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Terreiro (Agencia Fides) – “A pesar de la copiosa lluvia, los fieles no faltan a misa. Y con el camino de la oración y de la meditación de la Palabra, se estimula también la creación de una 'pequeña iglesia doméstica'”. Son las palabras del Padre Martino Bonazzetti, misionero en Angola, que nos habla del inicio de la Cuaresma en la comunidad de Desvio da Barra do Dande, Bengo.
“Ha empezado un período lluvioso - prosigue el sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas -. La noche anterior al Miércoles de Ceniza llovió, y mucho, por lo que no fue fácil llegar a Terreiro, municipio situado en la provincia de Cuanza Norte, para celebrar el día de apertura de la Cuaresma. No faltó el barro y la tracción a las cuatro ruedas resultó muy útil. Al llegar a la iglesia con cierta perplejidad, me encontré con la puerta cerrada. Llamé al catequista y me informó de que, con la lluvia, la gente no podía venir. De hecho, las casas de aquí están dispersas. Una pareja de ancianos, mostrándome el río a lo lejos, me dijo que se tarda casi una hora en llegar a la iglesia”.
“Era el comienzo de la Cuaresma -explica el misionero-. De camino a casa, en la carretera me encontré con un grupo de cristianos que acababan de ver pasar el coche y, seguros de que el padre había llegado, caminaban por el barro para llegar a la iglesia. Luchamos contra el barro para volver, pero con alegría en el corazón por esta hermosa sorpresa. Viendo a la gente llegar a la iglesia, me acordé de una frase de don Tonino Bello que decía que la Cuaresma empieza por la cabeza (la ceniza) y termina por los pies (el lavatorio). Aquí tomamos un camino diferente: cuando la gente llegaba se lavaba los pies para quitarse el barro, con agua que habían traído en una botella o que buscaban entre los vecinos. Así, en el Terreiro, la Cuaresma ha iniciado con el lavatorio de los pies”.
“En este tiempo de Cuaresma, hemos pensado junto con la Comisión de Pastoral Familiar en ayudar a la gente a rezar en familia", concluye el padre Martino. Dadas las distancias y las posibilidades tan reducidas de reunirse en las iglesias (por la distancia y la seguridad), hemos propuesto dos caminos: uno de oración, con una estatua de la Sagrada Familia colocada en las casas, y otro de meditación de la Palabra. Se trata de que las familias sean cada vez más practicantes de lo que llamamos la 'pequeña iglesia doméstica'”.
(AP) (9/3/2024 Agencia Fides)