Ciudad del Vaticano - «El Señor pasa, el Señor pasa todos los días, el Señor pasa siempre y se detiene para hacerse cargo de nuestra ceguera», esta es la imagen más apropiada de la Iglesia sinodal, la de la comunidad de discípulos que, habiendo recibido el don de su curación, comienzan a seguir a Jesús «por el camino», y no «en el laberinto de nuestras ideas», recogiendo a lo largo del camino «el grito de todas las mujeres y de todos los hombres de la tierra».
Con una solemne liturgia eucarística concelebrada en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco ha clausurado la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, dedicada al tema «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión».
En su homilía, el Papa Francisco se ha servido del relato del encuentro entre Jesús y el ciego Bartimeo -narrado en el Evangelio del día- para sugerir cuál es la fuente y la naturaleza propia de la sinodalidad eclesial, el dinamismo propio de «una Iglesia misionera, que camina con el Señor por las vías del mundo».
Bartimeo -cuenta el Evangelio de Marcos- estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Y habiendo percibido que Jesús pasaba por allí, comenzó a gritar para llamar su atención y pedir que le curase de su ceguera. «Sería hermoso» ha comentado el Papa Francisco «si el Sínodo nos impulsara a ser Iglesia como Bartimeo; es decir, la comunidad de los discípulos que, oyendo al Señor que pasa, percibe la conmoción de la salvación, se deja despertar por la fuerza del Evangelio y comienza a clamar a Él».
En este «grito» dirigido a su Señor -ha proseguido el Pontífice, dirigiéndose a los 368 participantes en el Sínodo presentes en la Basílica-, la comunidad eclesial está llamada a hacer suyo «el grito de todas las mujeres y de todos los hombres de la tierra: el grito de aquellos que desean descubrir la alegría del Evangelio y de aquellos que, en cambio, se han alejado; el grito silencioso de quienes son indiferentes; el grito de los que sufren, de los pobres y de los marginados, de los niños que son esclavos del trabajo, esclavizados en tantas partes del mundo a causa del trabajo».
Además el Obispo de Roma ha añadido «No necesitamos una Iglesia paralizada e indiferente, sino una Iglesia que recoge el grito del mundo y -quiero decirlo, quizá alguno se escandalice- una Iglesia que se ensucia las manos para servir al Señor».
Bartimeo, después de levantarse y recuperar milagrosamente el don de la vista -ha continuado el Pontífice, entrelazando el comentario evangélico con las reflexiones relacionadas con el tema de la Asamblea sinodal-, comienza a seguir a Jesús por el camino. «Así, también nosotros, hermanos y hermanas: cuando estemos sentados y acomodados, cuando como Iglesia no encontremos las fuerzas, la parresia, el valor y la audacia necesarias para levantarnos y retomar el camino, por favor, recordémonos de regresar siempre al Señor, regresar al Evangelio. Regresar al Señor, regresar al Evangelio. Siempre y de nuevo, mientras Él pasa, debemos ponernos a la escucha de su llamada, que nos vuelve a poner de pie y nos hace salir de nuestra ceguera. Y, a continuación, volver nuevamente a seguirlo, a caminar con Él a lo largo del camino».
La de Bartimeo siguiendo a Jesús por el camino - ha afirmado el Sucesor de Pedro - es una imagen auténtica «de la Iglesia sinodal: el Señor nos llama, nos levanta cuando estamos sentados por tierra o caídos, nos hace recobrar una vista nueva, para que, a la luz del Evangelio, podamos ver las inquietudes y los sufrimientos del mundo; y de este modo, puestos en pie por el Señor, experimentemos la alegría de seguirlo por el camino».
Al Señor -ha insistido el Pontífice - «se le sigue por el camino, no se le sigue desde la cerrazón de nuestras comodidades, no se le sigue desde el laberinto de nuestras ideas, se le sigue por el camino». Recorrer la historia como Iglesia sinodal no significa «caminar por nuestra propia cuenta o según los criterios del mundo, sino caminar por el camino, juntos, detrás de Él y caminar con Él». Sólo el seguimiento de Cristo puede hacer que la comunidad eclesial «una Iglesia misionera, que camina con el Señor por las vías del mundo».
Al final de la celebración, el Pontífice se ha detenido en silencio ante la Cátedra de San Pedro, ese trono de madera que simboliza el primado petrino.
Con motivo de la restauración del monumento homónimo que decora el ábside de la basílica vaticana, el histórico artefacto ha sido extraído del relicario de bronce diseñado por Bernini y, a instancias del Papa, estará expuesto a los visitantes de la basílica hasta el domingo 8 de diciembre.
En su discurso de clausura del Sínodo el sábado 26 de octubre, el Papa Francisco ha explicado que esta vez no se publicará una exhortación apostólica postsinodal, algo que tradicionalmente sigue a la conclusión de los trabajos sinodales. «El documento final es suficiente. Todo está ahí» ha declarado el Pontífice.
(FB-SM) (Agencia Fides 27/10/2024)