Lahore (Agencia Fides) – “¿Quién salvará a Pakistán de los talibanes?”: es la pregunta que se repite en estos días en el país, planteada con creciente preocupación por las minorías religiosas, por los grupos y los líderes cristianos, por los representantes de la Iglesia católica, por las asociaciones de abogados y por otros movimientos de la sociedad civil.
“La creciente militancia de los talibán en Pakistán es un motivo de creciente inquietud para todo ciudadano que crea en el sistema y en los valores de la democracia, sobre todo para los derechos de las mujeres, de las minorías y de los sectores más vulnerables de la sociedad”, dice a la Agencia Fides el cristiano Aftab Mughal, comprometido en primera línea con los derechos humanos y la libertad religiosa en el país. Mughal, director del boletín “Minorities Concern of Pakistan”, nota con desilusión que, después de haber tomado el control del valle de Swat y de haber obtenido el reconocimiento legal de la sharia, los grupos talibanes, fortalecidos por la victoria conseguida, apuntan a extenderla a toda la Provincia de la Frontera del Noroeste. La situación es cada vez más difícil para las minorías religiosas no islámicas (el 3% en total, de 176 millones de habitantes), que se volverían objeto de fuertes discriminaciones y actos de violencia.
Peter Jacob, Secretario de la Comisión “Justicia y Paz” de los Obispos Pakistaníes ha manifestado con alarma a Fides la ausencia de oposición de los partidos no musulmanes al decreto del Parlamento que aprobó la sharia. Y ha pedido al gobierno no abdicar de los principios de democracia, igualdad, respeto a los derechos de los ciudadanos de toda fe religiosa, sancionados por la Constitución y queridos por el padre de la Patria, Ali Jinnah.
Entre otras cosas, los talibanes han anunciado abiertamente su objetivo último de extender la sharia a todo el territorio pakistaní. Su creciente influencia en la política y en la sociedad pakistaní no promete nada bueno. Las minorías religiosas se ven sometidas hoy a una presión sin precedentes. Más de 40 familias cristianas han sido obligadas a huir del valle de Swat. Cientos de escuelas no islámicas han cerrado las puertas. Órdenes y congregaciones religiosas, sometidas a continuas amenazas y actos de violencia, están pensando abandonar el área (ver Fides 16/4/2008).
Según muchos analistas, los actos de terrorismo que vienen infestando el país se pueden reconducir a los talibanes. Según fuentes oficiales, más de 1,395 personas han muerto en 1,842 ataques terroristas en los últimos 15 meses: el terrorismo talibán se va infiltrando en las mayores ciudades pakistaníes como Islambad, Karachi, Lahore, Rawalpindi, Quetta y Multan. La policía ha arrestado varios talibanes que preparaban atentados contra oficinas de gobierno, escuelas y negocios.
Grupos de musulmanes moderados han denunciado este peligro y han sido amenazados a su vez. “Uno se pregunta entonces - prosigue Mughal - : si los talibanes no toleran a otros grupos musulmanes, ¿cómo tratarán a los no musulmanes?”.
Lo que preocupa, hace notar el activista, es “la ineficacia del gobierno para frenar ese movimiento. Por otra parte es claro que algunos sectores de la política y de la burocracia son partidarios de los talibanes”.
La cuestión crucial planteada recientemente por la Iglesia es esta: ¿qué modelo de Pakistán se prepara, dado que los talibanes no creen en la democracia, en los derechos humanos, en la Constitución? “Los talibanes son un peligro no solo para las minorías religiosas, sino para para la nación entera y para el mismo estado” concluye Mughal.
(PA) (Agencia Fides 22/4/2009 líneas 42 palabras 587)