diocese of Myitkyina
Myitkyina (Agencia Fides) - Ante acontecimientos terribles como la guerra civil, que desde hace cuatro años ensangrienta el país, y como el terremoto que ha devastado el centro de Myanmar, los tres obispos de las diócesis birmanas de Myitkyina, Banmaw y Lashio (en el centro-norte de Myanmar) consuelan a los fieles y escriben en un mensaje conjunto: «El Señor Jesús nos dijo: No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí (Jn 14,1). Y aún más: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mt 16,24)».
El mensaje, enviado a la Agencia Fides, está firmado por los tres obispos: Monseñor John Mung-ngawn La Sam, M.F., de la diócesis de Myitkyina; Mons. Raymond Sumlut Gam, de la diócesis de Banmaw; Mons. Lucas Dau Ze Jeimphaung, sdb, de la diócesis de Lashio. Los tres se han visto a menudo obligados a abandonar sus sedes y buscar refugio en otros lugares, debido a la inseguridad y a los combates en sus territorios.
En los últimos cuatro años -señalan con amargura- «los combates han causado la destrucción de vidas humanas, familias, granjas y tierras, y el desplazamiento de miles de personas a campos de refugiados». La gente «está preocupada por su seguridad y por la educación de sus hijos». A las heridas de la guerra se suman las del fuerte terremoto que «volvió a azotar el centro de Myanmar, provocando el derrumbe de casas y causando heridas y la muerte a muchas personas».
En una grave situación de precariedad y sufrimiento, los obispos desean consolar a los fieles y escriben: «Por muy difícil que sea nuestra situación, si rezamos a Dios cada día con fe y amor, seremos capaces de soportar todas las dificultades y convertirnos en portadores de la cruz con Jesucristo y recibir su gracia de consuelo y aliento».
El texto recuerda el sufrimiento y la tribulación de muchos santos que, en su experiencia, aceptaron el sufrimiento por amor a Cristo y vivieron el espíritu descrito por san Pablo en la carta a los Corintios, que los obispos citan, refiriéndola hoy al pueblo birmano: «Estamos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados» (2 Cor 4,8-9).
Los obispos recuerdan a los fieles que también otros pueblos del mundo viven la misma condición de dolor y extrema dificultad, sintiéndose unidos en la prueba: «Muchos países del mundo sufren a causa de desastres naturales, terrorismo, guerras, muerte, enfermedades y dolencias», y todos están llamados a vivir esta condición con fe, sin perder la esperanza y la caridad.
Los tres escriben: «Por lo tanto, queridos fieles, sin desanimarnos, recemos por una paz duradera e invoquemos la paz de Dios con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestras fuerzas. Oremos, animémonos, consolémonos y ayudémonos mutuamente en este Año Jubilar que, a pesar de todo, está lleno de esperanza». Además, los obispos concluyen invocando la bendición de Dios sobre los fieles afligidos por la guerra y el sufrimiento: «Que Dios os bendiga con salud física, mental y espiritual, y os conceda su gracia y la fuerza del Espíritu Santo».
(PA) (Agencia Fides 11/7/2025)