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Dosso (Agencia Fides) – “Un soplo de aire fresco en este tiempo en el que el calor nos quema y la monotonía del desierto distorsiona nuestro horizonte”, así ha definido el padre Rafael Casamayor un grupo de seminaristas de todo Níger que visitaron la misión de Dosso donde trabaja el misionero de la Sociedad para las Misiones Africanas.
“Provienen de orígenes muy diferentes, algunos hijos de emigrantes de Togo o Benín, otros de familias musulmanas que descubrieron el camino de Jesús a través de sus compañeros de barrio, y todos de familias muy humildes que acogieron y apoyaron su vocación. Con su testimonio sencillo y fraternal han llevado la alegría a nuestra comunidad”, añade el padre Rafael.
“Hemos visitado el edificio Djerma Koy, el mercado, el centro de artesanía, la escuela católica con la casa de las religiosas. Luego, por la noche, hemos tenido un encuentro con los jóvenes de la comunidad de Dosso con una vigilia de oración durante la cual estos jóvenes nos han contado su vocación, las razones, las imágenes o los sueños que les llevaron al seminario”.
Muchos de ellos han compartido testimonios muy sencillos y genuinos. “Sor Anunciata nos ha contado su vocación en Burundi, la vida de las monjas que conoció cuando era muy joven y la atracción que ejercieron sobre ella", escribe la misionera de las SMA. "Mis compañeras me llamaban 'la monja', y no me gustaba nada, pero al final me fui con ellas", ha dicho la religiosa.
“A mí me llamó la atención la serenidad con la que nos hablaba el párroco de nuestra parroquia - ha explicado un seminarista resumiendo su vocación - no se cansaba nunca y acogía con mucho cariño a los chicos que iban a buscarle".
“Cuando era adolescente era musulmán – ha añadido otro - y con un amigo solía ir a la iglesia de vez en cuando. Me encantaban las celebraciones, la manera de recogerse, la forma de rezar, los cantos, las palabras llenas de bondad que nos dirigía el sacerdote y que fueron calando cada vez más en mí hasta que decidí hacerme cristiano y entrar en el seminario. Mis padres se sorprendieron cuando se lo dije, pero no me pusieron trabas, hoy creo que están contentos, aunque siguen siendo muy discretos”.
“Tras la oración final de nuestros encuentros -explica el P. Rafael- han comenzado los bailes y los ritmos de tambores y maracas, que, según he aprendido, es la mejor y más espontánea forma de alabar y dar gracias a Dios, dejando entre los jóvenes de Dosso un soplo de aire de un perfume especial de nuevos horizontes que se mantienen palpitantes y tienden a elevarse hacia el cielo de esta tierra plana”.
“Níger es un país musulmán en gran parte desierto, y la Iglesia sólo representa el 1% de la población”, concluye el misionero de la SMA, “es una comunidad pequeña pero viva a pesar de las dificultades, y estos jóvenes la representan muy bien aunque no se den cuenta. Dosso es una misión en una capital de provincia en medio del pueblo Djerma-Songhay, heredero de un gran imperio y de una cultura sólida y antigua; la comunidad es pequeña y de orígenes diversos, pero ya está asentada y ahora celebra los cuarenta años de su fundación”.
(RC/AP) (Agencia Fides 3/6/2022)