Bangalore (Agencia Fides) - «Ratan Tata fue un industrial icónico, un líder visionario y un filántropo cuya contribución indeleble a la sociedad será recordada por generaciones», ha declarado la Conferencia Episcopal de la India (CCBI), tras la muerte de Ratan Tata, el conocido empresario indio, que ha fallecido el pasado 9 de octubre, a la edad de 86 años. El hombre, antiguo presidente del «Grupo Tata», con industrias principalmente en el campo del automóvil, es recordado como «un faro de compasión y generosidad». «A través de los Tata Trusts y sus numerosas iniciativas filantrópicas», observan los obispos, “transformó la vida de millones de personas, defendiendo la causa de los marginados y desempeñando un papel fundamental en el desarrollo de la India”. Además, «su inquebrantable compromiso con la justicia social, la educación, la sanidad y el desarrollo rural resonaba profundamente con los valores fundamentales de la Iglesia católica, en particular en su misión de servir a los pobres y vulnerables», señalan.
El legado moral y espiritual de Tata, que nació en el seno de una familia de origen parsi y culto zoroástrico, destaca especialmente por su «liderazgo ético, integridad y dedicación a causas sociales, que establecieron un nuevo estándar de responsabilidad social empresarial en la India». Junto a su notable contribución a la economía india, «no perdió de vista la necesidad de elevar a los desfavorecidos», se recuerda.
Reconociéndole como una «persona extraordinaria», la Iglesia católica de la India espera que «su liderazgo ejemplar y su generosidad sin límites» inspiren a muchas personas y empresarios de la India, especialmente a los jóvenes, a «comprometerse con la mejora de la sociedad y a servir a los demás con desinterés y compasión». Los católicos, con todos los ciudadanos indios, de todos los grupos culturales y religiosos, trabajarán «por una sociedad más justa y equitativa, haciéndose eco de los valores defendidos y vividos por Tata a lo largo de su vida», aseguran los Obispos.
El sacerdote claretiano George Kannanthanam, que vive con enfermos de lepra en Sumanahalli, cerca de Bangalore, comenta: «Tata dio un gran ejemplo, poniendo en práctica los principios cristianos de verdad, justicia, igualdad, humildad y compasión. Sabía decir la verdad al poder con espíritu profético. Gastó la mayor parte de su riqueza en el bien de los sectores vulnerables de la sociedad. Creó grandes instituciones para el bienestar social y el desarrollo, que han transformado el panorama social de la India. Apoyó centros educativos para la emancipación de la juventud», recuerda el religioso.
«Como empresario, estuvo al lado de los trabajadores, dándoles dignidad y esperanza. Garantizó una vida mejor a las personas con discapacidad y a los ancianos», prosigue el sacerdote, que describe a Tata como “un empresario diferente, compasivo, guiado por el lema de Gandhi: cuando tomes una decisión, piensa si hace bien a la persona más pobre del país”.
Por todo ello, era realmente querido por los 700.000 empleados de sus 19 empresas repartidas por más de 100 países, con un patrimonio neto de 400.000 millones de dólares. Baste decir que en 2012, cuando la «Tata Steel Company» de Jamshedpur se redujo de 78.000 a 40.000 empleados, el empresario se aseguró de que todos los trabajadores despedidos siguieran cobrando sus salarios hasta la edad de jubilación. «Una decisión así es inaudita en la historia en cualquier parte del mundo», señala el P. Kannanthanam, recordando que la contribución total de Tata a diversas actividades filantrópicas y benéficas se calcula aproximadamente en unos 100.000 millones de dólares. Si «Dios ama al que da con alegría, Dios ama mucho a Ratan Tata», concluye.
(PA) (Agencia Fides 17/10/2024)