ASIA/INDIA - Arzobispo Neli: en Manipur el camino de la paz no se hace con armas o muros de separación

jueves, 26 septiembre 2024 política   minorías étnicas   paz   reconciliación  

Desplazados en Manipur

Por Paolo Affatato

Imphal (Agencia Fides) – «La paz y la reconciliación en Manipur no pueden basarse en la separación de las comunidades étnicas; no se conseguirá levantando un nuevo muro en la frontera con Myanmar, como el que el Estado planea construir a lo largo de más de 1.600 kilómetros», asegura monseñor Linus Neli, arzobispo de Imphal, capital del estado indio de Manipur. «La paz -continúa el arzobispo-, tampoco llegará rearmando a los grupos étnicos, como tristemente está ocurriendo entre las comunidades kuki y meitei. Se alcanzará reactivando el diálogo, iniciando negociaciones y avanzando en un camino de igualdad y justicia que supere las rivalidades históricas y las tensiones étnicas».

En una entrevista concedida a la Agencia Fides, el arzobispo de Imphal, monseñor Linus Neli, ofrece su análisis sobre la crisis que, desde hace más de un año, afecta al estado del noreste indio. El arzobispo enmarca la situación dentro de la compleja configuración étnica y cultural de la región noreste de la India, describiéndola como «una región con su propia dimensión específica, caracterizada por el pluralismo étnico, lingüístico y cultural».

El noreste de la India comprende los siete estados de Arunachal Pradesh, Assam, Manipur, Meghalaya, Mizoram, Nagaland y Tripura, junto con el estado himalayo de Sikkim y la división de Jalpaiguri, que legalmente forma parte de Bengala Occidental. «También es una región geográficamente aislada -señala el arzobispo-, dado que está conectada con el resto del país únicamente a través de un estrecho corredor entre Bután y Bangladesh, conocido como el corredor de Siliguri. Este accidente geográfico no ayuda en las relaciones con el gobierno central de Nueva Delhi», añade.

En el pasado, la región ha estado a menudo plagada de conflictos y tensiones sociales, étnicas y políticas. Al referirse a la creación de los "Estados del Nordeste", el arzobispo Linus Neli recuerda que «se crearon para permitir a las respectivas comunidades indígenas salvaguardar su identidad y hacer su contribución única a la Federación India, con los recursos propios de su rico patrimonio cultural. Algunos grupos tribales, además, son comunidades infinitamente pequeñas, que apenas ahora están entrando en el competitivo mundo de la India moderna».

El noreste de la India es también una de las regiones donde, en conjunto, la concentración de ciudadanos de fe cristiana es mayor: de los aproximadamente 27,8 millones de cristianos en toda la India, unos 7,8 millones se encuentran en esta región. «Esto nos otorga también la responsabilidad de promover la paz, la justicia y la fraternidad entre personas y grupos de diferentes creencias, lenguas, culturas y etnias», afirma el arzobispo.

A continuación, el arzobispo Neli expone la situación interna de Manipur, donde «hay tres grupos étnicos principales: los kuki, los meitei y los naga. La coexistencia y las relaciones intercomunitarias no han sido fáciles en el pasado. Hay una discusión sobre 'quién estaba aquí primero', es decir, quién puede reclamar más derechos en la vida social. Los kukis, por ejemplo, llegaron hace siglos, a partir del siglo XVI, desde la vecina Myanmar (donde se les llama Chin)», explica.

«El conflicto, o al menos el enfrentamiento, siempre ha girado en torno a un tema central: la posesión de la tierra, que es fuente de sustento y prosperidad. El enfrentamiento actual entre los kuki y los meitei tampoco es una excepción: básicamente se trata de una lucha por la tierra y por las políticas que la regulan», añade el arzobispo.

«Geográficamente —un elemento que no puede ser despreciado, señala—, los meitei ocupan hoy alrededor del 10% de la tierra y se han asentado en el valle donde está la capital, Imphal. Los otros grupos, los naga y los kuki, viven en las zonas montañosas y en las colinas, ocupando cerca del 90% del territorio, y están incluidos en la lista de “tribus catalogadas”. Estas son tribus históricamente marginadas, a las que la Constitución india reconoce derechos de propiedad específicos, además de designarlas como beneficiarias de programas especiales de desarrollo, educación y asignación de tierras».

En marzo de 2023, una orden del Tribunal Superior de Manipur recomendó al gobierno central incluir a la comunidad meitei entre las «tribus reconocidas», lo que provocó una oleada de protestas que más tarde desembocaron en enfrentamientos y un conflicto generalizado. «Cabe señalar que los meitei son una minoría numérica, pero representan la mayoría política, ya que controlan el gobierno local. El primer ministro del estado, N. Biren Singh, pertenece al Baratiya Janata Party, el mismo partido del primer ministro de India, Narendra Modi. Los meitei, a lo largo de los años, han llevado a cabo políticas que, según otros grupos, discriminan a los tribales». A esto se añade el elemento religioso, ya que los meitei son hindúes y viven como una excepción en la India, siendo minoría en un estado con mayoría de población cristiana. En los últimos años, los extremistas hindúes han intentado colonizar el territorio», continúa el Pastor de la comunidad católica de Imphal.

«Entre otras cosas», añade, aportando un aspecto que complica aún más el panorama y que no se muestra en los medios de comunicación, «la destrucción de capillas cristianas durante el conflicto se debe al enfrentamiento religioso interno dentro de la comunidad meitei. Este conflicto ha unido a los meitei para volverse contra un 'enemigo común', los kukis».

«Pero los bautizados -continúa el arzobispo- están presentes en todas las comunidades: kuki, meitei y naga. Por eso, la experiencia de ser hermanos en Cristo puede restaurar el sentido de comunidad y fraternidad, y ayudar a que se vea al otro no como un enemigo, sino como un hermano con el que convivir en paz. La fe en Cristo contribuye a traer paz y justicia».

El arzobispo describe la situación actual de total separación, con controles militares que impiden a los meitei y kuki acceder a las zonas del otro: «Esta división, en el corto plazo, ha detenido la espiral de violencia, pero no ha sanado los traumas ni las heridas (con más de 220 víctimas y 67.000 desplazados). Tampoco ha reducido el odio y el deseo de venganza. De hecho, todas las comunidades se están rearmando, organizándose con armamento cada vez más pesado, lo que da la sensación de que todo es un polvorín listo para estallar. Y si eso ocurre, el uso de esas armas podría desencadenar un conflicto aún más sangriento», advierte.

En este contexto, el arzobispo Neli, de etnia naga —considerada «neutral»—, ha podido visitar las parroquias de diversas zonas, donde también hay sacerdotes (76 en total en la diócesis) divididos por etnias. «Al ser naga, puedo visitar y reconfortar a las distintas comunidades. Algunos religiosos y sacerdotes del estado indio de Kerala (en el sur de la India) también han logrado hacerlo. He observado una voluntad clara: la gente tiene hambre y sed de paz. Es urgente buscar una solución política y perseguirla con toda energía», afirma, mientras relata la situación de más de 1.000 refugiados católicos kuki que han tenido que abandonar zonas como la ciudad de Imphal, donde antes vivían. «La comunidad católica les está ofreciendo ayuda y sustento; también hemos construido pequeñas casas de madera donde pueden alojarse», informa.

En el ámbito político, el arzobispo expresa sus dudas sobre la hoja de ruta para resolver la crisis, presentada por el ministro del Interior, Amit Shah, en el gobierno central. «El gobierno central ha descuidado Manipur y la respuesta ante la violencia no ha sido la adecuada. No ha habido una visión política clara, y ahora la crisis social, laboral y económica de todo el estado se agrava, estancada en la incomunicación entre regiones y grupos, lo que tiene consecuencias negativas para los negocios, las escuelas y las actividades socioeconómicas», subraya.

Además, temiendo la infiltración de militantes kuki procedentes de Myanmar, el gobierno ha comenzado a construir una barrera fronteriza que sellará una frontera de 1,600 kilómetros. «Esto significa institucionalizar las separaciones, razonando según la lógica de la división que exaspera los ánimos y fomenta el odio», señala el arzobispo Neli.

La política, añade el arzobispo, «debería pensar en soluciones concretas como la posible creación de dos unidades administrativas autónomas diferentes, o -otra propuesta que ha surgido- que los distritos kuki se conviertan en un territorio de la Unión, es decir, directamente dependiente del gobierno central. Pero cualquier propuesta solo puede partir de un diálogo, una mediación, una negociación que tenga en cuenta la necesidad de encontrar una armonía geográfica y luego sociocultural».

Este proceso, concluye mons. Neli, «parte de un supuesto básico que debe ser aceptado por todos: reconocer al otro como un "hermano en humanidad", el fundamento que hace posible la coexistencia incluso entre pueblos que difieren en lengua, historia, etnia, cultura y religión. Por eso nos inspira también el documento del Papa Francisco "Hermanos todos", cuyo espíritu esperamos que sea acogido por cristianos y no cristianos».
(Agencia Fides 26/9/2024)

Arzobispo Linus Neli

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