Caritas Sri Lanka
Colombo (Agencia Fides) – “El país está bajo el agua, la situación es grave también en las ciudades. Toda la nación ha sido afectada por las fuertes lluvias e inundaciones. Vemos muchísimo sufrimiento y personas que lo han perdido todo. Por eso, toda la Iglesia católica se ha unido al esfuerzo nacional de ayuda, de acogida y de cercanía”, dice a la Agencia Fides el padre Basil Rohan Fernando, sacerdote de Colombo y Director de las Obras Misionales Pontificias en Sri Lanka, al describir la situación del país golpeado por el ciclón Diva, que, desde el 27 de noviembre y en los días siguientes, ha provocado desprendimientos de tierra en las tierras altas centrales e inundado las principales ciudades.
El gobierno ha declarado el estado de emergencia tras las lluvias torrenciales que han causado el colapso de varias presas y deslizamientos generalizados. El balance de víctimas supera las 330 personas y más de 200 siguen desaparecidas, convirtiéndolo en uno de los peores desastres naturales de los últimos años. Según datos del Centro de Gestión de Desastres de Sri Lanka, unas 20.000 viviendas han sufrido daños y más de 100.000 personas, desplazadas internas, han encontrado refugio en campamentos de socorro habilitados por la protección civil. Un tercio del país se ha quedado sin electricidad ni suministro de agua potable.
El presidente Anura Kumara Dissanayake ha descrito el desastre como “uno de los más graves en la historia de la nación”, advirtiendo que los costes de recuperación serán extremadamente altos.
Una de las zonas más afectadas es la región oriental, donde las aguas de la inundación han roto la presa de Mavil Aru. También se han registrado daños significativos en Colombo y en áreas clave para la economía local.
Más de 24.000 policías y militares participan en las operaciones de rescate pero, pese a los esfuerzos, la ayuda aún no ha llegado a todas las zonas afectadas.
En esta fase, observa el padre Fernando, “es importante la unidad nacional: todas las fuerzas sanas del país y las personas de buena voluntad están colaborando para aliviar el sufrimiento de las víctimas”. “También las comunidades religiosas están haciendo su parte y se han movilizado por solidaridad: la Iglesia, las parroquias y las instituciones católicas están ya llenas de desplazados que han encontrado refugio, acogida y consuelo”.
Caritas ha activado su red en todos los niveles, en diócesis y parroquias; los voluntarios trabajan incansablemente y las comunidades católicas han puesto a disposición todos sus recursos y capacidades para asistir a los desplazados, sin ninguna distinción de etnia o religión.
Las comunidades cristianas de todas las confesiones están proporcionando ayuda humanitaria y participan en los socorros de emergencia para las víctimas del desastre, ofreciendo acogida, alimentos, agua y productos de higiene. “El apoyo a los desplazados –recuerda el sacerdote– es también psicológico y espiritual. Un gesto de amor, de afecto y cercanía significa mucho en estas situaciones: la escucha y el calor humano son un testimonio del amor de Dios hacia cada persona”.
(PA) (Agencia Fides 2/12/2025)