Por Luca Mainoldi
Jartum (Agencia Fides) - El conflicto entre las dos facciones militares en Sudán corre el riesgo de tener repercusiones en los países vecinos, sobre todo porque ambos contendientes tienen vínculos con los Estados vecinos y patrocinadores externos.
Las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), comandadas por el general Abdel Fattah al-Burhan, mantienen vínculos estrechos con sus homólogas egipcias, como demuestra el hecho de que algunos militares cairotas, que se encontraban en Sudán para realizar maniobras conjuntas, fueran detenidos temporalmente por milicianos de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), dirigidas por el rival de al-Burhan, el general Mohammed Hamdan Daglo (o Dagalo), conocido como "Hemedti". La proximidad entre las fuerzas armadas regulares sudanesas y las de Egipto forma parte de la campaña de presión que El Cairo lleva a cabo contra Etiopía por el control del caudal de las aguas del Nilo, comprometido, según Egipto, por la presa del Gran Renacimiento Etíope (GERD), la mayor central hidroeléctrica construida en África.
Por ello es comprensible que Addis Abeba vea con buenos ojos a Daglo y no a Al-Burhan. Desde sus bastiones en Darfur (al oeste del país), Daglo ha tejido con sus RSF una tupida red de relaciones transfronterizas centrada en el comercio del oro extraído de las minas de la zona y en el envío de sus propios hombres para reforzar las filas de sus aliados regionales. En concreto, Daglo cuenta con el apoyo del hombre fuerte de Cirenaica (al este de Libia), Jalifa Haftar, a quien el general rebelde sudanés habría suministrado algunos mercenarios. El papel de Haftar muestra la complejidad de la situación política regional.
El general libio está patrocinado por Emiratos Árabes Unidos, Francia, Rusia y Egipto. Este último, como se ha visto, apoya a Al-Burhan y no a Daglo. El margen de maniobra de Haftar se deriva, según algunos análisis, del hecho de que garantiza la seguridad de la frontera occidental de Egipto.
Además, los Emiratos que patrocinan tanto a Haftar como a Daglo son los receptores del oro extraído de las minas sudanesas y centroafricanas, controladas por los milicianos rusos de Wagner, acusados a su vez por los países occidentales de connivencia con Daglo. Este último también parece estar inmiscuyéndose en el conflicto civil de la República Centroafricana aunque sólo sea para extraer recursos con los que financiar la guerra. Cabe señalar que tanto las RSF de Daglo como las FAS de Al-Burhan disponen de recursos propios que podrían permitir a los dos contendientes prolongar la guerra hasta las últimas consecuencias. Las primeras, como ya se ha mencionado mediante el oro y el suministro de mercenarios (empleados, por ejemplo, por los Emiratos y Arabia Saudí en la guerra de Yemen), las segundas mediante el control de vastos sectores de la economía nacional (bancos, compañías de seguros, el sector agroalimentario, la industria bélica, cuyos productos se utilizaron incluso en Ucrania). Las sanciones impuestas a Sudán por los países occidentales por el golpe de Estado de 2021 (llevado a cabo conjuntamente por los dos generales rivales) no han impedido que estallara el conflicto. Daglo también tiene fuertes lazos familiares con Chad, ya que procede de un clan árabe chadiano de la tribu Rizeigat. El jefe del Estado Mayor del presidente chadiano Mahamat Déby, el general Bichara Issa Djadallah, es primo directo suyo. Dentro del poder chadiano, existe un delicado equilibrio entre la etnia zaghawa (la del presidente Déby) y los árabes que viven entre Chad y Sudán (como Djadallah). En Yamena se teme que una eventual victoria de Daglo en el conflicto sudanés incite las ambiciones de la numerosa comunidad árabe chadiana.
El temor a la desestabilización de Chad, tal vez con el apoyo de los mercenarios de Wagner, ha llevado a Washington a restablecer relaciones con Al-Burhan, como atestigua la visita a Estados Unidos de uno de sus hombres, el jefe de la inteligencia militar sudanesa, Mohamed Ali Ahmed Subir, donde se reunió con representantes políticos, militares y de la CIA.
Por último, la posible desestabilización de Sudán corre el riesgo de extenderse a Sudán del Sur, que a su vez está sumido en una guerra civil.
(L.M.) (Agencia Fides 22/4/2023)