SMA
Lomé (Agencia Fides) – Construcciones imponentes, dispersas en prados, bosques y colinas. Estas son las viviendas de los Batammariba, una población de alrededor de 270,000 individuos llamados Tamberma en Togo y definidos como Somba en Benin. El padre Silvano Galli, misionero en Togo, nos describe áreas remotas que testimonian el profundo respeto de esta antigua comunidad hacia la Madre Tierra.
En un periodo de grandes cambios climáticos a nivel mundial y de crisis ambiental que afecta gravemente a la naturaleza y a la humanidad en su conjunto, y con los continuos llamados del Papa Francisco a la protección de nuestro ecosistema, el padre Silvano ha tomado inspiración de su visita a los pueblos Tamberma gracias a un guía local que lo ha conducido a través de las montañas de Atakora, en el noreste de Togo, hasta llegar al sitio de Koutammakou, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
“El camino para llegar allí no fue de los más fáciles - relata el misionero -. Incluso a lo largo de la pista que atraviesa el sitio protegido por la Unesco, hubo dificultades debido a charcos y lodo. Haciendo una parada en Pimini, un barrio del pueblo de Nadoba, nos detuvimos a contemplar las casas de los Tamberma, llamadas takyiènta, similares a verdaderas fortalezas de tierra con alturas de entre tres y cinco metros”.
“Estas viviendas a menudo están rodeadas de grandes árboles de formas y tamaños diferentes según la ubicación, la época y el estatus social del propietario”, continúa explicando. “Generalmente son conjuntos de casas de dos pisos, unidas por un muro y una terraza superior que alberga en la planta baja la residencia principal reservada a los antepasados”.
La estructura de estas viviendas refleja un profundo respeto por los entornos naturales circundantes. “A través de troncos de árboles en forma de horca, tallados con escalones, se accede a los pisos superiores y a la terraza. Se entra de uno en uno por una única apertura que da acceso a una habitación sin luz. Sobre la habitación de los antepasados se encuentra la habitación del propietario, mientras que la habitación de los niños está ubicada sobre la entrada y el granero. En la terraza hay otros compartimentos en la cima de los cuales se secan los cereales”.
La crónica del sacerdote SMA concluye destacando algunas peculiaridades de los habitantes de estas takyiènta: “Los Batammariba viven en comunión con la naturaleza, los animales, las divinidades familiares, bajo la protección de los antepasados y la mirada vigilante de Kouyé, la divinidad suprema a la que la población ofrece los primeros frutos de las cosechas y sacrificios. El hombre, los animales y los elementos de la naturaleza están intrínsecamente vinculados, viven en armonía, dependiendo unos de otros”, explica el sacerdote.
(SG) (Agencia Fides 14/11/2023)