Johannesburg (Agencia Fides) - La "bomba de relojería" del elevado desempleo ocupa el centro de las preocupaciones de los sudafricanos que se preparan para acudir a las urnas el 29 de mayo para las elecciones generales.
La definición de "bomba de relojería" la dio la ONU en 2022. Con 25 millones de personas dependientes de las prestaciones sociales, Sudáfrica se enfrenta a enormes desigualdades que generan una enorme tensión y frustración entre la mayoría de la población. Son sobre todo los habitantes de las zonas rurales y de los townships de las grandes ciudades sudafricanas quienes sufren la falta de empleo y de perspectivas de vida. Con uno de cada tres sudafricanos sin trabajo en una de las sociedades más desiguales del mundo, los extranjeros en general se han convertido en un blanco fácil. Esto ha dado lugar a un movimiento xenófobo contra los inmigrantes de otros países africanos apodado Operación Dudula ("expulsar" en zulú) que comenzó en el municipio de Soweto en 2021 y ahora se ha extendido por todo el país.
De ser un movimiento más o menos espontáneo, la Operación Dudula se ha convertido en dos años en un partido político (que, sin embargo, no podrá participar en las elecciones porque fue excluido por la comisión electoral por no haber respetado el plazo de presentación de la lista de candidatos), dirigido por Zandile Dabula, una mujer de clase media, que ha hecho suyas las acusaciones de los habitantes del gueto contra los extranjeros que "roban empleos, comercian con alimentos adulterados y trafican con drogas".
Tópicos desmentidos por las estadísticas (por ejemplo, según el ministro de Justicia, los inmigrantes constituían el 8,5% de todos los condenados en 2019 y el 7,1% en 2020), pero que convienen al partido en el poder desde 1994, el ANC (Congreso Nacional Africano), que de ser un faro de la lucha contra el apartheid se ha convertido, según sus críticos, en un aparato corrupto y paternalista cuyas políticas han empeorado las condiciones de los sudafricanos "negros".
Otros problemas a los que se enfrentan, como el resto de la población, son los frecuentes cortes de electricidad y los altos niveles de delincuencia violenta, de la que recientemente han sido víctimas dos sacerdotes católicos de origen extranjero. El primero, el padre William Banda, de la Sociedad de San Patricio para las Misiones Extranjeras (Padres Kiltegan), de nacionalidad zambiana, asesinado a tiros cuando se disponía a celebrar la misa en la catedral de Tzaneen (véase Fides 14/3/2024). El segundo, el padre Paul Tatu Mothobi, sacerdote de la Congregación de los Sagrados Estigmas de Nuestro Señor Jesucristo, originario de Lesoto, asesinado en Sudáfrica el 27 de abril (véase Fides 30/4/2024). Con motivo de este segundo crimen, los obispos locales emitieron un comunicado en el que afirmaban que los asesinatos de los dos sacerdotes se producían "en un contexto de creciente preocupación por el aumento del desprecio por el valor de la vida, en el que se asesina arbitrariamente a personas".
La tasa de asesinatos en Sudáfrica en el periodo 2022-2023 fue de 45 asesinatos por cada 100.000, mientras que en EE.UU. fue de 6,3 por cada 100.000 y de sólo uno en la mayoría de los países europeos. Esto, entre otras cosas, ha creado uno de los pocos sectores donde crece la contratación, el de la seguridad privada. Hay 2,7 millones de agentes de seguridad privada frente a sólo 150.000 policías en una población de 62 millones de habitantes. Evidentemente, sólo las personas con dinero pueden recurrir a estas formas de protección privada.
La votación del 29 de mayo representa, por tanto, un desafío para el CNA, que podría ver cómo una parte importante de sus votantes le da la espalda tras 30 años de poder interrumpido y marcado por una corrupción masiva.
(L.M.) (Agencia Fides 25/5/2024)