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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - ¿Qué es la oración? ¿Cómo se reza? El Papa Francisco responde a estas preguntas al volver a la Plaza de San Pedro para la tradicional Audiencia General de los miércoles.
Antes de comenzar su reflexión, el Papa Francisco se ha detenido en oración ante la estatua de la "Virgen de los desamparados", la Virgen que cuida de los pobres, la patrona de Valencia. "Valencia, que sufre tanto, y también otros lugares de España, pero sobre todo Valencia, que está bajo el agua y sufre. He querido que esté aquí la patrona de Valencia, esta pequeña imagen que me regalaron los propios valencianos. Hoy, de manera especial, rezamos por Valencia y por otras zonas de España que están sufriendo a causa del agua", las palabras del Pontífice, que luego ha rendido homenaje al icono con una rosa blanca.
Después, continuando el ciclo de catequesis sobre el Espíritu Santo, el Pontífice se ha detenido hoy en la oración, ya que en ella, “además de en la Palabra de Dios y de los Sacramentos", se expresa “la acción santificadora" de la tercera persona de la Trinidad.
En la oración cristiana, subraya el Papa Francisco "el Espíritu Santo es, al mismo tiempo, sujeto y objeto de la oración cristiana. Es decir, Él es el que dona la oración y Él es el que se nos dona mediante la oración". Y añade: "Hay que rezar siempre con libertad. Cuando decimos ‘Hoy debo rezar esto, esto, esto, porque he prometido esto, esto, esto... ¡De lo contrario iré al infierno!’, esto no es rezar. La oración es libre. Se reza cuando el Espíritu ayuda a rezar. Se ora cuando se siente en el corazón la necesidad de orar; y cuando no se siente nada, hay que detenerse y preguntarse: ¿por qué no siento el deseo de orar? ¿Qué está pasando en mi vida? Esto es lo que significa rezar como hijos, no como esclavos".
En primer lugar, continúa el Obispo de Roma, "debemos rezar para recibir el Espíritu Santo". En el Nuevo Testamento, "vemos que el Espíritu Santo desciende siempre durante la oración". Esto, dice el Papa, saliéndose de nuevo del discurso preparado, "Es el único ‘poder’ que tenemos sobre el Espíritu de Dios. El ‘poder’ de la oración: Él no resiste a la oración. Rezamos y llega". La Iglesia “sigue fielmente este ejemplo: siempre tiene en los labios la invocación ‘¡Ven! ¡Ven!’ cuando se dirige al Espíritu Santo. Y lo hace sobre todo en la Misa".
Pero también hay otro aspecto, "que es el más importante y alentador para nosotros: el Espíritu Santo es el que nos dona la verdadera oración… Es cierto, no sabemos rezar, no sabemos. Tenemos que aprender cada día", añade de nuevo de forma improvisada. El Papa Francisco resume la razón de esta debilidad con un dicho latino compuesto por una sola palabra pero utilizada de tres formas distintas: como adjetivo, como sustantivo y como adverbio: "Nosotros, los seres humanos, decía aquel dicho, “mali, mala, male petimus”, que significa: siendo malos (mali), pedimos cosas equivocadas (mala) y de la manera equivocada (male)".
Y el Espíritu Santo, además de venir "en auxilio de nuestra debilidad", "hace algo aún más importante: nos confirma que somos hijos de Dios y pone en nuestros labios el grito: ‘¡Padre!'. La oración cristiana no es el ser humano que, a un lado del teléfono, habla con Dios que está al otro lado, no, ¡es Dios que reza en nosotros! Rezamos a Dios a través de Dios". En la oración, el Espíritu Santo "se revela como ‘Paráclito’, es decir, abogado y defensor… Nos convence del hecho de que somos pecadores, pero lo hace para hacernos experimentar la alegría de la misericordia del Padre, no para destruirnos con estériles sentimientos de culpa".
Dios, de hecho, continúa el Papa de nuevo dejando el texto de lado, "Dios es más grande que nuestro pecado. Todos somos pecadores... Pensemos: quizá algunos de ustedes -no lo sé- tienen mucho miedo por las cosas que han hecho, tienen miedo de ser reprendidos por Dios, tienen miedo de muchas cosas y no encuentran la paz. Pónganse en oración, invoquen al Espíritu Santo y Él les enseñará a pedir perdón. Dios no sabe mucha gramática y cuando pedimos perdón, no nos deja terminar la palabra perdón. Él nos perdona primero".
"El Espíritu Santo intercede por nosotros, y también nos enseña a interceder, a nuestra vez, por nuestros hermanos y hermanas; nos enseña la oración de intercesión. Esta oración es especialmente agradable a Dios, porque es la más gratuita y desinteresada. Cuando cada uno reza por todos los demás, sucede – lo decía san Ambrosio – que todos los demás rezan por cada uno y la oración se multiplica. Pero recen con el corazón y no con los labios, no sean como los loros", ha concluido el Pontífice.
Y antes de la bendición final, el llamamiento por la paz: “Recemos por la paz. No olvidemos la atormentada Ucrania, que tanto está sufriendo, no olvidemos Gaza, Israel. El otro día ametrallaron a 153 civiles mientras caminaban por la calle. Es muy triste. No olvidemos Myanmar”.
(F.B.) (Agencia Fides 6/11/2024)