JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ - Desarmar las palabras

miércoles, 1 enero 2025 paz   guerra   misioneros  

por Mauro Armanino*

Niamey (Agencia Fides) - En su diario de cautiverio, Cadenas de libertad, el padre Pier Luigi Maccalli pedía “desarmar las palabras”. Tras dos años como rehén en el desierto, conviviendo con piedras, arena y estrellas, comprendió que la paz como “convivencia de las diferencias” solo podía nacer de unas manos desnudas. Desarmar las palabras implica liberarlas de prejuicios, ideologías de muerte y fronteras que inventan enemigos.

Maccalli relataba que, aunque las cadenas nunca lo abandonaron, en general fue respetado físicamente por sus captores. Sin embargo, lo que más lo marcó fueron sus palabras, utilizadas como piedras para herir, mentir e insultar, reduciéndolo a una “no persona”. Se sintió tratado como una moneda de cambio, nada más que eso.

En la introducción de “El libro del poder” de Simone Weil, Mauro Bonazzi escribe que “La única manera de oponerse a la difusión de la fuerza entendida como violencia es la búsqueda de la verdad... y esto significa, en primer lugar, cuidar las palabras, porque son el instrumento que utilizamos para comprendernos a nosotros mismos y al mundo. Las palabras, al distorsionarse, construyen barreras que nos separan de los demás. Cuidarlas y devolverles su verdad significa desarmarlas.

En el Sahel, donde se escriben estas notas, llevamos años asediados por grupos “terroristas” armados, intereses estratégicos, traficantes de armas, ideologías religiosas y financiación encubierta. Los conflictos armados han desplazado a millones de personas, dejando cicatrices imborrables. Pero incluso antes de las divisiones étnicas, religiosas o económicas, el origen de este sufrimiento está en las palabras. Simone Weil advertía que palabras vacías, repetidas hasta el hartazgo, pueden desatar ríos de sangre y ruinas…

La lista de palabras con “mayúsculas” sería interminable, al igual que las fosas comunes.
La propaganda y, sobre todo, el silencio cómplice de “los buenos y los honrados” se dedican a poner en mayúsculas palabras que no tienen más significado que el impuesto por quienes detentan el poder.

Educar para “cuidar las palabras” debería ser una prioridad en comunidades, medios de comunicación, familias y organizaciones. Así, como soñaba el padre Maccalli, podríamos confiar al viento palabras desarmadas, capaces de susurrar la paz al mundo.
(Agencia Fides 1/1/2025)

*Misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA)


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