Por Paolo Affatato
Yakarta (Agencia Fides) – Hablando de la celebración de su ordenación episcopal, Ciprianus Hormat, obispo de Ruteng, en la isla indonesia de Flores, menciona casi de pasada la amplia y entusiasta participación de sus “parientes musulmanes”. Un signo elocuente de cómo las familias “interreligiosas” representan una realidad muy extendida y presente en la sociedad indonesia. Una realidad en la que en la vida ordinaria se experimenta la capacidad de acoger la experiencia espiritual de los demás, cualquiera que sea. Los hijos pueden elegir una fe diferente a la de su propia familia.
“Esto ocurre también cuando se trata de respetar y no obstaculizar la vocación a la vida sacerdotal y religiosa que es acogida como un don por los padres o familiares que profesan el Islam o una fe diferente”, observa el obispo de Ruteng. “Prevalecen los lazos familiares y, a nivel espiritual, hay un profundo respeto por la fe de cada uno de los familiares, conscientes de que la armonía es un don precioso que debe preservarse”, observa.
Un caso ejemplar es el de los sacerdotes nacidos de parejas en las que uno o ambos padres no son católicos. Las historias de vida de cuatro sacerdotes indonesios provenientes de familias interreligiosas “muestran que las diferencias no son barreras, que la vida espiritual es siempre una riqueza, que el vínculo familiar es una regalo de Dios y es fuerte. La sotana y el velo no son obstáculos para la armonía, sino indicadores de fraternidad”, señala el obispo. Menciona las historias de dos religiosos verbitas, el padre Robertus Belarminus Asiyanto y el padre Agustín Horowura, ambos naturales de la isla de Flores; la del padre Mayolus Jefrigus Ghoba, de Sumba; o la del padre Edi Prasetyo, un sacerdote dehoniano indonesio (de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús) que fue ordenado sacerdote en la cercana Malasia con otros hermanos de su congregación.
En Flores, una isla indonesia en el este del archipiélago, en la provincia civil de Nusa Tenggara Oriental, comienza la historia de Robertus Belarminus Asiyanto quien, en 2015, a la edad de 31 años, fue ordenado sacerdote en el seminario de St. Paul Ledalero, en Maumere.
En el archipiélago del sudeste asiático - conocido por ser el país de mayoría islámica más poblado del mundo, con más de 275 millones de habitantes, el 85% son musulmanes - Flores es considerada “el corazón católico de Indonesia” ya que, entre las 17.000 islas, constituye una excepción. Es una isla de mayoría católica donde, de aproximadamente 4 millones de habitantes, los católicos representan el 80%. Flores es esa isla donde los seminarios mayores y menores están repletos de jóvenes, y las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada son una riqueza universalmente reconocida. Incluso el Papa Francisco, en la homilía de la misa de la Jornada de la Vida Consagrada de 2022, dijo improvisando que, ante la crisis de vocaciones, se podría ir “a la isla de Indonesia (Flores) para encontrarlas”.
La madre de Asiyanto, Siti Asiyah, como musulmana, dio su bendición y apoyo a su hijo. En la celebración de la ordenación vistió ropa islámica, incluido el hiyab, y estuvo presente junto a él en la procesión de entrada, con los demás padres. La mujer puso sus manos sobre la cabeza de su hijo y dijo que estaba muy feliz de ver a su hijo ordenado sacerdote católico. Ese día todos los presentes aplaudieron su gesto y su afirmación pública, pronunciada con emoción en el rito de ordenación. Asiyanto es católico desde niño, con el consentimiento de ambos padres. Con un fuerte deseo de seguir su vocación sacerdotal, fue al seminario Verbita y pidió la bendición de su madre. Ella le dijo: “Sigue tu corazón”. Una madre que crió a su hijo teniendo presente “el don más grande, la libertad de ser sacerdote”, asegura hoy el padre Roberto.
El padre Agustín Horowura, sacerdote y misionero indonesio de treinta años, también pertenece a la Sociedad del Verbo Divino y hoy es párroco en Brasil. Su vocación también comenzó en Flores y creció en el Seminario de los Padres Verbitas en la diócesis de Maumere (una de las cinco diócesis de Flores). Desde niño sintió el deseo de “pertenecer completamente a Dios”. Se lo contó a su padre, católico, y a su madre, musulmana. Y la mujer, desde la infancia del niño, lo acompañó a la parroquia católica para asistir al catecismo, cumpliendo con su petición de seguir la preparación para la primera comunión y luego la confirmación. No dudó en acordar con el rector su ingreso al Seminario: Agustín quería ser sacerdote.
Después de un camino en el que sus padres siempre lo apoyaron, el día de su ordenación sacerdotal la familia de Agustín, tíos y tías católicos, abuelos, familiares y amigos musulmanes, se reunieron compartiendo la alegría de una elección de vida considerada un regalo precioso para todos, cristianos o musulmanes, porque “en Indonesia la presencia de familias con miembros que profesan diferentes credos se vive con gran naturalidad, sin prejuicios y sin que esto represente un problema”, afirma hoy el párroco. Da las gracias a su padre, a su madre, “y a todos mis familiares católicos y musulmanes porque su apoyo ha fortalecido mis pasos”. Hoy siente “una alegría inmensa al recordar mi ordenación sacerdotal porque veo a mi familia unida y a todos los familiares musulmanes que quisieron participar y alegrarse conmigo, en la iglesia y en la fiesta”.
También en la isla de Sumba, una de las islas menores de la Sonda, el padre Frederikus Mayolus Jefrigus Ghoba relata el “ambiente de comunión espiritual compartido con sus parientes musulmanes cuando fue ordenado sacerdote en la catedral de Waitabula”. El fuerte vínculo humano y espiritual, afirma, aún perdura y se fortalece con el paso de los años. El padre Edi Prasetyo SCJ, sacerdote católico de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonaianos) recuerda con emoción el abrazo con su abuela, una ferviente musulmana, presente en su misa de ordenación celebrada en Malasia con otros hermanos en 2019 y dice: “Todos los miembros de la familia y los parientes de mis padres, cristianos y musulmanes, estuvieron presentes en aquellas celebraciones y muchas otras, con inmensa alegría”.
Las familias islamocristianas se encuentran por todo el país. En la isla de Sumatra, donde la situación social y religiosa es muy diferente a la de Flores y los cristianos son una pequeña minoría, la historia de dos hermanas gemelas que han emprendido dos caminos diferentes ha llamado la atención y ha ofrecido un ejemplo de convivencia y de amor profundo. Una es musulmana devota, sigue las prácticas de su fe y participa en la peregrinación a La Meca. La otra, sor Tarcisiana M., es católica y entró en la congregación religiosa de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en Merauke, en Papúa Indonesia, donde trabaja en un orfanato. Ambos se adoran y viven buenas relaciones en su familia, que sigue siendo el lugar acogedor al que regresan para experimentar el amor mutuo, en un profundo respeto por sus diferentes religiones.
En la isla de Java hay también hermosos ejemplos. Como el del señor Budi y la señora Rosa (nombres ficticios por razones de privacidad) que viven en Cibinong, en la provincia de Java Occidental. Todos los días, su marido dirige el negocio familiar de venta de pollos en mercados y restaurantes. Él y su esposa se adhieren a las creencias confucianas. Tienen tres hijos. El mayor, Cakra, tiene 35 años y está casado con Rena, también de 35 años. Tienen dos hijos y profesan la fe cristiana. La segunda hija de Budi y Rosa, Kristin (33 años), está casada con Karam, tienen un hijo y siguen el Islam. Tara (30 años), la tercera hija, está casada con Rudi. La pareja tiene un hijo y es católica. Budi y Rosa aceptan las diferentes religiones de sus hijos. Cuando se celebra una festividad religiosa, las familias se unen para compartir felicitaciones y celebraciones. Las diferencias religiosas no obstaculizan los vínculos familiares armoniosos. Esto es lo que les enseñaron a sus hijos Rosa y Budi. Este espíritu vive en la gran familia interreligiosa.
(Agencia Fides 28/8/2024)