San Salvador (Agencia Fides) - Más de 500 niños y niñas, procedentes principalmente de las familias pobres e indigentes, asisten a la escuela Santa Luisa en El Salvador. Es un oasis de paz lejos de la ciudad ahogada por las drogas, la violencia y la rebelión. Para muchos es la mejor oportunidad para salir del círculo de la pobreza que les rodea a diario. Fundada en 1935 por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, la escuela cuenta actualmente con una plantilla de 23 profesores laicos y cuatro Hermanas de la Caridad. La oración es una parte fundamental de la vida cotidiana dentro de la escuela donde los estudiantes son formados a 360 grados. La escuela Santa Luisa no alcanzaría su objetivo sin el firme apoyo de algunos alumnos de la Universidad de Scranton en Pennsylvania, encabezados por el jesuita Padre Brendan Lally, actualmente director espiritual de St. Joseph University en Filadelfia, con la Fundación no-profit ‘Salvadoran Children of the Poor Education Foundation’ (SCOPE) en los últimos diez años ha ayudado a la escuela para cubrir las necesidades básicas. SCOPE es el resultado de dos programas dirigidos por el padre Lally durante dos décadas en la Universidad de Scranton. El primero, el Programa de Servicio Internacional, iniciado en 1987 para los niños de la calle en la Ciudad de México y el segundo en El Salvador, resultado del éxito de la primera. Cada año la escuela tiene un déficit de miles de dólares gracias a los voluntarios indicados de la SCOPE. Las hermanas ayudan gestionando una tienda que produce obleas para las parroquias locales. Aunque los padres de los alumnos de Santa Luisa tienen que pagar una parte, un año entero cuesta alrededor de 50$ por estudiante, las monjas nunca mandan a nadie fuera. Por esta razón, SCOPE se ha comprometido a ayudar al personal para establecer un fondo para cubrir cualquier deficiencia. Padre Lally define Santa Luisa como una "ciudad de la alegría en medio de la pobreza y la desesperación”. Es una escuela para los más pobres entre los pobres, cuya misión es apuntar a la raíz del problema en la sociedad". Además, añade el jesuita "si la vida de un niño inocente es salvada de la suciedad y la muerte de las calles, valdrá la pena. (AP) (Agencia Fides 11/10/2011)