de expulsar a Netanyahu del gobierno. Y no sé cuánto durará esta motivación para la unidad. En cualquier caso, no cabe esperar ningún avance ni cambio positivo en la cuestión palestina. El futuro primer ministro Bennett se opone absolutamente a cualquier reconocimiento de un Estado palestino, y no tiene intención de hacer concesiones a los palestinos en términos de tierra y mayor autonomía”. En los medios de comunicación occidentales, varios comentarios destacan el apoyo ofrecido al nuevo ejecutivo por los cuatro diputados de Ra'am, la “Lista Árabe Unida” dirigida por el dentista Mansur Abbas, presentado por algunos como el punto de equilibrio. En realidad -señala el padre Bouwen- la bandera política de Abbas tiene su mayor reserva de consenso entre los beduinos del Negev, y no puede considerarse representativa de los árabes palestinos que son ciudadanos de Israel. El apoyo prestado al gobierno de Bennett-Lapid parece responder sobre todo a designios y ambiciones de carácter personal, y contribuye a legitimar una estructura política que hace cada vez menos imaginable el reconocimiento del Estado palestino por parte de Israel. Englobar una sigla árabe en el gobierno del Estado judío -señala el padre Bouwen- sigue siendo un hecho enigmático, sobre todo después de lo sucedido recientemente en las ciudades mixtas, donde los enfrentamientos de los palestinos con las fuerzas de seguridad y los grupos de judíos “han revelado que incluso en esas ciudades no había una verdadera convivencia, sino sólo una vida uno al lado del otro, en condiciones de desigualdad. Era una realidad que no se tenía el valor de reconocer, y que de repente ha resurgido, de forma traumática. Pensando en estos problemas tan lacerantes, no veo qué futuro y qué peso puede tener la iniciativa de la sigla árabe que ha decidido apoyar al nuevo gobierno”.
(GV) (Agencia Fides 11/6/2021)