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Marrakech (Agencia Fides) - "El domingo 10 de septiembre, en la parroquia de los Santos Mártires de Marrakech, durante la misa presidida por el Arzobispo Cristóbal López Romero, ha resonado en toda su intensidad el Padre Nuestro recitado en árabe, como demostración de cercanía al pueblo marroquí".
Lucia Valori es una feligresa de los Santos Mártires de Marrakech que, en las últimas semanas, junto con la comunidad de la capital marroquí está prestando socorro a las víctimas del terremoto que sacudió la zona de El Haouz el pasado 8 de septiembre (véase Agencia Fides 11/9/2023).
En un descanso de las operaciones de socorro, Lucia, que también es presidenta de una asociación italiana que se ocupa del diálogo intercultural llamada "Med-mari e deserti", ha compartido su testimonio con la Agencia Fides.
"A última hora de la tarde del viernes 8 de septiembre, la 'ciudad roja' también tembló durante más de 30 segundos", escribe. "Vivo con mi marido, marroquí, en el barrio moderno, Gueliz, en un apartamento de un cuarto piso. Salimos corriendo del edificio a la calle, convencidos de que encontraríamos una ciudad devastada, de tan violento que fue el temblor. En cambio, pronto nos dimos cuenta de que, a pesar del gran susto, la ciudad había resistido bien. Pasamos la noche en el coche, como mucha gente presa del pánico, pero al día siguiente la vida en Gueliz se había reanudado con normalidad".
"Por otra parte, la medina, la zona histórica, la otra alma de la ciudad de Marrakech, la más famosa y la que cuenta con los edificios más antiguos, desgraciadamente ha sufrido derrumbes y hundimientos, sobre todo en algunos barrios como el barrio judío (Mellah). Algunas personas han perdido sus casas y comercios, pero gracias a la presencia de los turistas, que no han abandonado la ciudad y, por el contrario, han ofrecido inmediatamente su apoyo, la vuelta a la casi normalidad ha sido rápida".
"Por desgracia, en la zona del epicentro se han producido enormes daños, con un gran número de víctimas mortales", prosigue la testigo, que confirma que el número supera las tres mil personas. "Allá, muchos pueblos encaramados a las montañas del Alto Atlas, habitados principalmente por la población bereber, autóctona de Marruecos, donde las viviendas se construyen con paja y barro, han sido arrasados. Historias humanas de increíble dolor, pero también de gran dignidad y aceptación. Es conmovedor ver a tantas personas que, entre lágrimas, ante la devastación que les rodea, siguen siendo capaces de levantar los ojos al cielo y decir ‘ALHAMDULILLAH’, es decir ‘gracias sean dadas a Dios’".
"Marruecos es un país conocido por su hospitalidad y acogida – continúa -, y las gentes que viven en estas zonas montañosas son especialmente amables y cordiales. Esos pueblos devastados hoy hacían aún más bellos los paisajes del Alto Atlas, tan mimetizados con los colores de las montañas. Aunque no son recorridos por los circuitos turísticos clásicos, yo también he pasado por allí muchas veces. Esos rostros, sobre todo de ancianos y niños, se te quedan en el corazón. De forma inmediata se ha creado una increíble cadena de solidaridad desde abajo, que se ha sumado evidentemente a la ayuda institucional ofrecida por tantos países. Han surgido puntos de recogida de artículos de primera necesidad por todas partes, vehículos de transporte cargados de mercancías que circulan continuamente entre Marrakech y los pueblos afectados por el seísmo… La Iglesia católica se ha movilizado al instante. El Arzobispo López, que también es Presidente de Cáritas Marruecos, se desplazó a Marrakech para apoyar a la comunidad y visitar el lugar del terremoto junto con el representante de la organización local de Cáritas. Y, junto con representantes de otras confesiones cristianas presentes en Marruecos, dirigió un conmovedor mensaje de cercanía a sus hermanos y hermanas musulmanes afectados tan gravemente".
"La parroquia de Marrakech, con su párroco, el padre Manuel Corullón, Cáritas y muchos voluntarios laicos están trabajando duro para ayudar a las víctimas del terremoto y a los numerosos niños huérfanos” explica la señora Valori. “Marruecos tiene una larga historia de coexistencia con otras religiones monoteístas. La Iglesia católica tiene dos archidiócesis: Rabat y Tánger, y los fieles católicos presentes son en su mayoría extranjeros e inmigrantes. Aquí, el diálogo interreligioso es vivo, constante y tiene lugar a diario en medio de nuestros hermanos y hermanas musulmanes. Me ha venido a la memoria, en estos días tan dolorosos para este país, una frase muy significativa que leí hace algún tiempo en un libro muy hermoso escrito por monseñor Claude Rault: 'El desierto es mi catedral', en el que el prelado relata su experiencia en la diócesis del Sáhara argelino. Monseñor Rault decía: 'Un diálogo interreligioso que descuida el terreno humano, el tejido de las relaciones, se pliega sobre sí mismo, permanece teórico y sin influencia en la vida de los creyentes y de la sociedad. Sólo una pasión compartida por la humanidad es capaz de tender puentes entre nosotros y dar sentido a nuestras diferencias'".
Este trágico suceso ha hecho que la relación entre cristianos y musulmanes sea aún más fuerte y significativa - concluye Lucia -. Todos colaboran codo con codo, cada uno hace lo que puede, todos animados por el mismo espíritu y por la misma causa”.
(AP) (Agencia Fides 19/9/2023)