SMA
Luanda (Agencia Fides) - «Sin catequistas, aquí no se puede hacer nada», dice el padre Renzo Adorni misionero en Luanda en la parroquia de Bom Pastor. «En nuestra parroquia teníamos muchos, unos 400; y también los enviábamos a las nuevas parroquias que fundábamos y encomendábamos al clero local - continúa el sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas-. En los últimos años, se han ordenado diez nuevos sacerdotes: jóvenes nacidos y criados en nuestro barrio. Los hemos dirigido al seminario diocesano, sin enviarlos a la SMA, porque nuestro trabajo es crear una Iglesia sólida, con un clero local. Aunque este año también hemos puesto en marcha un grupo vocacional misionero, para los que quieran ser como nosotros, dispuestos a ir a otros países a anunciar a Jesús».
«Nuestras escuelas -cuenta el misionero- han formado a ingenieros, enfermeros, médicos, técnicos que trabajan en las plataformas petrolíferas, personas empleadas en la administración, en el gobierno... No se han alejado de la Iglesia y ahora nos ayudan de muchas maneras, como enfermeros que dedican dos o tres horas a la semana a catequizar a niños o adultos cuando podrían estar ocupándose de sus asuntos personales».
«Yo ya soy viejo: mucha gente no sabe mi nombre porque no me llaman “Padre Renzo”, sino que dicen “Avò”, que significa abuelo en portugués. Con mis 85 años ya no puedo caminar por los barrios como antes, con estas piernas me canso fácilmente. ¡Ahora es 'la montaña que va a Mahoma'!»- dice alegremente el P. Renzo. «Cada día viene a verme mucha gente. Nunca había conocido a tanta gente como ahora. Vienen a hablar de sus problemas, a pedir ayuda, a hablar de sus familias, de sus hijos, de su miedo a los fetiches y la brujería... O incluso a pagar el diezmo. Cada cristiano paga 240 kwanza al mes (unos 20 céntimos) para sostener a la Iglesia. Pero nunca me encuentro con una persona sin haber rezado juntos. Esto impresiona a la gente, que luego dice: 'Ve allí, a ese padre; él te ayudará a rezar'. Es algo estupendo. Y para mí un nuevo descubrimiento. Antes, recibía a la gente, hablaba, hacía mucho trabajo... Ahora, en cambio, rezo, y la gente se va satisfecha».
«Si tuviera veinte años menos, pediría ir a otras diócesis del interior. Hay dos muy grandes que piden ayuda: Luena, un tercio de Italia, que sólo tiene diez sacerdotes, y Cubango, aún más grande, con pocas vocaciones y enormes dificultades. Pido al Señor que suscite en los jóvenes este mismo deseo misionero mío: ¡porque vale la pena! Esta es mi misión hoy: encontrar a las personas como Jesús las encontró, incluso en las situaciones más absurdas».
Tras Costa de Marfil y Nigeria, el P. Renzo ha estado en Angola con el P. Luigino Frattin de Treviso y el P. Denu Paschal Wisdom de Nigeria. La suya es una parroquia enorme, en la periferia norte de la capital: una zona pobre, con muchas dificultades, pero también con grandes oportunidades de felicidad.
(AP) (Agencia Fides 29/7/2024)