FMA
Por Antonella Prenna
Port Moresby (Agencia Fides) - «En Papua Nueva Guinea la misión tiene una connotación de diversidad multicultural. Comprender las diferencias culturales de la gente implica un trabajo serio y lleva tiempo». Lo dice a la Agencia Fides la hermana Pamela Vecina, de las Hijas de María Auxiliadora (FMA), que ha regresado recientemente a la casa general en Roma después de 22 años de servicio en Papua Nueva Guinea.
«Llegué a Papúa Nueva Guinea en enero de 2001 como misionera pionera entre nuestras hermanas, las Salesianas de Don Bosco, invitadas a desempeñar el ministerio de enseñar a los estudiantes universitarios en el Instituto Tecnológico Don Bosco de Port Moresby».
Al término del reciente viaje apostólico del Papa Francisco, que ha contado con visitas a Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, la hermana Pamela comenta: «La visita del Papa representa un acontecimiento que marcará una época y que permanecerá en la historia del país, sobre todo entre los católicos. Su acto de solidaridad al llegar a las periferias más lejanas y distantes es un sólido testimonio de sus enseñanzas. Para mí, el mensaje de reconciliación, paz y fe en el poder de Cristo por encima de todas las creencias tradicionales es una invitación concreta al cambio para los papúes, si de verdad buscan la transformación de la sociedad. El Papa ha mostrado una conexión muy abierta, espontánea y libre con la gente. Especialmente yendo a las zonas más remotas, como Vanimo, lo que ha impresionado a los lugareños quienes se han sentido sobrecogidos por su presencia y cercanía. Todos, desde el gobierno, los obispos, los religiosos y sacerdotes, hasta las familias, los jóvenes y los niños han apreciado profundamente su acto de acercamiento, a pesar de su avanzada edad y su estado de salud».
«Considero que este regalo del Papa Francisco es la expresión de una pasión semejante a la de Cristo por tocar la vida de las personas que se encuentran en las periferias del mundo a pesar de su condición, en medio de la pobreza y la frustración. Que esta visita histórica, impresionante y conmovedora grabe en los corazones de las personas, especialmente de los jóvenes, la pasión por marcar la diferencia en sus vidas y provocar la transformación en sus familias, por practicar el amor y la compasión en la vivencia de los desafíos cotidianos. Que, guiados y ayudados, deseen de verdad vivir la paz y poner fin a la violencia, ser instrumentos de reconciliación en lugar de alimentar el interés propio. Trabajando juntos como comunidad y creciendo con convicción en su fe cristiana, pueden hacer realidad el cambio. Pueden ir más allá de las barreras culturales y, de hecho, hacer viva la Iglesia en Cristo que está abierta a ir y tocar las vidas de los demás. Para los que trabajan en el ministerio de la educación de los jóvenes, la visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea supone una inspiración que puede estimularles en el servicio de acompañar a los jóvenes en su crecimiento en la fe. En cuanto a los cristianos de Papúa Nueva Guinea, espero que este acontecimiento les lleve a practicar el diálogo, a buscar el bien común y la comunión en lugar de la división. Como siempre, el reto ahora es practicar lo que se predica, vivir lo que se ha aprendido y trabajar por un cambio rápido».
Sobre su experiencia misionera, la hermana de las FMA explica que «el país es rico en culturas y tradiciones, y es necesario conocer a fondo sus valores para ayudar a la gente a apreciarlas y a ser evangelizada. Las fuertes creencias tradicionales son un serio desafío para la nueva evangelización, especialmente para las generaciones más jóvenes que se enfrentan al gran salto hacia la modernización y las nuevas tecnologías sociales. Por desgracia, no falta la pobreza, como en otros países, y con muchos jóvenes sin escolarizar y sin oportunidades de trabajo, la anarquía es uno de los retos de la sociedad que también afecta a los ministerios de los misioneros. Necesitamos educar en el respeto, la igualdad de género y el pensamiento crítico».
«Papúa Nueva Guinea es un país cristiano multirreligioso, y una de las características tangibles de los cristianos en el país es una inclusividad que acepta a los demás en lugar de discriminarlos», afirma la hermana Pamela, destacando su predominio. La presencia del Papa Francisco ha sido un ejemplo de esta inclusión. Era esperado con impaciencia por muchos cristianos de Papúa Nueva Guinea, entusiasmados por el privilegio y la rara oportunidad de ver al líder de la Iglesia como instrumento de paz y promotor de la unidad. Este acontecimiento ha sido el sueño de toda una vida y una realidad única. He sentido la emoción y la implicación de muchos de mis compañeros misioneros, estudiantes y amigos de Papúa Nueva Guinea. Esta visita papal ha sido otro ejemplo del respeto y la cooperación que existen entre el gobierno y la Iglesia católica y de la amistad entre las iglesias cristianas del país».
«Hay que reconocer el trabajo realizado hasta ahora por los misioneros y la Iglesia en su conjunto», añade la hermana Pamela refiriéndose a los esfuerzos conjuntos, »especialmente en el campo de la educación y la sanidad. Los misioneros también son muy respetados porque se implican, en colaboración con el gobierno, en estos servicios para la población. En mi experiencia, al haber sido también profesora universitaria, se me respetaba como mujer educadora. Se me consideraba guía espiritual, mentora y consejera de mis alumnos. Hoy, pues, la educación se siente cada vez más como un derecho fundamental, y el compromiso de los misioneros en el sector se aprecia cada vez más como una respuesta viva y auténtica al desarrollo humano integral, especialmente de las generaciones más jóvenes. Muestra de ello es el aumento del número de misioneros que llegan a Papúa Nueva Guinea para llegar a la gente para una nueva evangelización a través de la educación, la catequesis, la pastoral y el trabajo sanitario».
Para concluir, la hermana Pamela recuerda su llegada y el periodo durante el cual prestó sus servicios en Papúa Nueva Guinea. «En 2001, nada más llegar a Port Moresby, junto con otras hermanas de mi comunidad, nos dedicamos a la enseñanza de materias religiosas en el colegio, así como al trabajo pastoral en el campus, especialmente entre las estudiantes, en colaboración con sacerdotes salesianos y personal laico. Entre los diversos servicios que presté durante mis años de misión en Papúa Nueva Guinea, tuve la oportunidad de conocer mejor la cultura en el trabajo parroquial de fin de semana con jóvenes y niños. Trabajé en la capellanía de estudiantes católicos y del personal de la Universidad Estatal de Goroka, que forma a profesores para el condado. El mío ha sido realmente un ministerio privilegiado; he podido ayudar en la formación y preparación de profesores de educación católica y cristiana en varias escuelas secundarias de todo el país. En el St. Peter Chanel Catholic College, dirigí el Departamento de Espiritualidad Religiosa en la tutoría de futuros profesores en el área de la educación religiosa. Toda la estancia en Papúa Nueva Guinea -subraya la hermana Pamela -, ha sido un verdadero ministerio de colaboración con el personal del colegio, la universidad y la escuela para la educación de los estudiantes universitarios».
(Agencia Fides 14/9/2024)