MISIONEROS COREANOS POR EL MUNDO N.1 - Celebrar “el Señor de los Milagros” entre los pueblos peruanos de Cusco

miércoles, 15 octubre 2025 misión   misioneros   iglesias locales   inculturación   devoción popular  



por Pascale Rizk

Quehue (Agencia Fides) – «Cuando juegas al fútbol con niños a 4000 metros de altitud, te das cuenta de que ser misionero también significa medir tus propios límites físicos...».
Así describe su experiencia el sacerdote coreano Michele Kim, de la archidiócesis de Gwangju, vivida en el distrito de Quehue, en Perú. Lo cuenta tras regresar a Roma para continuar sus estudios, después de un verano itinerante visitando a sus compatriotas misioneros en varios países de Sudamérica.

Actualmente, tres misioneros coreanos prestan servicio en tres parroquias y 70 comunidades repartidas por la región montañosa de Cusco, en Perú, zona conocida por sus ruinas incas y su arquitectura colonial española. Uno de los tres, el padre Francesco 부재환, llegado desde la isla de Jeju, en Corea del Sur, colabora con la Sociedad de San Colombano para las Misiones Extranjeras, sirviendo en la parroquia de Quehue, perteneciente a la diócesis de Sicuani. Y nos cuenta: «El sueño de convertirme en misionero nació cuando, durante el seminario, fui a Camboya para realizar un año de prácticas misioneras. En aquella época viví con sacerdotes y religiosos jesuitas, y me impresionó mucho la forma en que vivían con sincero amor junto a la población local». Ahora lleva cuatro años en Perú, tiempo en el que ha podido conocer la realidad de varias parroquias del territorio.

Según informa Catholic Times, el periódico católico coreano más antiguo, fundado por la diócesis de Daegu en 1927, hace exactamente 44 años, el 11 de octubre de 1981, «por primera vez en los 200 años de vida de la Iglesia católica en Corea, cuatro sacerdotes fueron enviados en misión a Guinea. La Sociedad Misionera Coreana, fundada para difundir la Buena Nueva a las naciones, envía a su primer sacerdote ordenado en los ocho años desde su fundación, junto con tres sacerdotes diocesanos, convirtiendo este envío en un acontecimiento decisivo». La Iglesia católica en Corea había comenzado a pensar en la misión ad extra en 1975. Tras su dimisión en la diócesis de Busan y una estancia en Alemania en 1973, el obispo Jae-seon Choi 최재선 fue llamado en 1974 por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Coreana, el cardenal Stefano Kim, y por invitación del prefecto de Propaganda Fide, cardenal Agnelo Rossi, a presidir tanto la Comisión Episcopal para la Misión como la Oficina Nacional de la Pontificia Unión Misional, dependiente de las Obras Misionales Pontificias. Convencido del carácter misionero de la Iglesia universal, Choi trabajó para establecer la Korean Mission Society (Obras Misionales) con el fin de ayudar a la Iglesia universal y corresponder al apoyo recibido de los misioneros extranjeros.

Hoy, el padre Francesco, junto con dos misioneros «Fidei Donum» de la diócesis de Suwon, el padre Enrico 차 y el padre Atanasio 성, que llegaron hace apenas un mes, prestan servicio en distintas parroquias, centrados en la celebración de los sacramentos, la liturgia y el cuidado de las vocaciones. Las infraestructuras sociales, incluidos los servicios sanitarios, son escasas en esta zona montañosa y remota del Perú, y los servicios educativos también son limitados, sin mencionar las dificultades derivadas de las malas condiciones de las carreteras y la falta de electricidad. «Probablemente, la primera preocupación es fomentar la participación de la comunidad en la misa dominical», explica el padre Francesco.

A los misioneros coreanos, la Iglesia peruana les parece muy inmersa en la cultura del pueblo. La mayoría de las personas acude a la iglesia para participar en las misas durante eventos comunitarios o familiares. Aunque no siempre existe un vínculo fuerte con la vida parroquial, «la devoción a la Virgen y a los santos es muy intensa», explica el misionero de Jeju.

«Aunque no buscan transmitir la cultura coreana, con su presencia los misioneros ofrecen a estas pequeñas comunidades la oportunidad de conocer una cultura diferente», comenta por su parte el padre Michele Kim. A veces mediante platos coreanos, otras con las abundantes comidas preparadas para los sacerdotes, se generan ocasiones de auténtica interacción cultural entre misioneros y población peruana. Los misioneros también celebran la misa en lengua quechua, con una traducción que está siendo revisada por los dicasterios competentes de la Santa Sede.

«La cultura centrada en la familia y la comunidad local tiene prioridad sobre la vivencia de la fe y la enseñanza de la Iglesia. Este es el ámbito en el que se desarrolla la labor de los misioneros, en particular los coreanos, que dan gran importancia a la comunidad de fe y a la “espiritualidad de los mártires”», concluye don Michele, quien también vivió la experiencia de la misión en Filipinas cuando era seminarista.

La Iglesia peruana ha designado octubre como el mes del «Señor de los Milagros» o «Mes morado», celebrando durante todo el mes la veneración al Señor de los Milagros con festividades en todo el país. En la iglesia de Pachacamilla, en el centro histórico de Lima, se conserva la pintura de Jesucristo que permaneció milagrosamente intacta tras un terremoto en 1655, y que se venera especialmente los días 18, 19 y 28 de octubre.
(Agencia Fides 15/10/2025)


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