Port Moresby (Agencia Fides) – “Fiyi, Papúa Nueva Guinea y Samoa figuran entre los países del Pacífico que corren el riesgo de sufrir las consecuencias más graves del endeudamiento interno y externo”. Así lo advierte el P. Giorgio Licini, misionero del PIME (Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras) y miembro de Caritas en la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, en una nota enviada a la Agencia Fides.
El misionero hace un llamado a la responsabilidad de las élites políticas locales, señalando que “la campaña jubilar de Caritas Internationalis ‘Transformar la deuda en esperanza’ debería servir como estímulo para prevenir situaciones que agraven aún más la deuda de estos países”. “Más de cincuenta organizaciones de la sociedad civil y religiosas de todo el mundo apoyan la petición, pero hasta ahora ninguna de Oceanía se ha unido”, lamenta.
En el caso de Papúa Nueva Guinea, el P. Licini señala que el país acumula una deuda estimada en unos 50.000 millones de kina (aproximadamente 11.000 millones de euros), justo cuando se prepara para celebrar en septiembre el 50º aniversario de su independencia. “La sólida situación financiera de las décadas posteriores a la colonización australiana, cuando la moneda nacional tenía un valor equiparable al dólar estadounidense, es ya un recuerdo lejano”, observa.
Aunque se clasifica como un país rico en recursos, Papúa Nueva Guinea muestra “índices muy bajos de desarrollo humano”. Según el misionero, “alrededor del 75% de la población vive en situación de pobreza o con recursos mínimos de subsistencia, especialmente en zonas rurales remotas, carentes de servicios esenciales. La deuda se divide en proporciones similares entre compromisos internos y externos”.
Uno de los factores más críticos que agravan la situación es la corrupción. “La percepción generalizada es que el país está parcialmente dirigido por la corrupción y la mala gestión. Los cargos públicos son vistos como medios para el enriquecimiento personal y el beneficio del clan o entorno cercano”, denuncia. No obstante, añade con esperanza: “Con una clara voluntad política, Papúa Nueva Guinea puede combatir la corrupción, controlar la deuda y evitar caer en situaciones como las de otros países en desarrollo que ya no pueden ni siquiera cubrir los intereses de sus pasivos”.
En este contexto, la campaña “Convertir la deuda en esperanza”, lanzada por Caritas Internationalis con motivo del Año Jubilar 2025, cobra especial relevancia. El Papa Francisco, en la Bula de convocación del Jubileo, hizo un llamado explícito a favor de la condonación de las deudas injustas.
El P. Licini recuerda que “el 60% de los países de renta baja se encuentran ya en situación de angustia por deuda o al borde de ella, según el FMI y el Banco Mundial”. Además, 48 países en desarrollo gastan más en el pago de intereses que en salud y educación, perpetuando la desigualdad y la pobreza. “Más de 3.300 millones de personas viven en estos países”, subraya.
El problema es estructural: “los países en desarrollo pagan entre dos y doce veces más en intereses que las economías avanzadas, atrapándolos en un ciclo de endeudamiento creciente”. En 2023, estos países gastaron 12,5 veces más en el servicio de la deuda que en la lucha contra el cambio climático, agravando su vulnerabilidad.
Por ello, “la campaña de Caritas pide una acción audaz de los gobiernos y organismos financieros internacionales para cancelar y reparar las deudas injustas e insostenibles, así como una reforma profunda del sistema financiero mundial que ponga en el centro a las personas y al planeta”.
Un objetivo concreto de la campaña es lograr el perdón de la “deuda insostenible”, es decir, aquella que los países no pueden pagar sin comprometer su supervivencia. La petición se presentará ante las cumbres clave del año: en junio al G7 en Canadá, en noviembre al G20 en Sudáfrica y a la COP30 en Brasil.
(PA) (Agencia Fides 5/4/2025)