Agenzi Fides
Por Paolo Affatato
Roma (Agencia Fides) – “La visita del Papa Francisco a Indonesia y la firma de la Declaración del Istiqlal en septiembre pasado han sido la culminación de las relaciones diplomáticas entre Indonesia y la Santa Sede”, afirma Michael Trias Kuncahyono, Embajador de la República de Indonesia ante la Santa Sede, con motivo del 75º aniversario del establecimiento oficial de relaciones diplomáticas, ocurrido el 13 de marzo de 1950.
La Agencia Fides le ha planteado algunas preguntas al respecto al Embajador.
- Embajador, ¿podría recordar el contexto histórico y político en el que tuvo lugar, hace 75 años, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Indonesia?
Indonesia había completado recientemente su camino hacia la independencia de los colonizadores holandeses, proclamándola en 1945. Sin embargo, aún persistían presiones coloniales por parte de potencias europeas, en especial los Países Bajos. En este contexto, el primer obispo indonesio nativo, monseñor Albertus Sugiyopranoto, solicitó al Vaticano que reconociera la independencia de Indonesia. No sólo por la afirmación de la independencia del Estado, sino también porque muchos misioneros seguían encarcelados por las fuerzas coloniales. Este hecho podría haber sido un buen empujón para conseguir el reconocimiento de Indonesia.
- ¿La personalidad de Albertus Sugiyopranoto resultó, por tanto, decisiva?
Era obispo desde 1940 y también contribuyó de forma importante durante la ocupación de las fuerzas japonesas en 1942, que habían arrestado a sacerdotes y religiosas. El obispo Sugiyopranoto adoptó una postura muy clara. Cuando las fuerzas holandesas atacaron a los indonesios en 1947, pronunció un apasionado discurso radiofónico en el que instaba a los católicos a defender su patria. Abogó por la participación de los católicos en el movimiento independentista. Mientras tanto, se puso en contacto con la Santa Sede, que envió a uno de sus delegados en diciembre de 1947, estableciendo relaciones directas con el Presidente Sukarno. En ese momento, el Delegado Apostólico, en consulta con el Vicepresidente indonesio Mohamed Atta, habló para establecer relaciones formales. Así, el 13 de marzo de 1950, la Santa Sede inició relaciones diplomáticas con Indonesia con el estatus de Internunciatura Apostólica, que más tarde, el 6 de diciembre de 1966, se convirtió en Nunciatura Apostólica.
- ¿Cuáles eran los objetivos respectivos de ambas partes al establecer estas relaciones?
Sabemos que la diplomacia de la Santa Sede es diferente de todas las demás diplomacias del mundo. El Embajador del Vaticano, hoy Nuncio Apostólico, es enviado a un Estado no sólo con el papel de intermediario entre Estados, sino también para mantener a la Iglesia de Roma en conexión y relación con la Iglesia local, en el país donde se encuentra. En aquella época, en Indonesia se produjo un gran crecimiento de la comunidad católica, fenómeno que despertó el interés de la Santa Sede. Existía, por tanto, la necesidad de facilitar la labor pastoral y la vida de la Iglesia local. Era necesario seguir y profundizar la labor apostólica en Indonesia. El objetivo de la Santa Sede es siempre ocuparse de la Iglesia católica y el Delegado era el representante del Papa en este proceso.
Indonesia, por su parte, deseaba establecer relaciones diplomáticas porque, al ser un país muy joven, necesitaba ser reconocido en la comunidad internacional. El reconocimiento internacional de la Santa Sede tuvo un valor inmenso: la Santa Sede fue la primera entidad europea en reconocer al Estado indonesio. Esto llevó a otros Estados europeos a seguir su ejemplo. Fue un paso decisivo.
- ¿Estaba ya arraigada la Iglesia católica en Indonesia en aquella época? ¿En qué formas y con qué configuración?
La religión católica en Indonesia ya estaba bien asentada, sobre todo gracias a algunos misioneros y “padres espirituales” de la comunidad, como el jesuita Franciscus Van Lith, muy implicado en el apostolado de la educación, abriendo escuelas en Java, una labor muy apreciada por la sociedad indonesia de la época. El primer obispo indonesio, Sugiyopranoto, fue uno de los alumnos del padre Van Lith. Más al este, en la zona de Flores, la presencia católica ya estaba establecida gracias a los portugueses. Recordemos que el cristianismo había llegado ya en el siglo VII y que en el XVI varios misioneros portugueses desembarcaron en Indonesia, entre ellos Francisco Javier, de paso por las Molucas camino de China.
Además, el hecho de que Indonesia, en su nacimiento en 1945, se fundara sobre la “Pancasila”, la carta de los cinco principios, uno de los cuales era la fe en Dios; y que adoptara el principio “diferentes pero uno”: esto hizo que la Santa Sede se diera cuenta de que había un terreno fértil en el que todas las religiones tenían la posibilidad de florecer.
- ¿La “unidad en la diversidad” fue un punto crucial?
Ese principio ha sido el catalizador de las relaciones diplomáticas. Pero otros, como la igualdad y la fraternidad, también están en armonía con los valores cristianos. Los padres fundadores fueron muy previsores al considerar que una nación tan rica en culturas, etnias y religiones diferentes sólo podría sobrevivir manteniéndose fiel al lema “unidad en la diversidad”. El Papa Pío XII lo apreció ya y el Papa Francisco también lo ha reiterado, diciendo que el modelo debería tomarse como ejemplo, especialmente en países donde hay un gran pluralismo y es difícil permanecer unidos: somos diferentes pero somos hermanos.
- En la historia de Indonesia, al diseñar la arquitectura de la República, se optó por no construir un Estado monorreligioso...
Fue así: el primero de los cinco principios fundacionales era “la fe en un solo Dios”, luego esa frase debería haber continuado diciendo “a la manera islámica”. Hubo un gran debate al respecto y se decidió dejar sólo “fe en un Dios”. Mohammad Atta, el vicepresidente, que era musulmán y procedía de Padang, una ciudad fuertemente islámica, lo señaló claramente porque, dijo, “debemos permanecer unidos”. Era una visión de futuro.
- ¿Qué puntos en común ve hoy entre Indonesia y la Santa Sede en sus respectivos planteamientos políticos y culturales?
Políticamente, Indonesia y la Santa Sede comparten una política siempre a favor de la humanidad. La Santa Sede no trabaja por el mantenimiento del poder temporal, sino por el desarrollo del hombre, su dignidad y sus derechos. Creo que Indonesia también tiene el mismo enfoque, como dicen la Pancasila y nuestra Constitución, promoviendo la igualdad, la libertad, la democracia, así como la paz. Son puntos que Indonesia y la Santa Sede tienen en común.
- ¿Existe también una visión común en el uso del instrumento de la diplomacia?
En el instrumento de la diplomacia, el aspecto que nos une puede verse en los principios fundacionales, como la liberación del colonialismo y la promoción de la paz: lo vemos en escenarios como Oriente Medio, Ucrania, Myanmar. La “diplomacia de la esperanza”, mencionada por el Papa Francisco en su reciente discurso al Cuerpo Diplomático, se entiende como una diplomacia que quiere mejorar el mundo de manera armónica y global. La esperanza debe partir de la confianza, que es la base de las relaciones entre los Estados. La esperanza de paz en los diversos escenarios de conflicto se genera sobre la base de la confianza entre los interlocutores.
- ¿Qué ha supuesto el viaje del Papa Francisco a Indonesia en 2024?
La visita del Papa Francisco a Indonesia y la firma de la Declaración del Istiqlal el pasado mes de septiembre han supuesto un hito en las relaciones diplomáticas entre Indonesia y la Santa Sede. No todos los países con los que la Santa Sede mantiene relaciones reciben la visita del Pontífice. Y Indonesia ha sido visitada por tres Papas: San Pablo VI (1970), San Juan Pablo II (1989) y Francisco (2024).
El viaje fue no percibido como algo reservado a la comunidad católica, sino como una visita a todos los indonesios, que acogieron al Papa con gran calidez.
Su actitud humilde, su cercanía con la gente y su sencillez hicieron que muchos lo vieran como un líder a seguir. No viajaba en un coche lujoso, saludaba a todos sin distinciones y transmitía un mensaje de unidad y paz. Indonesia mostró su verdadero rostro, un rostro plural, formado por personas de diferentes culturas y religiones que acogieron al Papa con calidez y entusiasmo. Hoy, en el momento de su enfermedad, muchos me escriben, no sólo católicos sino también musulmanes, diciendo: recemos por él.
- ¿Qué espera para el futuro?
Queremos estrechar cada vez más las relaciones entre Indonesia y la Santa Sede: y, puesto que no hay un aspecto político y económico, hacerlo a través de la cultura. Queremos dar a conocer mejor el pluralismo de la cultura indonesia y su rostro pacífico. Para nosotros, la Santa Sede es también una puerta de entrada al resto del mundo. Otro campo de fructífera cooperación es el del diálogo interreligioso, según la visión del Papa Francisco. Este es el camino para las relaciones futuras.
(Agencia Fides 18/3/2025)