Tahití - Mientras se enfrenta a una escasez crónica de clero local y personal misionero, sin cambio generacional, la Polinesia francesa continúa con su respuesta generosa al Evangelio, con una creciente participación de los laicos cada vez más responsable para con las misiones catequeticas y caritativas.
El 27 de julio de 2012, la iglesia de María No Te Hau de Papeete, en Tahití, se ha realizado una Misa de Investidura de los nuevos “katekita”, es decir, los hombres y las mujeres que al final de un recorrido de formación denominado “Escuela de la Fe” reciben los ministerios extraordinario de la comunión, del lectorado, de la catequesis y del canto.
Después de la llegada de los primeros dos franciscanos españoles, Gerónimo y Narciso, que celebraron su primera misa en Tahití en 1775, fue sólo un siglo más tarde, con el protectorado francés, cuando se estableció en la isla la presencia de misioneros religiosos gracias a la llegada de los Oblatos de María Inmaculada (OMI) y los Padres de los Sagrados Corazones (Picpus) a los que pertenecía S. Damián Veuster, que pasó su vida con los leprosos de la cercana isla de Molokai.
El período de la Guerra Fría y las experimentaciones nucleares posteriores por parte de Francia hasta principios de milenio, re-calificaron estratégicamente la Polinesia con una inyección relativa de recursos financieros del Gobierno Metropolitano. El rápido desarrollo llevó a Tahití a la mundanización, que vio a las nuevas generaciones víctimas de vicios como el abuso de alcohol y drogas y con uno de los más altos índices de suicidio en el mundo.
La naturaleza religiosa y acogedora del pueblo sigue siendo alta y el porcentaje de católicos practicantes todavía deja la esperanza de un futuro mejor en el campo de vocacional y pastoral. Actualmente han sido llamados nueva institutos religiosos para trabajar en el archipiélago del Pacífico, como los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, que de acuerdo a su carisma kolbiano también podrían contribuir al fortalecimiento de la prometedora emisora de radio católica que busca un espacio en la esfera pública y en el mundo de los medios de comunicación nacionales.
Siendo víctima de las reivindicaciones separatistas, los escándalos y la crisis de empleo, los escándalos del gobierno loca, Tahití necesita una iglesia que ofrezca una nueva esperanza y un proyecto de rescate en un momento en que Francia está también en manos de la incertidumbre y en medio de la crisis de los países de la euro zona.
Después de la renuncia por razones de edad del Arzobispo Mons. Hubert Coppernath, la Archidiócesis de Papeete, capital de Tahití, y también metropolitana de la diócesis de las islas Marquesas, es regida por Mons. Bruno, de origen tahitiano, todavía en calidad de Administrador Apostólico.
La presencia en Tahití de las Monjas Clarisas es un tesoro, en lo que en Papeete es el único monasterio de vida contemplativa de la Polinesia Francesa. Punto de referencia espiritual para muchos de los fieles y especialmente para la dinámica comunidad de los laicos terciarios franciscanos, que celebran el 12 de agosto, la fiesta de su santa patrona con el valor añadido de la clausura del Año Claretiano. (A.M.B 31/7/2012)