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Por Chiara Dommarco
Roma (Agencia Fides) – "Quien no sabe hablar con amor al prójimo demuestra que no ha aprendido a comunicarse en oración con Dios". Así indicaba Sor Eliška Pretschnerová la fuente de su trabajo en favor de quienes la rodeaban. Su sencilla y extraordinaria vida misionera, marcada por la experiencia de la tribulación vivida en el siglo XX por tantos cristianos de Europa del Este y por la gran esperanza eclesial del Concilio Ecuménico Vaticano II, se relata hoy, treinta años después de su fallecimiento, en una exposición rica en documentación. Esta muestra está montada en lengua italiana en la capilla del hospital romano Villa Betania y en lengua checa en el Centro religioso bohemio Velehrad, un centro de acogida dedicado a los peregrinos checos que visitan la Ciudad Eterna. En febrero de 2024, la exposición en italiano se trasladará a la Iglesia de los Santos Protomártires Romanos.
Anna Pretschnerová nació el 26 de septiembre de 1911 en Nové Zámky, un pequeño pueblo cerca de Nymburk (Bohemia), donde su padre se ocupaba de las propiedades de un conde. A pesar de la fe cristiana que profesaban sus padres, Anna se vio afectada por el clima cultural anticatólico de la Primera República Checoslovaca de Tomáš Masaryk y empezó a sentir antipatía por la escuela de magisterio de Chrudim, regentada por las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza, a la que había sido enviada por su padre para continuar sus estudios: "Me prometí a mí misma que, si se hacían demasiadas oraciones, haría que mi padre me llevara de vuelta en el plazo de un año", se lee en su diario. Pero las cosas cambiaron.
El conocimiento directo de las hermanas disipó los prejuicios y orientó a Ana hacia su propia elección vocacional en la Congregación de las Maestras Franciscanas: en 1930 comenzó su formación, al año siguiente tomó el nombre de Eliška y en 1938 emitió los votos perpetuos en la misma Congregación.
Con la invasión nazi de Checoslovaquia, Sor Eliška interrumpió sus estudios en la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad Carolina de Praga para dedicarse a enseñar religión en los barrios pobres de la ciudad. A pesar de la confiscación de la casa madre de la orden, Sor Eliška logró no alimentar el odio hacia los ocupantes y estableció buenas relaciones con algunos de sus colegas docentes alemanes. Después de la guerra, completó sus estudios universitarios y enseñó matemáticas y física en el instituto de la congregación en el barrio praguense de Vinohrady.
Tras el golpe comunista de febrero de 1948, la administración de la congregación se trasladó a Roma y se fundó la Provincia Checa de las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza. Eliška, elegida vicaria provincial, se presentó a las hermanas diciendo: “Hermanas, he venido a serviros. Por favor, ayudadme”. En 1950, cuando la StB (policía comunista) la obligó a firmar la entrega “voluntaria” del convento y el instituto de Vinohrady al Estado, añadió unas palabras junto a su firma: “Me rindo ante la violencia”.
El 14 de noviembre del mismo año, las hermanas fueron conducidas por la fuerza al convento de internamiento de la ciudad de Krnov. Las circunstancias también las empujaron a readaptar su labor misionera -centrada en la enseñanza- a su nueva situación: comenzaron a dedicarse al cuidado de los enfermos de la ciudad, en un hospital que había quedado sin asistencia después de la expulsión de las religiosas alemanas que trabajaban allí. Sor Eliška se graduó en enfermería y trabajó en el hospital. Después, ella y sus hermanas terminaron trabajando en la institución para enfermos psiquiátricos de Budeničky.
En 1954, Sor Eliška fue nombrada Superiora Provincial, convirtiéndose en un punto de referencia para las hermanas de otros institutos en los años siguientes. Entre 1967 y 1969, organizó reuniones para ellas sobre la mejor manera de hacer frente a los interrogatorios y a las perquisiciones de la StB, alentándolas a acoger en secreto a las nuevas candidatas a la vida consagrada que, de una manera u otra, seguían llamando a sus puertas. En esos mismos años, su vocación y su misión se vieron como reavivadas por la experiencia del Concilio Vaticano II.
Gracias a la relativa distensión política de aquel periodo, Sor Eliška participó activamente en la fundación, junto con algunos sacerdotes jóvenes, del Secretariado para las Comunidades Religiosas. En su diario escribe: “El Concilio y el Santo Padre Juan XXIII han abierto las ventanas y ahora sopla un viento fresco y saludable en nuestras vidas. Este proceso de renovación no estará exento de crisis y batallas, pero el Evangelio del amor y la paz de Cristo penetra lenta pero seguramente en los corazones humanos”. Para difundir los documentos conciliares en Checoslovaquia, Sor Eliška, con la ayuda de sus hermanas, abrió una imprenta secreta, donde logró traducir y mecanografiar primero el Decreto Perfectae Caritatis (1965), sobre la renovación de la vida religiosa, y después la Constitución Sacrosanctum Concilium (1963), sobre la renovación de la vida litúrgica.
Zdislava Nosková OSF, postuladora de la Causa de Beatificación abierta para Sor Eliška, relata a la Agencia Fides: “Era un verdadero taller de samizdat (literalmente 'autoedición' ndr), donde las hermanas traducían al checo y reproducían los documentos del Concilio en papel copiado, trabajando de noche, tanto para evadir los controles como para seguir asistiendo durante el día a los jóvenes discapacitados mentales de Slatiňany, en Bohemia”.
Mientras tanto, en Roma, el 28 de septiembre de 1968, día de San Wenceslao, patrón de las tierras checas, el Papa Pablo VI aprobó el Centro Religioso Bohemio Velehrad, situado a unos cientos de metros de la Plaza de San Pedro y promovido por voluntad del cardenal Josef Beran. El Centro se creó para ofrecer apoyo espiritual a los católicos checoslovacos expatriados.
El “retorno a las fuentes” del Concilio Vaticano II también representó para Sor Eliška la confirmación de que el camino que había tomado en sus relaciones con los cristianos no católicos era el indicado por Roma. Su fe y su marcada sensibilidad humana la habían llevado a tejer lazos de amistad y estima mutua incluso con aquellos que estaban lejos de la fe. Esto también le atrajo antipatía y críticas de algunos católicos. “Muchos -como escribiría más tarde- me reprochaban que me llevara bien con aquellos que estaban 'del otro lado', quienes, por el contrario, percibían mi estima por ellos y se comportaban amistosamente conmigo. Vivía en la incertidumbre de si mi opinión era correcta. Y entonces habló Roma: los gestos magnánimos del Santo Padre, su amor por todos, el Concilio Vaticano II, la relación del Santo Padre con sus hermanos separados, todo esto fortaleció en mí la convicción de que mi visión de la vida cristiana era correcta. Gracias, Señor Jesús, gracias”. En 1970, durante el capítulo general celebrado en Roma, sor Eliška fue elegida superiora general. Cuando regresó a Checoslovaquia en 1974 para prorrogar su pasaporte, fue detenida allí durante 14 meses y sometida a varios interrogatorios, hasta que se le permitió regresar a Roma. Reelegida Superiora General para un segundo mandato, también contribuyó a la redacción de la nueva versión de la Regla de la Tercera Orden Franciscana.
En 1983, Sor Eliška conoció a Juan Pablo II durante una visita del Pontífice a Villa Betania, el hospital que entonces dirigían las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza y donde actualmente una comunidad de la Congregación sigue atendiendo pastoralmente al personal y a los pacientes del centro. De regreso a Checoslovaquia en 1983, pasó sus últimos años en Hoješín, trabajando en el jardín, ayudando a las hermanas mayores y traduciendo al checo artículos para la formación de las hermanas más jóvenes. Falleció el 4 de mayo de 1993.
La Conferencia Episcopal Checa abrió el proceso de beatificación de la Sierva de Dios Sor Eliška el 1 de junio de 2001 en Hradec Králové. Desde junio de 2022, el proceso ha entrado en la fase romana, pasando así a ser responsabilidad del Dicasterio para las Causas de los Santos.
La Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza surgió en 1843 en Graz (Austria) y se extendió rápidamente a Bohemia. Hoy cuenta con 50 comunidades, presentes en la República Checa, Eslovaquia, Italia, Kazajstán, Kirguistán, India, Estados Unidos y Chile.
(CD) (Agencia Fides 4/1/2024).