Parish Our Lady of Mercy Bangkok
Bangkok (Agencia Fides) - «En Tailandia, la experiencia misionera que más me impacta y por la que Dios me sorprende cada día es ver florecer la fe en personas adultas, poder acompañarlas al bautismo», afirma el padre Claudio Corti, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) en Tailandia, en una entrevista con la Agencia Fides, con motivo del Jubileo del mundo misionero.
El padre Corti explica: «En este país de mayoría budista, donde los cristianos son una minoría, sucede que una persona oye hablar de Jesús porque ha asistido a una escuela cristiana, o gracias a un compañero de trabajo o un amigo; otras veces, un viaje al extranjero, quizá a Europa, les impresiona por la majestuosidad de sus iglesias. Cuando estas personas piden convertirse al cristianismo y se preparan para el bautismo, toman la fe muy en serio. Para ellas es algo que cambia radicalmente la vida. Por ejemplo, la experiencia del perdón, recibido de Dios y ofrecido al enemigo, resulta extraordinaria. Y empiezan a vivir no solo para sí mismas, sino también para los demás».
El padre Corti está en Tailandia desde 1999, un país de 70 millones de habitantes en el que hay unos 400.000 católicos, y donde el PIME tiene dos misiones: una en el norte y otra en la capital, Bangkok. «La presencia del PIME en territorio tailandés –recuerda- comenzó en 1972, gracias al padre Gianni Zimbaldi, que, expulsado de Birmania en 1966, regresó al sudeste asiático y abrió la misión del PIME en Tailandia, trabajando entre los pueblos tribales. Allí comenzó una primera evangelización de las llamadas “tribus de las montañas”, abiertas al anuncio del Evangelio». Estas comunidades son principalmente karen, con varios subgrupos, además de tribus de origen chino como los lahu y los akha.
«En 2004 encontré unas cuarenta aldeas católicas, y en los años siguientes otras diez abrazaron la fe. Esto se debe sobre todo al trabajo de los catequistas laicos, a su ejemplo, su dedicación y su cercanía. Entre los años 90 y 2010, algunos miembros de aldeas animistas entraron en contacto, en fiestas u otras ocasiones, con comunidades que ya se habían convertido al cristianismo. La fiesta se convertía en ocasión de evangelización: la gente sentía curiosidad y el representante de una aldea pedía la presencia de un catequista. Así surgió el deseo de conocer a Cristo y emprender el camino hacia el bautismo».
Hoy en esa misión del norte trabajan unos 40 catequistas. «Son laicos que visitan constantemente las aldeas, dirigen la liturgia de la Palabra o los momentos de oración, imparten catequesis, visitan y rezan con los enfermos: son un sólido punto de referencia para las comunidades tribales», subraya. Sin embargo, precisa, «la presencia de la Iglesia católica sigue estando limitada al mundo tribal, es decir, un millón de personas en toda la nación».
Posteriormente, el PIME abrió una comunidad en Bangkok, «donde la Iglesia tiene una presencia de más de 350 años, con unos 130.000 católicos», observa. «La presencia católica en la sociedad tailandesa se caracteriza sobre todo por su compromiso educativo. En casi todas las parroquias hay una escuela, y existen muchos centros católicos reconocidos por la alta calidad de su enseñanza. La gran mayoría de alumnos son no católicos, mientras que los pocos de familias católicas reciben algún tipo de ayuda».
En la arquidiócesis de Bangkok, al PIME se le confió la parroquia de Nuestra Señora de la Misericordia, en la periferia norte, en la zona de Pak Kret. «La parroquia abarca un área muy extensa, con unos 1.000 católicos entre 600.000 habitantes», explica el padre Corti, actual párroco de esa comunidad. «Esta iglesia tiene una particularidad: fue inaugurada en 1974 por el rey Rama IX, invitado gracias a las buenas relaciones de un sacerdote tailandés. Hasta hace 50 años, la zona era un área desierta y periférica; ahora es una zona residencial, pero en su interior hay barrios marginales que acogen a personas pobres, sobre todo migrantes de zonas rurales en busca de trabajo».
Los misioneros de la parroquia se dedican a la pastoral ordinaria, la catequesis para los sacramentos y al acompañamiento de quienes piden el bautismo: «Actualmente tenemos 28 catecúmenos adultos», señala. Además, llevan adelante una obra social: «A través de la Fundación San Martino, que creamos hace 30 años, hemos puesto en marcha la “Casa de la esperanza”, un albergue para 80 niños pobres u huérfanos de los barrios marginales. La obra sigue adelante gracias a donaciones y al apoyo de la Providencia», cuenta. «Esos niños no son católicos ni reciben catequesis, pero después, cuando ya se han reinsertado en la sociedad o llegan a la edad adulta, algunos recuerdan nuestra ayuda, siguen apoyando el albergue o vienen a pedir convertirse al cristianismo».
Por último, en una sociedad caracterizada por el budismo, «es importante el aspecto del diálogo interreligioso, para establecer relaciones de amistad con los monjes budistas». Desde esta perspectiva, un misionero del PIME, el padre Daniele Mazza, ha emprendido el estudio del budismo en una universidad budista de Tailandia y ha obtenido un doctorado en budismo, lo que facilita las buenas relaciones.
(PA) (Agencia Fides 3/10/2025)