Abuja (Agencia Fides) - La preocupación aumenta por los recurrentes secuestros masivos de estudiantes en 14 estados de Nigeria, un problema que va más allá de motivaciones religiosas. La Safe Schools Initiative, establecida en Nigeria tras el trágico secuestro de 276 alumnas de la escuela secundaria de Chibok en 2014 (con aún 100 de ellas desaparecidas), ha emitido una alarma ante esta situación. Este organismo se encarga de proteger las escuelas contra ataques terroristas y busca abordar este desafío que afecta gravemente la seguridad educativa en el país.
La alarma se produce en medio del reciente secuestro de 287 estudiantes en Kuriga, dentro del área de gobierno local de Chikun, en el estado de Kaduna (véase Fides 7/3/2024). Además, se reporta el secuestro de otros 15 estudiantes en el pueblo de Gidan Bakuso, en el estado de Sokoto. Paralelamente, unos 300 desplazados internos, en su mayoría mujeres, permanecen desaparecidos tras el asalto de los yihadistas de la Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP) al campamento de Babba Sansani, cerca de las orillas del lago Chad, en el estado de Borno.
La alerta se extiende a los estados de Adamawa, Bauchi, Borno, Benue, Yobe, Katsina, Abuja, Kebbi, Sokoto, Plateau, Zamfara, así como al territorio de la capital federal, Abuja, y otros tres estados no especificados.
La interpretación de esta ola de secuestros masivos varía significativamente. Algunos sostienen una perspectiva "religiosa", considerando que estos actos son intentos de grupos yihadistas para sembrar el terror entre las comunidades locales y avanzar en su agenda yihadista hasta la costa, retomando un antiguo plan del Califato de Sokoto de expandirse hasta el océano Atlántico. Sin embargo, el secuestro tanto de cristianos como de musulmanes sugiere una lectura más política. Se plantea que hay intereses de grupos políticos y criminales en debilitar al gobierno del presidente Bola Tinubu, quien asumió el cargo en mayo de 2023.
Además, la diversidad de grupos responsables de los secuestros sugiere una interpretación más inclinada hacia lo político y, en parte, motivado por razones puramente criminales, como el deseo de obtener cuantiosos rescates por la liberación de cientos de personas, más que por motivos religiosos.
En el caso específico del secuestro de los estudiantes en la escuela de Kuriga, se informa que el principal sospechoso es un grupo de pastores fulani que actúan en nombre de Dogo Gide, un conocido bandido especializado en secuestros. Este individuo ya había participado en el secuestro de 126 alumnos de la Bethel Baptist Secondary School en Maraban, Estado de Kaduna, en julio de 2021.
La figura de Dogo Gide es paradigmática para entender los vínculos entre yihadismo y bandolerismo en el norte de Nigeria. La prensa nigeriana informó de que, a principios de diciembre, logró escapar de la muerte después de que el grupo que dirigía fuera víctima de un asalto conjunto de yihadistas pertenecientes a ISWAP y Ansaru (filial de Al Qaeda).
Gide había buscado anteriormente un acuerdo táctico con Ansaru para contrarrestar el dominio del ISWAP en sus bastiones del estado de Níger. El acuerdo, fracasado posteriormente, pretendía promover una alianza con Ansaru en el estado de Zamfara, en el noroeste de Nigeria.
La presencia de diversos actores armados, incluyendo yihadistas, pastores fulani y bandidos, que forman alianzas y compiten entre sí, contribuye a un aumento significativo de la inseguridad en toda la región centro-norte de Nigeria. Como consecuencia, las familias de los rehenes se ven obligadas a pagar rescates vendiendo sus propiedades y negocios con el fin de reunirse con sus seres queridos.
(L.M.) (Agencia Fides 12/3/2024)