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Por Gianni Valente
Roma (Agencia Fides) – Con la llegada a Yakarta del vuelo procedente de Roma, ha dado comienzo el 45º viaje apostólico internacional del Papa Francisco. El Obispo de Roma, a sus casi 88 años, está realizando el más largo de sus viajes para encontrarse con las Iglesias y los pueblos de Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Se desplazará por rutas que le llevarán lejos de los lugares de guerra y enfrentamientos de poder en los que está concentrada la atención del sistema mediático mundial.
«La realidad se ve mejor desde la periferia que desde el centro», explicó una vez el Papa Francisco, en una entrevista con un boletín parroquial de Villa la Càrcova, una barriada del Gran Buenos Aires. «Normalmente -había añadido Bergoglio en aquella ocasión- nos movemos en espacios que controlamos de un modo u otro. Esto es el centro. En la medida en que salimos del centro y nos alejamos de él, descubrimos más cosas». Una idea que también está presente en los estudios de la filósofa argentina Amelia Podetti (1928-1979), a quien el Papa Bergoglio conoció cuando era joven. Ella también solía repetir en sus conferencias que Europa se «vio» de otra manera tras el viaje de Fernando de Magallanes para circunnavegar la Tierra. Mirar el mundo desde Madrid no era como mirarlo desde Tierra de Fuego: la vista era más amplia y se podían ver cosas ocultas para quienes lo miraban todo desde el «centro» del imperio.
El viaje del Papa Francisco a Asia y Oceanía también puede ayudar a captar detalles importantes para el camino de la Iglesia y el panorama mundial actual. Detalles que a menudo no se perciben o se ven oscurecidos por los conformismos imperantes en la representación mediática de la actualidad.
En muchas zonas de Asia, las comunidades cristianas, debido a las condiciones existentes, experimentan dinámicas en cierto modo cercanas a las de los inicios apostólicos del cristianismo. Una perspectiva que en este momento histórico vale la pena tener presente también en los países de la antigua «cristiandad», donde mayorías en aumento, sobre todo entre los jóvenes, ya no tienen un interés real ni un contacto vital y existencial con el cristianismo.
Vivir en contextos «plurales», conformados culturalmente por grandes tradiciones religiosas como el budismo, el islam y el hinduismo, es la condición de la mayoría de las comunidades cristianas de Asia. Esto también las hace más cercanas a los tiempos apostólicos. El caso indonesio en particular, con su coexistencia esencialmente armoniosa con la mayoría musulmana, demuestra que las comunidades cristianas, en su florecimiento entre los pueblos, encuentran la manera de no convertirse en rehenes de la lógica de los «choques de civilizaciones».
En Timor Oriental, las comunidades eclesiales han compartido el atribulado camino de la historia de esta joven nación. Se han sumergido en ese proceso histórico. Atravesando ese tiempo de prueba, creció la participación en la Iglesia y en la vida sacramental, y ahora hay una necesidad urgente de curar las heridas y también de ayudar a la reconciliación con Indonesia.
Los bautizados han confesado su fe inmersos en la historia del país. Compartiendo las penas y las esperanzas de todos.
En Papúa Nueva Guinea, como en tantos países de Asia y Oceanía, las Iglesias locales conservan la memoria agradecida de tantos mártires misioneros. Las comunidades católicas locales, animadas por el Magisterio del Papa Francisco, están siguiendo caminos de adaptación a los contextos, borrando poco a poco el prejuicio que lee y representa la relación entre el cristianismo y Asia en términos de «colonización cultural». Mientras que los misioneros que se reunirán con el Papa Francisco atestiguan que la misión, el salir del propio ámbito para anunciar a todos el amor y la salvación de Cristo, no representa costumbres superadas, sino que sigue floreciendo como don de la Gracia que mantiene viva a la Iglesia.
El cristianismo comenzó en Asia y no «vuelve» a Asia como correlato religioso de Occidente. Las comunidades bautizadas que el Papa encontrará en su camino, arraigadas en el contexto, no son «cuerpos extraños».
Esto es especialmente importante en el contexto histórico actual, en el que todo se interpreta en términos de oposición y «lucha» entre el llamado Occidente y todo lo que Occidente no es.
(Agencia Fides 3/9/2024)