San José (Agencia Fides) – “En nuestro contexto actual donde experimentamos la fragilidad, la soledad, la desigualdad que origina inequidad, violencia, descarte, la incertidumbre ante un futuro sombrío, la vida consagrada se siente llamada a responder haciéndose compañera de camino de la Iglesia, respondiendo al llamado del Papa Francisco de favorecer la sinodalidad, siendo compañera de camino de nuestra sociedad desde el testimonio de solidaridad y esperanza”. En el Día de la Vida Consagrada que se celebra cada año el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor Jesús en el Templo, Monseñor Bartolomé Buigues Oller T.C., Obispo de Alajuela, como responsable de la Comisión Nacional para la Vida Consagrada de Costa Rica, ha dirigido un mensaje a los consagrados y consagradas del país, y a todo el pueblo de Dios.
“Vivimos con la Iglesia la alegría de haber recibido la vocación de especial consagración que profundiza nuestro bautismo, de sentirnos depositarios de diversos carismas del Espíritu para favorecer el seguimiento de Cristo, y de poder compartir su misión con nuestros diversos apostolados” subraya el Obispo, recordando que todo ello contribuye a la edificación de la misma Iglesia al servicio del Reino de Dios. El lema que ilumina la Jornada de este año, “La vida consagrada camina en solidaridad y esperanza”, evoca muchos episodios de la acción del Señor en una larga historia de salvación. “Hoy más que nunca necesitamos ser solidarios, expresarnos el cuidado de unos para otros, hacernos cercanos para vencer la soledad” exhorta Monseñor Buigues Oller, citando al Papa Francisco.
“El testimonio de nuestra vida consagrada es expresión y fomenta la solidaridad y la esperanza que necesita hoy nuestro mundo” subraya de nuevo el Obispo, que recuerda cómo los tiempos que vivimos nos invitan a cultivar “una espiritualidad de la sencillez, del empequeñecimiento, de la conciencia evangélica de ser pequeña levadura en medio de la masa del mundo". El nuevo tipo de presencia que el mundo necesita hoy “resalta más el testimonio de vida, el caminar con la Iglesia como consagrados en medio de un pueblo de consagrados, en misión compartida con los laicos en nuestras obras de apostolado, puesto que todos participamos de la común misión de la Iglesia”. Citando a San Juan Pablo II, el Obispo concluye: “Lo que se debe evitar absolutamente es la perdida de la adhesión espiritual al Señor y a la propia vocación y misión”.
Las preocupaciones principales de la Iglesia católica local han sido expresadas reiteradamente por la Conferencia Episcopal: la pobreza y el desempleo (más de un millón de costarricenses en situación de pobreza y más de 400.000 desempleados); la falta de vivienda e infraestructuras; la agresividad política que atenta contra la vida y la familia, en contraste con la cultura de la vida que siempre ha caracterizado a la nación; un sistema sanitario deficiente; la escasa atención a los ancianos; la promoción de la ideología de género y el avance de toda una “colonización ideológica”.
Según el último Anuario Estadístico de la Iglesia, en Costa Rica hay 627 sacerdotes diocesanos y 183 sacerdotes religiosos, 110 religiosos no sacerdotes, 862 religiosas, 27 miembros de institutos seculares (1 hombre y 26 mujeres).
(SL) (Agencia Fides 2/2/2023)