Lyon (Agencia Fides) - Anne Robesson y Diane Angleys, de 26 y 27 años respectivamente, acaban de regresar a Lyon, la ciudad donde viven, tras una peregrinación a Asia Central que ha durado unos nueve meses, desde octubre de 2022 hasta principios de julio.
El 2 de agosto, ambas jóvenes contarán su experiencia a los chicos y chicas de la Jornada Mundial de la Juventud “Lisboa 2023”. Mientras tanto, anticipan a la Agencia Fides los rasgos más destacados y los episodios más emblemáticos de su singular aventura espiritual.
El año pasado, con motivo de la beatificación de Pauline Jaricot, fundadora de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, los dos jóvenes estudiantes habían participado en el concurso que lleva el nombre de la beata. El premio consistía en apoyar la realización de un reportaje de estilo periodístico. El reportaje estará terminado a finales de 2023, y tendrá como hilo narrativo precisamente la larga peregrinación realizada para visitar las comunidades católicas de los países de Asia Central.
“Nos cruzamos en el camino de Pauline Jaricot de forma providencial”, cuentan Anne y Diane a la Agencia Fides. “Somos de Lyon, y ya habíamos oído hablar de ella, pero muy poco. Durante la preparación de su beatificación, descubrimos también las Obras Misionales Pontificias (OMP). En la beatificación de Pauline conocimos también al sacerdote que ha sido nuestro primer vínculo concreto con Asia Central, el padre Leopold Kropfreiter, S.J.M., responsable de las OMP en Kazajstán. Ha sido un gran punto de referencia a lo largo de esta peregrinación”.
La pasión por Asia había florecido en Anne y Diane en 2019 a raíz del final de sus estudios universitarios de idiomas. Por ello, deciden irse un año de voluntariado. Dejándose 'guiar' sin hacer planes ni dar cabida a una programación estratégica, fueron “catapultadas” a Rusia para ofrecer sus servicios en un centro para personas discapacitadas. “Mirándolo ahora en retrospectiva, estamos seguras de que Dios nos estaba esperando allí, porque allí encontramos una tierra y un entorno que se adaptaban muy bien a nuestras personalidades, algo que no habríamos podido prever dado nuestro desconocimiento de la lengua y la cultura rusas”.
En su viaje a la Federación Rusa, Diane y Anne descubren un país que no esperaban. Hicieron escala en la parte europea, a las puertas del Cáucaso, en una república muy independiente: Kalmoukia. "Descubrimos, en un país que sigue siendo cristiano, lo que significa ser una pequeña comunidad católica: la falta de sacerdotes, las salas de estar transformadas en capillas para la hora de una misa... Descubrimos una fe que nos conmovió profundamente, porque se vive en una realidad tan diferente de la nuestra en Occidente. Esto fue sin duda el principio de todo".
Con esta experiencia que las marcó profundamente, el pasado mes de octubre Anne y Diane emprendieron esta peregrinación apoyadas por las OMP francesas.
Los países tocados han sido Kazajstán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguizistán... viajando junto con una pequeña estatua de la Virgen María, "Nuestra Señora de la Santidad", hecha de cedro libanés, siempre a mano en la mochila y convirtiéndose en guía compañera de viaje en lo desconocido de las diferentes comunidades visitadas. Tantos kilómetros recorridos, treinta parroquias visitadas. Anne y Diane han participado en las celebraciones eucarísticas, se han dejado llevar por las conversaciones y los encuentros, han acompañado a los sacerdotes a las familias, a las reuniones de jóvenes, han tomado el té con las ancianas de las comunidades, compartiendo su testimonio con sencillez.
“Nos tomamos el tiempo de sumergirnos en el estilo de vida de esta población, que vive de pequeños trabajos o de su ganado”, señalan ambas. “Descubrimos lo que es el pequeño rebaño de Cristo, allí donde todo es pequeño: pequeñas iglesias, a veces simples casas convertidas en capillas, pequeñas parroquias, un pequeño número de misioneros que, sin embargo, tienen un gran corazón. Hemos visto cómo la fe no depende del número”.
Una de las experiencias más impactantes ha sido la de la pequeña comunidad de Ashgabat, en Turkmenistán. Es una comunidad que se reúne en la diminuta capilla de la nunciatura, cuya vida no es nada fácil, aunque son portadores de una gran esperanza.
"Esta Iglesia de Asia Central es todavía un frágil infante, necesitado de mucha atención, que confía en los brazos de un puñado de misioneros, pero vislumbrar su pequeño camino entre las poblaciones locales es realmente conmovedor. Todo esto -añaden- nos recuerda también la llamada de todo bautizado a la misión. Ciertamente llevamos en el corazón a la Iglesia de Francia, pero también nos preocupa la Iglesia que vive en todas las partes del mundo. Hemos visto cómo las poblaciones que hemos encontrado están sedientas de las pequeñas cosas que podemos compartir con ellas, incluso el testimonio de hermosas familias que custodian el don de la fe”.
(EG) (Agencia Fides 27/7/2023)