Roma (Agencia Fides) - A Jesús «se le encuentra dando testimonio de Él». Él mismo «sale a nuestro encuentro cuando vamos a anunciarlo». Y cuando se encuentra de verdad a Jesús, ningún obstáculo «puede impedirnos anunciarlo». Si, por el contrario, consideramos al Señor como un "bien" en nuestra posesión, y si «nos guardamos solo para nosotros su alegría, tal vez sea porque todavía no lo hemos encontrado de verdad». Así, el Papa Francisco ha repetido una vez más a la Iglesia y al mundo las razones por las que el anuncio del Evangelio sólo puede emanar de forma gratuita e incontenible del encuentro con Jesús, y precisamente por ello es incomparable a cualquier "propaganda o proselitismo". El Obispo de Roma ha vuelto a proponer los rasgos fundamentales de la aventura cristiana en el mundo con las palabras que ha pronunciado hoy, lunes de Pascua, 10 de abril, ante la multitud de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para el rezo del Regina Caeli.
En su breve discurso, antes de recitar la oración mariana, el Pontífice ha presentado como experiencia paradigmática del encuentro con Jesús la que vivieron las mujeres que se encontraron con el Resucitado, en la mañana de Pascua, tal como se narra en el pasaje del Evangelio de Mateo leído en la liturgia del día. El Evangelio - ha recordado el Sucesor de Pedro - nos recuerda que fueron ellas, las mujeres discípulas, las primeras en ver y encontrar a Cristo Resucitado. «Como todos los discípulos, también ellas sufrían por el modo en que parecía haber terminado la historia de Jesús; pero, a diferencia de los demás, no se quedaron en casa paralizadas por la tristeza y el miedo: por la mañana temprano, al salir el sol, fueron a honrar el cuerpo de Jesús llevando ungüentos aromáticos». Las mujeres, ha continuado el Papa, «no se desaniman, salen de sus miedos y de sus angustias». Cuando ven el sepulcro vacío, «con miedo y gran gozo», corren «a dar el anuncio a sus discípulos». Y justo cuando van a hacer este anuncio, «Jesús las encuentra». El Pontífice ha llamado la atención de todos sobre este detalle crucial: «Jesús sale a su encuentro cuando van a anunciarlo. Esto es hermoso: Jesús las encuentra mientras van a anunciarlo. Cuando anunciamos al Señor, el Señor viene a nosotros». A veces – ha proseguido el obispo de Roma - « pensamos que la manera de estar cerca de Dios es tenerlo estrechamente junto a nosotros; porque después, si nos exponemos y hablamos de esto, llegan los juicios, las críticas, tal vez no sabemos responder a ciertas preguntas o provocaciones, y entonces es mejor no hablar de esto y cerrarse: no, esto no es bueno. En cambio, el Señor viene cuando lo anunciamos. Tú siempre encuentras al Señor en el camino del anuncio. Anuncia al Señor y lo encontrarás». Y ha insistido «esto es lo que nos enseñan las mujeres: a Jesús se le encuentra dando testimonio de Él».
Con la intención de sugerir una analogía entre lo que les sucedió a las mujeres tras su encuentro con Jesús en la mañana de Pascua y las vivencias humanas más comunes, el Pontífice ha mencionado lo que ocurre cuando recibimos una buena noticia, como el nacimiento de un hijo. «Entonces» ha dicho el Pontífice «una de las primeras cosas que hacemos es compartir este feliz anuncio con los amigos: “¿Sabes? He tenido un hijo… es hermoso”. Y al contárselo, también nos lo repetimos a nosotros mismos y, de alguna manera, hacemos que cobre aún más vida en nosotros. Si esto ocurre con una buena noticia» ha proseguido el obispo de Roma «ocurre infinitamente más con Jesús, que no sólo es una buena noticia, ni tampoco la mejor noticia de la vida, no, sino que Él es la vida misma, Él es “la resurrección y la vida”». Así, cada vez que proclamamos a Jesús «el Señor viene a nuestro encuentro. El viene con respeto y amor, como el don más hermoso para compartir. Jesús habita más en nosotros cada vez que lo anunciamos».
El episodio de las mujeres en el Sepulcro, narrado en el Evangelio del día -ha proseguido el Pontífice en un pasaje importante de su breve catequesis-, testimonia de modo paradigmático la fuente de todo testimonio auténtico, y los rasgos que lo caracterizan y distinguen de toda propaganda humana. Una ciudad entera - ha señalado el Papa - « había visto a Jesús en la cruz». Y, no obstante eso, las mujeres, tras encontrarlo resucitado, «van a la ciudad a anunciarlo vivo». Y así atestiguan que «cuando se encuentra a Jesús, ningún obstáculo puede impedirnos anunciarlo. En cambio, si nos guardamos solo para nosotros su alegría, tal vez sea porque todavía no lo hemos encontrado de verdad».
Concluyendo su discurso, como suele hacer, el Papa Francisco ha invitado a todos a examinar su propia experiencia personal a la luz del relato evangélico que se acaba de presentar: «Ante la experiencia de las mujeres» ha sugerido el Pontífice «nos preguntamos: Dime, ¿Cuándo fue la última vez que diste testimonio de Jesús? ¿Cuándo fue la última vez que yo di testimonio de Jesús? ¿Qué hago hoy para que las personas con las que me encuentro reciban la alegría de su anuncio? Y aún más: ¿alguien puede decir “esta persona es serena, es feliz, es buena porque ha encontrado a Jesús”? ¿Se puede decir esto de cada uno de nosotros? Pidamos a la Virgen que nos ayude a ser alegres anunciadores del Evangelio».
(GV) (Agencia Fides 10/4/2023)