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Cox's Bazar (Agencia Fides) - Los han llamado, con una expresión que resume su historia y su trayectoria, “la gente que nadie quiere”. Los rohingya, etnia de religión musulmana que vive desde hace siglos en el estado de Rakhine, al oeste de Myanmar, protagonizan desde hace décadas una atormentada historia, marcadapor la violencia y los desplazamientos forzosos sobre todo en los últimos seis años.
En 1982, una ley sobre nacionalidad, aplicada por la junta militar entonces en el poder en Myanmar, negó la ciudadanía a los rohingya y los privó así de sus libertades y derechos, convirtiéndolos de hecho en "apátridas". Viviendo como extranjeros en su propia tierra, los rohingya sufrieron violencia y persecución en 2017, lo que les obligó a huir de sus hogares y cruzar la frontera con la vecina Bangladesh. Desde entonces, más de 1,2 millones de rohingya residen en campos de refugiados en Cox's Bazar, donde la mayoría de ellos no tienen el estatuto oficial de “refugiados”, que les otorgaría derechos y protecciones específicos. En Bangladesh, los rohingya son considerados oficialmente “ciudadanos birmanos desplazados a la fuerza”.
La vida en los 33 campos de refugiados que los acogen está garantizada por las aportaciones internacionales (de organizaciones como el PMA, el gobierno de Bangladesh, la "Plataforma de ONG de Cox's Bazar", formada por 148 asociaciones) pero, en las condiciones de desplazamiento, hay pocas oportunidades de ganarse la vida y la educación no va más allá de la escuela primaria. La atención sanitaria es de difícil acceso, sobre todo para las mujeres. “La violencia de género y los matrimonios precoces son tan comunes que incluso se han normalizado”, señala la ONG bangladeshí Rangpur Dinajpur Rural Service (RDRS), que acompaña a los refugiados rohingya desde 2019, abordando cuestiones como la generación de ingresos, el cuidado de la vida de las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad. La prioridad es “la salud y la educación para todos”, dice la ONG, que también trabaja en la respuesta a desastres.
En 2021, infatit, se declaró un incendio en uno de los campos que se propagó rápidamente por los refugios de bambú y lona. Más recientemente, los refugiados rohingya se han enfrentado al devastador impacto del ciclón Mocha, que ha afectado gravemente a los 33 campos de refugiados de Cox's Bazar y a los pueblos de los alrededores, dejando a miles de personas en una situación desesperada.
Los rohingya -cuya situación representa una de las mayores crisis de refugiados del mundo, objeto de varios llamamientos del Papa Francisco- temen ser olvidados. Ellos quieren regresar a sus hogares en Myanmar con seguridad y dignidad, pero actualmente el gobierno de Myanmar no tiene la intención de aceptarlos, sobre todo porque, tras el golpe militar del 1 de febrero de 2021 y la guerra civil en curso en el país, cualquier posibilidad de regresar a casa es inviable. Por ello, miles de refugiados han huido ya a Malasia e Indonesia, pagando a contrabandistas. La emergencia continúa, dice ACNUR, señalando que los refugiados están exhaustos, hambrientos y enfermos, necesitados de protección internacional y ayuda humanitaria. Caritas Bangladesh también trabaja entre los rohingya con proyectos de refugio, educación, alimentación y atención sanitaria.
Con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebra hoy, 20 de junio, un documental titulado "Where Will I Go" narra las desgarradoras experiencias de los refugiados rohingya en Cox's Bazar. La película, dirigida y producida por el cineasta indio Khalid Rahman, pretende concienciar sobre las condiciones inhumanas, la violencia y la opresión que sufre el pueblo rohingya en Myanmar, centrándose en el reconocimiento legal, la justicia para las víctimas y la concienciación mundial para defender la dignidad y los derechos de la comunidad rohingya.
(PA) (Agencia Fides 20/6/2023)