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Manila (Agencia Fides) - Hasta 35 días de escuela se han perdido en algunas zonas de Filipinas debido al impacto de las tormentas y otros desastres naturales en los últimos meses, según ha declarado el Ministerio de Educación filipino, que ha anunciado medidas correctivas para ayudar a los estudiantes a hacer frente a la interrupción de las clases. Las zonas afectadas son la Región Administrativa de la Cordillera (RAC), el Valle de Cagayán, la región de Ilocos, Calabarzon y Luzón Central, todas ellas marcadas por la interrupción de las clases escolares. Las escuelas seriamente dañadas han provocado el desplazamiento de unos 380.000 estudiantes durante las catástrofes naturales de 2024. Además, 4.771 escuelas con 3,8 millones de alumnos están catalogadas como de “alto riesgo” de pérdida de aprendizaje debido a las frecuentes catástrofes naturales.
Esta adversidad ha agravado la situación del sistema educativo nacional, que ya era crítica: Filipinas tiene una población de algo más de 115 millones de habitantes, 5 millones de los cuales viven en la extrema pobreza. La relación entre pobreza y falta de educación se manifiesta en un círculo vicioso: la pobreza también es consecuencia de un acceso deficiente a la educación, y la falta de educación alimenta la pobreza. La educación en Filipinas ha ido decayendo en los últimos años: en 2022, Filipinas ocupaba el puesto 77 de 81 países en cuanto a la solidez de su sistema educativo. Nueve de cada 10 estudiantes eran incapaces de comprender material básico de lectura a la edad de 10 años y el país ocupaba el último lugar en lectura y matemáticas y el antepenúltimo en ciencias en el Program for International Students Assessment (PISA) en 2022.
Según el centro de estudios Philippine Business for Education, “la mala clasificación del país en PISA 2022 es un claro indicio de que nuestro sistema educativo se encuentra en su peor momento y aún queda mucho trabajo por hacer. Es necesaria una atención inmediata, un esfuerzo colectivo y un compromiso para proporcionar a niños y jóvenes una mejor experiencia de aprendizaje”.
Dada la evidente necesidad de mejorar la educación en Filipinas, se hace hincapié en la participación del sector privado para crear oportunidades de aprendizaje y empleo para los jóvenes. En este marco, la Iglesia católica participa activamente en la lucha contra el problema del analfabetismo y los retos que asolan el sistema de educación básica, describiéndolos. Son “gritos desesperados” que no pueden ser ignorados, ha dicho monseñor Romulo Valles, arzobispo de Davao, dirigiéndose a los educadores y profesores cristianos, llamándoles a ser “agentes de esperanza”, durante la homilía de la misa de apertura de la Asamblea Nacional 2024 de la Asociación de Educación Católica de Filipinas (CEAP) en la ciudad de Davao.
En cuanto a la educación básica en Filipinas, las estadísticas son alarmantes: según los datos del Banco Mundial de 2022 sobre pobreza intelectual, al menos el 90% de los niños filipinos de 10 años tienen dificultades para leer o comprender textos sencillos, mientras que la tasa de abandono escolar sigue siendo alta. Abordar estos problemas requiere “la máxima cooperación, paciencia y perseverancia por parte de las instituciones católicas”, ha declarado el arzobispo Valles.
La “Asociación de Educación Católica de Filipinas” seguirá promoviendo “la gran importancia y el gran valor de la educación católica”, ha afirmado el presidente de la CEAP, el padre Albert N. Delvo, mediante la mejora de los sistemas de apoyo a las familias, la oferta de ayudas económicas y becas, y la innovación de los planes de estudio. La CEAP, que se ha comprometido a que la educación sea un servicio a toda la nación, pide al gobierno que ayude a las escuelas públicas a aliviar la carga financiera de las familias y a reforzar la complementariedad entre la escuela pública y la pública.
(PA) (Agencia Fides 14/11/2024)