Izmir (Agenzia Fides) – Escombros, heridas internas y externas, carreteras cerradas, tiendas de campaña para dormir en lugar de casas. Esta es la realidad que nos cuenta el padre Adrian E. Loza, OFM, Director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) turcas a la luz de su muy reciente visita a las ciudades de İskenderun y Antakya fuertemente afectadas por el terremoto del 6 de febrero. Tras ese devastador terremoto, algunas direcciones nacionales de las OMP, siguiendo los llamamientos del Papa Francisco, habían iniciado campañas extraordinarias de recogida de fondos (véase Fides 13/2/2023), manteniendo la atención sobre los efectos del terremoto a través de los medios de comunicación de sus respectivos países.
El padre Loza rememora aquellos terribles días y recuerda las escenas de destrucción y muerte como una pesadilla. “Desgraciadamente sólo ha sido posible venir aquí ahora, cuando ya se ha hecho mucho”, explica a la Agencia Fides el sacerdote franciscano, que ha sido acompañado en su visita por un catecúmeno de Esmirna, Asil, y acogido con gran calidez por el Vicario Apostólico de Anatolia, el obispo Paolo Bizzeti, y sus colaboradores. “En la ciudad de Iskenderun, especialmente en el barrio donde se encuentran el palacio episcopal y la catedral derrumbada - añade el padre Adrian - la Iglesia católica latina sigue distribuyendo ayuda a la población, mientras que la lista de los necesitados que se benefician de dicha ayuda no parece disminuir”. “Paseando por las calles, muy a menudo donde había un edificio hay tiendas de campaña en las que siguen viviendo familias junto a los escombros de sus casas derrumbadas”, dice. “Lo mismo ocurre en parques públicos y plazas. Muchas calles siguen cerradas y también las iglesias. Sólo la iglesia melquita está en pie y utilizable, mientras que la iglesia siro-católica sólo conserva intacta su fachada, las demás iglesias están todas muy dañadas o derrumbadas”.
El mismo escenario de destrucción se puede encontrar en Antakya. Edificios derrumbados, llenos de grietas, calles cerradas, escombros por todas partes. Durante todo el día se oye el ruido de los camiones que se llevan los escombros y de los martillos neumáticos que derriban los edificios. “Temíamos no poder entrar, porque eso es lo que nos dijeron. En realidad, la ciudad está volviendo poco a poco a su cauce”, prosigue el director de las OMP turcas. En la ciudad de Antakya, la antigua Antioquía, la primera en la que los discípulos de Jesús se llamaron cristianos, el obispo Bizzeti está trabajando para crear un “centro pastoral”. Las iglesias son inhabitables “y hay que encontrar una solución para dar a los cristianos de la ciudad la oportunidad de reunirse, celebrar y tal vez incluso acoger a los peregrinos” que puedan volver a visitar la zona en un futuro aún sin definir.
(EG) (Agencia Fides 19/05/2023)