Ningjinxian (Agencia Fides) - De un orfanato de religiosas católicas en la provincia china de Hebei a los Juegos Paralímpicos de París. Esta es la sorprendente historia de Dongdong Paolo Camanni, un joven atleta paralímpico de judo que representa a Italia en los Juegos de París 2024.
La hermana Wang Qingfen es religiosa de la Congregación de Santa Teresita del Niño Jesús, en la diócesis de Zhaoxian (Ningjin), provincia de Hebei, China continental. Hace veinte años, ella y las hermanas de la Casa de la Aurora acogieron en sus brazos a un niño de dos años que padecía retinoblastoma bilateral (una grave enfermedad ocular que se produce en los primeros años de vida) y estaba abandonado en la calle. A distancia de veinte años, también las hermanas de la Casa de la Aurora han expresado sus mejores deseos en las redes sociales a «su» Dongdong, que parte de Italia para participar en los Juegos Paraolímpicos en París.
Dongdong, es el nombre que las religiosas dieron hace 20 años al niño que habían rescatado. Gracias a ellas y a los conocimientos de un periodista italiano, Dongdong conoció más tarde a su familia adoptiva en Italia. En este país empezó un camino que lo llevó a convertirse en un joven campeón paralímpico de judo, ganador de medallas de oro en los EPYG (European Para Youth Games) y de una medalla de bronce mundial en 2022 en Bakú.
Dongdong es uno de los más de seiscientos niños discapacitados abandonados que han encontrado afecto, un hogar y una buena vida gracias a la caridad vigilante de las hermanas de la Congregación de Santa Teresita del Niño Jesús y a su labor de atención a los débiles y enfermos.
El hogar infantil La Casa de la Aurora, dirigido por religiosas, fue fundado por Ramón Wang Chonglin, obispo de la diócesis de Zhaoxian (Ningjin), a finales de la década de 1980. En aquella época, los niños discapacitados solían encontrarse abandonados en estaciones de ferrocarril o cerca de hospitales. El obispo Wang compró una casa, llamó a las hermanas de Santa Teresa y les preguntó si querían ser las madres de esos niños, ayudándoles a salir de su lamentable condición. Entre los 600 niños y niñas que han acogido, el 40% padecía poliomielitis. Con un trabajo tenaz, las hermanas les han ayudado a vivir, a conocer a Jesús, a estudiar, a trabajar, a formar una familia.
Hoy, la Casa Aurora está dividida en tres partes: el Centro de Cuidados (en el pueblo de Biancun), la Estación de Rehabilitación (en el condado de Gaoyi) y el Centro de Rehabilitación Funcional (en el condado de Ningjin). Durante 38 años, las hermanas han dedicado su mejor juventud a curar las heridas, tanto físicas como interiores, de niños y jóvenes discapacitados. Para recaudar los fondos necesarios para proseguir su labor, las hermanas se inventan con gran creatividad iniciativas originales (como un maratón organizado para recaudar donativos).
A los periodistas que una vez le hicieron preguntas sobre su vida y la vida de la Casa de la Aurora, la Hermana Wang Qingfen respondió: “Nos sentimos honradas porque el Señor nos ha hecho este regalo, a nuestra Congregación y a cada una de nosotras... Este lugar ha visto suceder tantos milagros por amor del Señor, que han beneficiado a toda la sociedad y a tantas personas de buena voluntad”.
(NZ) (Agencia Fides 3/9/2024)