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Roma (Agencia Fides) – “He tenido la gracia de encontrar en Mongolia una Iglesia humilde pero una Iglesia feliz, que está en el corazón de Dios”. De este modo ha expresado el Papa Francisco su gratitud por las experiencias y encuentros vividos durante su breve e intenso viaje apostólico a Mongolia, que concluyó el pasado lunes. Lo ha hecho en la catequesis pronunciada durante la audiencia general de hoy, miércoles 6 de septiembre, enteramente dedicada a presentar imágenes y sugerencias del viaje que le ha llevado a abrazar a la Iglesia y al pueblo mongol, “un pueblo humilde y sabio”.
En la parte introductiva de la catequesis, el Papa Francisco ha sugerido algunas de las razones que han hecho de su viaje a Mongolia un momento importante e interesante para todas las comunidades católicas del mundo. A la hipotética pregunta de quienes pueden preguntarse: “¿por qué el Papa va tan lejos a visitar un pequeño rebaño de fieles?”, el Pontífice ha respondido de forma directa y elocuente: “Porque es precisamente ahí, lejos de los focos, que a menudo se encuentran los signos de la presencia de Dios, el cual no mira a las apariencias, sino al corazón”. “El Señor - ha proseguido el Papa Francisco - no busca el centro del escenario, sino el corazón sencillo de quien lo desea y lo ama sin aparentar, sin querer destacar por encima de los demás”.
Mencionando la “conmovedora historia” de la pequeña comunidad católica de Mongolia, el Papa ha recordado que ésta “surgió, por gracia de Dios, del celo apostólico – sobre el que estamos reflexionando en este periodo – de algunos misioneros que, apasionados por el Evangelio, hace unos treinta años, fueron a ese país que no conocían. Aprendieron la lengua – que no es fácil – y, aun viniendo de naciones diferentes, dieron vida a una comunidad unida y verdaderamente católica”. El obispo de Roma ha remarcado que “este es el sentido de la palabra ‘católico’, que significa ‘universal’. Pero no se trata de una universalidad que homologa, sino de una universalidad que se incultura. Esta es la catolicidad: una universalidad encarnada, ‘inculturada’ que acoge el bien ahí donde vive y sirve a la gente con la que vive”. Luego el Pontífice ha continuado diciendo “es así cómo vive la Iglesia: testimoniando el amor de Jesús con mansedumbre, con la vida antes que con las palabras, feliz por sus verdaderas riquezas: el servicio del Señor y de los hermanos”.
“La joven Iglesia de Mongolia”, ha añadido el Papa Francisco, nació “a raíz de la caridad, que es el mejor testimonio de la fe”. El Sucesor de Pedro ha recordado también que "como colofón" de su visita tuvo la alegría de bendecir e inaugurar la "Casa de la misericordia", definida por él mismo como la “primera obra caritativa surgida en Mongolia como expresión de todos los componentes de la Iglesia local. Una casa - ha añadido el Papa - que es la tarjeta de visita de esos cristianos, pero que recuerda a cada una de nuestras comunidades ser casa de la misericordia: es decir lugar abierto, lugar acogedor, donde las miserias de cada uno puedan entrar sin vergüenza en contacto con la misericordia de Dios que levanta y sana”.
En Mongolia, ha recordado el obispo de Roma, trabajan “misioneros de varios países que se sienten una sola cosa con el pueblo, felices de servirlo y de descubrir las bellezas que ya hay”. Porque estos misioneros - ha proseguido el Pontífice, añadiendo sobre la marcha algunas cosas que no estaban en el discurso escrito de la catequesis - “no fueron allí a hacer proselitismo, esto no es evangélico, fueron allí a vivir como el pueblo mongol, a hablar su lengua, la lengua de la gente, a tomar los valores de ese pueblo y predicar el Evangelio en estilo mongol, con las palabras mongolas. Fueron y se ‘inculturaron’: han tomado la cultura mongola para anunciar en esa cultura el Evangelio”.
El Pontífice ha recordado también con gratitud el encuentro interreligioso y ecuménico celebrado durante su visita del domingo pasado (véase Fides 3/9/2023). “Mongolia” ha explicado el Papa “tiene una gran tradición budista, con muchas personas que en el silencio viven su religiosidad de forma sincera y radical, a través del altruismo y la lucha a las propias pasiones. Pensemos en cuántas semillas de bien, desde lo escondido, hacen brotar el jardín del mundo, ¡mientras habitualmente escuchamos hablar solo del ruido de los árboles que caen!”
En la parte final de la catequesis, el Papa ha afirmado que el hecho de estar en el corazón de Asia le ha hecho bien. “Hace bien - ha añadido - entrar en diálogo con ese gran continente, acoger los mensajes, conocer la sabiduría, la forma de mirar las cosas, de abrazar el tiempo y el espacio. Me ha hecho bien encontrar al pueblo mongol, que custodia las raíces y las tradiciones, respeta a los ancianos y vive en armonía con el ambiente: es un pueblo que mira al cielo y siente la respiración de la creación”.
(GV) (Agencia Fides 6/9/2023)