Archdiocese of Cebu
Cebú (Agencia Fides) – El tifón Kalmaegi (llamado localmente “Tino”) ha dejado más de 90 muertos tras azotar la isla de Cebú, devastando, en los primeros días de noviembre, el centro del archipiélago filipino. Es la vigésima tormenta que golpea el país en esta temporada, poniendo a dura prueba tanto a la población como al sistema de socorro. En la provincia de Cebú, varios municipios -entre ellos Liloan, en el área metropolitana de la capital provincial- han quedado completamente inundados, y “hasta las zonas más urbanizadas han visto cómo las aguas arrasaban viviendas y carreteras”, según informan las autoridades civiles locales. Unas 400.000 personas han sido evacuadas preventivamente y ahora se encuentran desplazadas.
Según el servicio meteorológico nacional, Kalmaegi ha provocado una cantidad de precipitaciones que la gobernadora de Cebú, Pamela Baricuatro, ha calificado de “sin precedentes”, con “inundaciones devastadoras” como consecuencia. El tifón se dirige ahora hacia el oeste, rumbo a la isla de Palawan, un destino turístico muy popular.
A la comunidad local se ha dirigido el Arzobispo de Cebú, Alberto S. Uy, quien ha invitado a hogares, parroquias y estructuras católicas a abrir sus puertas para acoger a las personas afectadas por el desplazamiento y la emergencia. Dirigiéndose a los fieles, el prelado ha subrayado que estos desastres “son un reflejo de lo que hemos hecho, o hemos dejado de hacer, por nuestra casa común”. Recordando el escándalo de la corrupción que atraviesa todo el país, el Arzobispo ha añadido: “Cuando los fondos públicos son robados o mal utilizados, no solo se pierden recursos económicos, sino también la confianza del pueblo, la seguridad de las familias y la dignidad de los pobres”.
“La corrupción no es solo un fracaso cívico; es una grave ofensa a Dios y a la humanidad”, ha afirmado, aludiendo a los “proyectos de control de inundaciones” que nunca se han llevado a cabo y que representan “una burla ante el clamor de los pobres que son quienes más sufren durante los desastres”.
“Dios –ha proseguido diciendo- habla a través del viento y de las aguas. Nos llama a la conversión y a la renovación. Nos invita a redescubrir nuestra responsabilidad como administradores, no como explotadores”, remarcó, exhortando a los fieles a practicar “honestidad y responsabilidad”.
“Que estas inundaciones –ha dicho para concluir- despierten en nosotros una conversión ecológica y moral más profunda. Que nos recuerden que cuidar del medio ambiente y promover la integridad en la gobernanza son actos de fe, de justicia y de amor”.
La isla de Cebú ya había sido golpeada a comienzos de octubre por un terremoto que provocó más de 70 víctimas y desplazó a más de 20.000 residentes, causando graves daños en iglesias históricas, residencias de ancianos, escuelas y edificios públicos. En aquella ocasión, la Iglesia local había puesto en marcha de inmediato una respuesta de emergencia con la campaña “Dar Esperanza”, que ahora se renueva y relanza para suscitar la solidaridad con los desplazados por el tifón.
(PA) (Agencia Fides 5/11/2025)