Por Paolo Affatato
Katmandú (Agencia Fides) - Cuando un misionero pasa más de 60 años de su vida en un país lejos de su patria, sucede a menudo que elige morir allí, en su "patria de adopción" y también ser enterrado en el lugar donde pasó la mayor parte de su existencia. Porque, reconociendo una llamada de Dios, por las personas que encontró allí dio todo de sí mismo, puso todo su corazón y toda su mente al servicio apostólico, gastó lo mejor de sus energías, siempre con la misión de anunciar y dar testimonio de Jesucristo, y no de sí mismo. Así el jesuita estadounidense padre Casper J. Miller, que vivió 65 años en Nepal hasta su muerte el pasado 15 de enero, es todo un ejemplo de esa “pasión por la evangelización” que el Papa Francisco ha puesto en el centro de su último ciclo de catequesis.
Casper J. Miller nació en Cleveland, Ohio (EE.UU.), en 1933 y, sin haber cumplido aún los 18 años, ingresó en la Compañía de Jesús en 1951. En 1958, "Cap", como le gustaba que le llamaran, se ofreció voluntario con entusiasmo para ir de misión a Nepal, en lo que se convertiría en el trabajo de su vida. Al llegar a la pequeña nación del Himalaya, se sumergió totalmente en la cultura local, aprendiendo pronto a hablar con fluidez la lengua nepalesa y pasando largas temporadas en las aldeas en contacto con la población local, incluso en zonas donde nunca había llegado el anuncio del Evangelio. Al mismo tiempo, prosiguió sus estudios de antropología cultural, que también le llevaron a conocer a fondo la música popular, convirtiéndose en un especialista de la cultura y las tradiciones nepalesas.
Ordenado sacerdote el 29 de marzo de 1964, el misionero proclamó la fe cristiana a los miembros de la tribu tamang del distrito de Dhading y enseñó a cientos de estudiantes nepaleses, que ahora han acudido a presentar sus respetos ante su cuerpo y asistido en masa a su funeral, celebrado el 16 de enero en la iglesia de la Asunción de Katmandú.
Fue director del St Xavier's College de Jawakhel de 1967 a 1969 y del St Xavier's College de Godavari de 1969 a 1975. Durante la década siguiente, hasta 1987, fue investigador y autor en el Centro de Desarrollo e Investigación de Recursos Humanos de la Universidad Tribhuwan de Nepal, siendo uno de los primeros estudiosos en completar un doctorado en antropología en Nepal.
Durante sus años de estudio, publicó tres libros: “Faith-Healers in the Himalayas”, “Decision Making in Village Nepal” (su investigación para el doctorado) y “To Yourself Be True”. En 2017 aún tuvo fuerzas para escribir “A life in Nepal History”, relatando la misión que compartió en Nepal con sus hermanos estadounidenses, el padre Ludwig Francis Stiller (1928-2009) y el padre John Kerr Locke (1933-2009). A los 85 años, seguía siendo consejero y tutor de los alumnos del St Xavier's College de Maitighar. Los alumnos, que le querían mucho, le recuerdan como una persona humilde, servicial, sencilla, amable y dulce, de gran profundidad humana y hondura espiritual.
Pasó los últimos años de su vida como bibliotecario y escritor para la comunidad jesuita de Nepal. Por sus méritos y trabajos en beneficio de la nación, se le concedió la ciudadanía nepalesa en 1971: fue uno de los pocos extranjeros honrados por el entonces rey de Nepal por su servicio al pueblo. Hoy, la gente lo recuerda como un punto de referencia y en la prensa local, como el "Kathmandu Post", se celebra su contribución llamándolo "hombre de luz y sabiduría".
Los hermanos lo recuerdan como “un hombre que vivió una vida plena y dio testimonio de su amor a la misión”, además de “un hombre feliz; un hombre que, enraizado en Cristo, experimentó la fraternidad y la acogida evangélica con personas tan diferentes de él”. Fue “más allá de la frontera”, simplemente para “permanecer cerca”, allí donde Dios le llamaba, como signo de esperanza. Mirando siempre hacia Él y entregándole cada gesto, palabra y obra.
(Agencia Fides 20/1/2023)