Ashgabat (Agencia Fides) – “Dialogar, compartir y dar testimonio, son actitudes que dan frutos. La confrontación no ayuda, pero debemos trabajar en los puntos en común. Esto es lo que aprendí en mis 25 años entre una mayoría post-soviética y musulmana”. Es lo que explica a Fides el padre Andrzej Madej, sacerdote polaco de los Oblatos de María Inmaculada (OMI) y Superior de la Missio sui iuris de Turkmenistán.
El oblato destaca la relación entre el islam y el cristianismo: “El islam reconoce a Jesús como un profeta y esto supone un terreno fértil para el diálogo y para dar testimonio de lo que Cristo es para nosotros, el Hijo de Dios, el Salvador. También hay otros aspectos. Durante el festival Kurban Bairan, por ejemplo, los musulmanes celebran la ofrenda del sacrificio de Abraham. E incluso María representa un importante puente ecuménico, ya que la reconocen como la madre del profeta. Tenemos en común la fe en un Dios, la peregrinación a los lugares sagrados, el ayuno y la misericordia hacia los pobres y la oración. El espacio en el que podemos crear un clima de diálogo e intercambio es amplio”.
El padre Madej explica: “Experimentamos todo esto en nuestra misión diaria en Turkmenistán. Cuando una persona de fe islámica viene a visitarnos y entra en nuestra capilla, podemos ver que siempre tiene un gran respeto por lo sagrado, por el Dios misterioso y santo. Nosotros tenemos esa misma actitud cuando participamos en las fiestas islámicas. Además, cuando visitamos a fieles que viven en otras ciudades, a menudo aprovechamos la oportunidad para visitar a los líderes islámicos locales”.
El superior de la Missio sui iuris dijo que los habitantes de Asia Central estaban “sorprendidos por la visita del Papa Francisco a los Emiratos Árabes Unidos y el hecho de que pronto irá a Marruecos, tal como lo hizo Juan Pablo II. Ver al sucesor de Pedro que va a estas zonas, entre musulmanes, es un testimonio que nos trae beneficios y nos da la dimensión de lo que es un Pastor universal”.
Turkmenistán tiene una población de 5 millones de habitantes entre los que el 90% son musulmanes. La comunidad católica turcomana está formada por dos sacerdotes oblatos de María Inmaculada y unos 250 fieles, que se reúnen en la capilla de la Transfiguración del Señor, en la capital Ashgabat. La iglesia católica local renació en 1997, cuando Juan Pablo II estableció la Missio sui iuris. Durante trece años, la presencia de los Oblatos fue admitida solo como “representación de la Embajada del Vaticano”. Al principio se reunían en casas particulares y se celebraba la misa en el territorio diplomático de la Nunciatura Apostólica de Ashgabat. En 2010 el gobierno turcomano reconoció oficialmente la presencia católica.
(LF) (Agencia Fides 7/3/2019)