Kabul (Agencia Fides) – “El contingente italiano, que hoy abandona Afganistán tras veinte años de presencia en el país, ha desempeñado un papel importante tanto desde el punto de vista social como de la seguridad. Nuestros militares se han ganado el afecto y la estima del pueblo, aportando progresos especialmente en el campo de la educación. Lo que preocupa es el futuro: espero que lo que se ha hecho permanezca, que no haya vuelta atrás como se teme. En los últimos meses han sido asesinadas personas que han colaborado en el desarrollo del país, mujeres profesionales o jóvenes estudiantes”. Así lo comenta a la Agencia Fides el barnabita p. Giuseppe Moretti, misionero en Afganistán desde 1990 hasta 2015 y superior de la Missio sui iuris en Kabul desde 2002.
Italia ha iniciado la retirada de sus tropas de Afganistán veinte años después de los atentados contra las Torres Gemelas: de hecho, fue el 30 de diciembre de 2001 cuando los militares italianos llegaron a la zona que se les había confiado, el cuadrante de Herat, en el noroeste del país. El número de soldados caídos desde el comienzo de la guerra es de 52. Por otro lado, 895 hombres abandonaron ayer el país. Según el P. Moretti, “es un hecho histórico que el pueblo afgano sólo puede encontrar la unidad en el deseo de alejar la presencia militar extranjera: pensemos en las guerras anglo-afganas, en la invasión soviética y en la presencia de la OTAN. Sin embargo, hoy en día, la partida de estos soldados, en lugar de dejar un legado de seguridad, deja el temor de un retorno al pasado. Sólo podemos rezar para que las cosas evolucionen de forma positiva”.
Una preocupación que también comparte la población, como dice a la Agencia Fides Abdurahman Qaderi, abogado y miembro del Consejo de la Provincia de Paktia, en Afganistán: “Mucha gente se alegra de la salida de las fuerzas militares extranjeras, pero la mayoría está preocupada, porque la situación es realmente incierta. Lo que más se teme es el riesgo de una nueva guerra civil. También nos asusta el riesgo de intromisión de los países vecinos, que podrían estar interesados en hacer avanzar la guerra. Por eso pedimos al Presidente de los Estados Unidos y a todos los demás países que escuchen estas preocupaciones nuestras. Necesitamos garantías internacionales para nuestro futuro”.
Era abril de 1978 cuando un golpe de Estado derrocó al gobierno de Mohammed Daud Khan, iniciando un estado de guerra que ya dura más de cuarenta años en Afganistán. A ese golpe le siguió la ocupación soviética de 1979 a 1989 y, desde principios de la década de 1990, una sangrienta guerra civil que más tarde favorecería el ascenso de los talibanes. El Emirato Islámico de Afganistán que habían establecido se mantuvo hasta 2001, cuando Estados Unidos atacó el país en respuesta a los atentados del 11 de septiembre.
(LF-PA) (Agencia Fides 9/6/2021)