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Bruselas (Agencia Fides) - "El proceso sinodal debe ser un retorno al Evangelio, no debe haber entre las prioridades alguna reforma que vaya “a la moda”, sino más bien cuestionarse: ¿cómo podemos hacer llegar el Evangelio a una sociedad que ya no lo escucha o que se aleja de la fe? Preguntémonos todos". En el penúltimo día de su Viaje Apostólico al corazón de Europa, el Papa Francisco se ha reunido con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y agentes de pastoral de Bélgica en la Basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg, ofreciendo a la comunidad católica local, y a toda la Iglesia occidental, una profunda reflexión sobre lo que él mismo denomina «crisis de fe» que está viviendo Occidente.
Una crisis, ha subrayado el Pontífice, que está empujando a la comunidad católica “a regresar a lo esencial, es decir, al Evangelio, para que a todos se anuncie nuevamente la buena noticia que Jesús trajo al mundo, haciendo resplandecer toda su belleza". La crisis, señala el Pontífice, “es un tiempo que se nos ha ofrecido para sacudirnos, para interpelarnos y para cambiar. Es una ocasión preciosa -en el lenguaje bíblico se dice kairós, ocasión especial- para despertar del sueño y encontrar los caminos del Espíritu. Cuando experimentamos las desolaciones, de hecho, siempre debemos preguntarnos cuál es el mensaje que el Señor nos quiere comunicar".
Esta “crisis de fe”, subraya el Obispo de Roma, nos muestra cómo en ciertas zonas del mundo hemos pasado "de un cristianismo establecido en un marco social acogedor, a un cristianismo “de minorías” o, mejor dicho, de testimonio. Y esto reclama la valentía de una conversión eclesial, para comenzar esas transformaciones pastorales que tienen que ver incluso con las costumbres, los modelos, los lenguajes de la fe, para que estén realmente al servicio de la evangelización".
Teniendo esto presente, la misma valentía “se exige también a los sacerdotes. Ser sacerdotes que no se limitan a conservar o administrar un patrimonio del pasado, sino pastores, pastores enamorados de Cristo y prontos para acoger las exigencias del Evangelio -con frecuencia implícitas- mientras caminan con el santo Pueblo de Dios; y nosotros caminamos un poco adelante, un poco en medio y un poco atrás". De ahí la reflexión sobre el proceso sinodal, que dentro de unos días dará un paso más con la celebración de la XVI Asamblea General Ordinaria en el Vaticano.
Por último, el Papa recomienda a la Iglesia de Bélgica que sea misericordiosa: "frente a la experiencia del mal aplicamos la justicia terrena que dice que ‘quien se equivoca debe pagar por su error’. Sin embargo, la justicia de Dios es superior". Y, deteniéndose en el concepto de justicia, el Pontífice ha hablado también de los abusos (anoche se reunió en la Nunciatura Apostólica con 17 víctimas de abusos por parte del clero belga, ed.) agradeciendo a la comunidad católica “el gran trabajo” realizado "para transformar la rabia y el dolor en ayuda, cercanía y compasión. Los abusos generan atroces sufrimientos y heridas, mermando incluso el camino de la fe. Y se necesita mucha misericordia para no permanecer con el corazón de piedra frente al sufrimiento de las víctimas, para hacerles sentir nuestra cercanía y ofrecerles toda la ayuda posible, para aprender de ellas a ser una Iglesia que se hace sierva de todos sin someter a nadie".
Al saludar a los presentes, Francisco ha recordado una obra de Magritte, el ilustre pintor belga que se titula “El acto de fe”. El lienzo representa una puerta cerrada por dentro, pero con una abertura al centro, abierta al cielo: "Es una abertura que nos invita a ir más allá, a mirar hacia delante y hacia arriba, a no encerrarnos nunca en nosotros mismos, nunca en nosotros mismos. Los dejo con esta imagen, como símbolo de una Iglesia que nunca cierra sus puertas, que a todos ofrece una apertura al infinito, que sabe mirar más allá".
"Hermanas y hermanos, caminen juntos, ustedes y el Espíritu Santo, juntos, y practiquen la misericordia, para así ser Iglesia. Sin el Espíritu, no acontece nada de cristiano", ha dicho para concluir el Papa, que, al término de la reunión, se ha dirigido a la cripta real, bajo la iglesia de Nuestra Señora de Laeken, donde se encuentran las tumbas de numerosos miembros de la Casa Real belga.
Acogido por los Reyes, el Papa se ha detenido ante la tumba del Rey Balduino en oración silenciosa. Después, ante el Rey y los presentes, ha elogiado su valentía cuando optó por «abandonar su puesto de Rey para no firmar una ley asesina». En 1992, en efecto, el soberano abdicó durante 36 horas para no firmar la ley sobre la legalización del aborto. Por último, el Papa ha exhortado a los belgas a volver la mirada hacia él en estos momentos en que se elaboran leyes criminales, deseando que su causa de beatificación siga adelante.
(F.B.) (Agencia Fides 28/9/2024)