VATICANO - El Papa Francisco en la fiesta de San Pedro y San Pablo: la Iglesia necesita anunciar el Evangelio «como el oxígeno para respirar»

jueves, 29 junio 2023

Vatican Media

Roma (Agencia Fides) - También hoy la Iglesia necesita «poner el anuncio en el centro». Y ser siempre una Iglesia «que no puede vivir sin transmitir el abrazo del amor de Dios», y necesita anunciar la alegría del Evangelio «como el oxígeno para respirar». Lo ha dicho hoy el Papa Francisco, recordando con palabras evocadoras que la misión apostólica de anunciar la salvación de Cristo es la única razón de ser de la Iglesia en su camino por la historia. Lo ha hecho inspirándose en las figuras de los Apóstoles Pedro y Pablo, en el día en que la Iglesia celebra la memoria litúrgica de los Santos Patronos de Roma.
En la homilía de la misa, celebrada en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco se ha inspirado en las lecturas de la liturgia del día para subrayar que Pedro y Pablo responden con acentos diferentes a la llamada de Cristo y al encuentro con Él. La respuesta de Pedro - ha subrayado el Papa Francisco - «se podría resumir en una palabra: seguimiento. Pedro vivió en el seguimiento del Señor». En Cesarea de Filipo, precisamente Pedro responde a la pregunta planteada por Cristo a sus discípulos (¿Quién decís que soy?) con una hermosa profesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Pero esa respuesta - ha señalado el Obispo de Roma - « es fruto de un camino. Sólo después de haber vivido la fascinante aventura de seguir al Señor, después de haber caminado con Él y en pos de Él durante tanto tiempo, Pedro llega a esa madurez espiritual que lo lleva, por gracia, por pura gracia, a una profesión de fe tan lúcida». Esta experiencia de Pedro se ofrece también hoy como paradigma con el que pueden confrontarse todos los bautizados: También hoy, a la pregunta “¿quién es Jesús para mí?” - ha subrayado el Papa Francisco - «no basta responder con una fórmula doctrinal impecable, ni siquiera con una idea que nos hayamos construido de una vez por todas. No. Es siguiendo al Señor como aprendemos a conocerlo cada día; es haciéndonos sus discípulos y acogiendo su Palabra la manera en que nos convertimos en sus amigos y experimentamos su amor transformador». También hoy, sólo una experiencia de discipulado semejante a la de Pedro puede liberarnos de excusas y objeciones, incluidas aquellas «que se disfrazan de espiritualidad, como cuando decimos "no soy digno", "no soy capaz", "¿qué puedo hacer yo?"». Las excusas, objeciones y autojustificaciones de este tipo - ha observado el Sucesor de Pedro - representan un «truco del demonio, que nos roba la confianza en la gracia de Dios, haciéndonos creer que todo depende de nuestras capacidades».
Si la respuesta de Pedro consistió en el seguimiento, la de Pablo fue el anuncio, el anuncio del Evangelio. También para Pablo, como para Pedro - ha subrayado el Pontífice «todo comenzó por gracia, con la iniciativa del Señor. En el camino de Damasco, mientras llevaba a cabo con determinación feroz la persecución de los cristianos, atrincherado en sus convicciones religiosas, Jesús resucitado le salió al encuentro y lo dejó ciego con su luz, o, mejor dicho, gracias a esa luz Saulo se dio cuenta de lo ciego que estaba: encerrado en el orgullo de su rígida observancia, descubrió en Jesús el cumplimiento del misterio de la salvación». A partir de ese momento, y sólo después de ese encuentro, «Pablo dedica su vida a recorrer tierra y mar, ciudades y aldeas, sin importarle sufrir penurias y persecuciones con tal de anunciar a Jesucristo». Y la historia apostólica de Pablo «nos dice que a la pregunta "¿quién es Jesús para mí?" no se responde con una religiosidad intimista, que nos deja indiferentes ante la inquietud de llevar el Evangelio a los demás. El Apóstol nos enseña que crecemos en la fe y en el conocimiento del misterio de Cristo cuanto más somos sus heraldos y testigos. Esto sucede siempre: cuando evangelizamos, somos evangelizados. Es una experiencia diaria, cuando evangelizamos, permanecemos evangelizados. La Palabra que llevamos a los demás vuelve a nosotros, porque en la medida en que damos, recibimos mucho más».
Con sus acentos personales muy diferentes, Pedro y Pablo -ha señalado el Papa en la parte final de su homilía - respondieron «a la pregunta fundamental de la vida “¿quién es Jesús para mí?”, viviendo el seguimiento y anunciando el Evangelio». Siguiendo sus pasos, aún en la actualidad «es hermoso si crecemos como Iglesia del seguimiento, como Iglesia humilde que nunca da por sentado la búsqueda del Señor. Es hermoso si nos convertimos en una Iglesia en salida, que no encuentra su alegría en las cosas del mundo, sino en anunciar el Evangelio al mundo, para sembrar la pregunta sobre Dios en el corazón de las personas. Llevar al Señor Jesús a todas partes, con humildad y alegría: en nuestra ciudad de Roma, en nuestras familias, en las relaciones y en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo entero, especialmente allí donde anidan la pobreza, la degradación y la marginación».
Al final de su homilía, el Papa Francisco se ha dirigido saludando afectuosamente «a la Delegación del Patriarcado ecuménico, enviada hasta aquí de parte de mi querido Hermano Su Santidad Bartolomé», y dirigida por el Metropolitano Job de Pisidia (en la foto en el momento del saludo con el Papa Francisco). « Gracias - ha añadido el Pontífice - por su presencia, gracias: avancemos juntos, avancemos juntos, en el seguimiento y el anuncio de la Palabra, creciendo en fraternidad. Que Pedro y Pablo nos acompañen e intercedan por todos nosotros».
(GV) (Agencia Fides 29/6/2023)


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