Tashkent (Agencia Fides) – “Llevamos en el corazón un recuerdo agradecido por el interés y el cuidado de un Buen Pastor hacia su pequeño rebaño lejano”. Esta es la imagen de Benedicto XVI que ha comentado con la Agencia Fides el Administrador Apostólico de Uzbekistán, padre Jerzy Maculewicz, OFM Conventual, quien, en abril de 2005, recibió del entonces recién elegido Pontífice el mandato espiritual para la misión de la Iglesia en el país centroasiático. Fue, de hecho, el 1 de abril de 2005 cuando Juan Pablo II promulgó la Constitución Apostólica "Usbekistaniae", la última firmada por él: con ese documento -emitido justo el día antes de su muerte- el Papa Wojtyla elevó la "missio sui iuris" uzbeka, erigida ocho años antes, a Administración Apostólica.
“Fui uno de los últimos obispos nombrados por Juan Pablo II y, por tanto, uno de los primeros enviados por el Papa Ratzinger. Recuerdo bien que, a pesar de sus numerosos compromisos debidos a su reciente elección a la catedra de Pedro, Benedicto XVI quiso y consiguió encontrar tiempo para reunirse conmigo, bendecir mi inminente partida a Tashkent y regalarme una cruz pectoral. Fue un encuentro que duró pocos minutos, pero del que brilló una gran humanidad y una sincera participación espiritual en la misión de Uzbekistá”, dice el padre Maculewicz a la Agencia Fides.
La viva atención y solicitud pastoral del Papa Benedicto XVI hacia la comunidad de fieles uzbekos, prosigue el Administrador Apostólico de Tashkent, “se ha manifestado con continuidad a lo largo de los años, y se puso claramente de manifiesto años más tarde, en 2008, durante la visita ad limina apostolorum de los Ordinarios de Asia Central. En aquella ocasión, Benedicto XVI quedó muy impresionado por las cartas de los fieles y los dibujos de los niños uzbekos que le entregué personalmente. Aquellas pobres misivas y aquellos pensamientos de fe y de sencillo afecto, que le llegaban de un país muy lejano, pero que expresaban una fe tan fuerte y profunda, conmovieron al pontífice”. “Fue muy fraternal con nosotros - prosigue el clérigo - y nos recordó que en Asia Central, gracias a sacerdotes, religiosos y laicos entregados, la llama de la fe permaneció encendida en los corazones de los creyentes incluso durante la época de la persecución comunista. Por eso nos invitó a no desanimarnos, a pesar de ser un 'pequeño rebaño', y a permanecer siempre confiados en la Providencia divina que nunca nos abandona, especialmente en la hora de la prueba”. El Papa recordó que “la Iglesia no impone, sino que propone libremente la fe católica, sabiendo muy bien que la conversión es el fruto misterioso de la acción del Espíritu Santo. La fe es un don y una obra de Dios”.
Con la bendición de Benedicto XVI, la Iglesia uzbeka ha seguido floreciendo: actualmente cuenta con unos 3.000 bautizados y cinco parroquias en todo el país. Además de unos 700 fieles en Tashkent, hay otros en Samarcanda, Bujará, Urgench y Fergana. También, están en marcha los trámites para la construcción de una nueva iglesia en la ciudad de Angren. La población uzbeka, de 30 millones de habitantes, es musulmana en un 90%. Alrededor del 3,5% son cristianos ortodoxos rusos, mientras que otro 3% está formado por pequeñas comunidades cristianas de otras confesiones, incluidos los católicos.
(LF-PA) (Agencia Fides 4/1/2023)